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Me veo bien, me siento bien.

Con Natalia sentada en su cama, viéndome fijamente. Me estaba viendo al espejo, el vestido es hermoso, color piel y suelto de abajo pero marcaba mi cintura, era descotado. Simplemente hermoso. Lo convine con unos viejos tacones negros, pero no quedaban a la vista por el vestido.

—Princesa.–Mire a Naty,—Te ves como una princesa.–Se bajo de la cama hasta llegar a mi lado, las dos viéndonos en el espejo

—La única princesa aquí eres tú, pequeña.–le acaricie la cabeza.

No estaba segura de lo que estaba haciendo, mi madre sabía que hoy iba a salir pero no sabía que era mi graduación, tenía planeado llegar a casa ya con mi título, como una sorpresa.

—No quiero dejarte sola, Naty.–Le dije

—Me quedó con mami.–la mire dudosa.—Es mami.

Para ella, mami la defendería de todo, pero yo estaba segura de que no lo haría si ese hombre llegará a poner "orden" como él lo llama.

—Vete ya, Victoria.–la voz de mi madre me sobresalto. Entro a la habitación sin tocar, me di la vuelta para que viera el vestido y me dijera algo.

Pero nada salió de su boca.

¿Por que siempre espero algo bueno que salga de su boca?

—Eh, si. Pero estaba pensado que mejor no saldría, no quiero dejar a Natalia.

—Tú padre salió y no regresará en un buen rato, lárgate ya sino quieres que él llegue antes que tú.

Mire a Natalia y ella me sonrió, me agache para poder darle un beso en la frente.

Agarre mi birrete, toga y esclavina.

—Volveré rápido.

Y así salí, dudosa de estar haciendo lo correcto.

Llegue al campo de la universidad, y estaba todo decorado, de fondo el escenario por donde pasaría a recoger mi título, finalmente.

Tome asiento y la ceremonia había dado inicio. Los profesores dieron discursos y ciertos alumnos también.

A la hora de reconocimientos, llamaron a varios de mis compañeros, y se oía como sus familias gritaban alegres. Y cuando bajaban del escenario, varios abrazos los esperaban.

—La siguiente alumna es reconocida por su excelencia académica, graduándose con el GPA más alto de todos sus compañeros. Victoria Altamar.

Empecé a temblar, y me levante, con mis ojos empañados en lágrimas porque sabía que no había nadie que me apoyara, nadie que me recibiera con una sonrisa al bajar de aquel escenario.

Me sorprendí al ver que varios de mis compañeros empezaron a aplaudir y a gritar, haciendo que los demás lo hicieran también. Subí al escenario, aún con los ojos empañados. Era una mezcla de felicidad y tristeza.

Me dieron mi reconocimiento, salude a quienes estaban ahí, y baje; sentí una gran felicidad cuando vi Abajo esperándome a Mi profesora. No me esperaba esto. Ella estaba ahí, y no estaba sola, estaba con dos personas más; Un chico y una chica, quienes debo suponer son sus hijos. María me abrazo, eso provoco que se me salieran varias lagrimas. Ella me las limpio mientras me dijo

—Eres un orgullo, Victoria Altamar.

Luego de eso me llamaron para cinco reconocimientos más, y María estaba ahí para mi. Pero eso no quito Mis deseos de que mi madre estuviera aquí, con Natalia, brindándome su apoyo. Quise que ella me dijera que yo era su orgullo, que me abrazara y brindara su amor.

A la hora de recibir mi título, decidí que era hora de irme, tal vez mi madre a la hora ver todo esto que logre, se sienta orgullosa y alegre.

—Me voy ya, muchas gracias.–le dije a María

—¿Ya? ¡Ven a celebrar con nosotros a mi casa!–me invitó, mire a sus hijos y ellos sonrieron

—¡Gracias por la invitación! Pero quiero ir a ver a mi mamá, y No puedo dejar mucho tiempo Sola a Natalia.–Le sonreí.

—Bueno, al menos deja que te llevemos a casa, es tarde, puede ser peligroso.

—Se los agradecería.

Y así fue, me llevaron a mi casa y en el camino, María no paraba de hablar sobre mi a sus hijos, y eso me hizo inflar el pecho sin poder evitarlo. A alguien le daba orgullo, y se sentía tan bien, que alguien reconozca tu esfuerzo.

Estacionaron fuera de mi casa, y todo se veía tranquilo, lo que me hizo dar un suspiro de alivio

—Gracias por todo.–les dije antes de bajarme

—Oye, ten, la dirección de casa de mamá.–Marcus, quien tenía Veintiséis años, el hijo mayor de María me extendió un papel con una dirección en el. Lo mire sin entender—Considera la invitación que te hizo. Te esperamos, si quieres, ah, y trae a tu hermana.–Yo le sonreí.

—¡Si, trae a tu hermana, muero por conocerla!–Abby, era un año mayor que yo, es la persona más dulce del mundo

—Te esperamos, Vicky.–Fue maría quien habló.

—Muchísimas gracias, de nuevo.–Le dije a todos

Y me baje del Ferrari. Un carro realmente hermoso

Cosas que nunca tendré, parte 1.

En la entrada de mi casa me acomodé bien todo, para enseñarle a Mamá.

Pero cuando abrí la puerta, solo había silencio.

—¿Mamá?-Hable, no tuve respuesta

—¡Mamá!–Grite esta vez. Nada de respuestas.

—¡Natalia!

Oi una puerta abrirse de golpe y vi a mi mamá.
Alegre, extendí mi título hacia ella y señalé mis medallas. Mi sonrisa se desvaneció cuando vi que detrás de ella estaba mi papá.

—¿Y Natalia?–Fue lo primero que pregunté.

Pero mi respuesta llego corriendo a mis brazos asustada.

Sabía que había sido una mala idea irme, Dios.

—Así que la inservible se ha graduado.–hablo ese monstruo

—¿Mamá?–pregunte, esperanzada.

—¿Que quieres que haga? ¿Que te aplauda?–Su respuesta fue un puñetazo directo a mi corazón

—Yo...

—¿Que? ¿Pensaste que Tu mamá al ver toda esa mierda saltaría de alegría?–Me sentí estupida, porque si había creído eso.—Cuando traigas suficiente dinero a esta casa, hablamos. No sirves para nada, por tu culpa vivimos en esta miseria.

¿Quien era él para hablar? Yo hacía lo que podía para poder mantenernos a todos, aún cuando el debería ser quien llevara la familia en los hombros

—¿Lo dices tú que eres un drogadicto abusador?

No me arrepentí de haberlo dicho, aún cuando su respuesta fue un puñetazo que me hizo tambalear. Sentí a Natalia apretarme la pierna, su mirada lo decía todo; vámonos.

—Váyanse, regresen más tarde.

Subí por mis cosas, con lágrimas de rabia en mi cara, quienes deberían ir deben ser ellos. No nosotras.

Con Natalia de mi mano, mire a mi madre una última vez, y ella no fue capaz de sostenerme la mirada.

Sueños del cielo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora