| Acto 6 |

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Epilogo.


Para cuando el oji cerúleo abrió los ojos, pudo sentir como el pánico lo invadía al ver una habitación que nunca en su vida había visto.

Trato de levantarse para escapar cuando puedo ver una gran puerta frente a él, lastimosamente termino cayendo de forma brusca ante un tirón en su pierna junto al ruido del metal moviéndose.

Llevo sus manos hasta su tobillo derecha ante el frio que sintió y tembló cuando sus dedos rozaron una superficie lisa dura, sus ojos viajaron hasta la zona abriéndose con completo terror ante la extensa cadena que empezaba en una pared.

— Ah... ¡A-Ayuda! —grito volviendo a levantarse buscando, hasta donde le permitía la cadena, algún objeto para abrirlo. — ¡Alguien! ¡QUIEN SEA!

Pero lo único que recibió fue el silencio, todo el lugar era iluminado gracias al brillo que venía de las ventanas y por las cuales se daba cuenta que ya era de noche.

La habitación tenía un montón de adornos hechos de oro, algunos cuadros de Tal y unos muebles de color celeste mezclado con blanco y azul, trato de llegar hasta donde se reposaba un florero más se vio interrumpido por el tirón de su pierna.

Cuando paso su lengua por sus labios se dio cuenta que se había roto el labio al caer de bruces.

— ¿Dónde estoy? —preguntó en voz baja intentando encontrar alguna señal más era imposible. — Los ventanales tienen barras de hierro entrelazadas....

Se acerco hasta uno de ellos logrando apreciar mejor que los bordes estaban firmemente pegados y los barrotes no permitirían que pudiera escapar, aquello solo logro que se frustrara aún más.

Decidido sentarse apoyado en aquel ventanal, unas cuantas gotas de agua empezaron a deslizarse por esta indicando que comenzaría a llover.

"Tengo que... encontrar una forma de escapar." Pensó fijándose en la gran puerta, apretó sus manos con determinación. "Mas debo recordar que fue lo que sucedió antes de llegar aquí..."

Trato de recordar las cosas, sin embargo, sentía un fuerte dolor en la cabeza que le impedía por completo hacer memoria aun así decidió forzarse.

Penélope había muerto, se realizó un funeral como ultima despedida y asistió por su relación de amigos/prometido, recuerda haber llorado aferrándose al ataúd para luego dirigirse al quiosco donde solía pintar la peli castaña para recordar los buenos momentos y entonces...

Imperial.

Dio un brinco ante un trueno que hizo retumbar las ventanas, su respiración empezó a acelerarse ante el miedo de aquellos ojos enjoyados que vino a su mente.

La flor del emperador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora