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Es el día.

Mi primer día de trabajo y tengo los nervios de punta.

Estoy de camino, literalmente. Voy a pie hacia la empresa, estoy justo a dos cuadras. Había ido a dejar a mi Hermana al Pre-kinder y me encamine.

Mi vestimenta era un pantalón de tela que daba el "gatazo"  Una camisa de botones también y unos zapatos no tan altos. Lo único que sé es que estoy presentable y nerviosa.

Llevaba lo que necesitaba excepto confianza

No tienes Lo más importante, chica.

Silencio.

Me iba tranquila porque Mi padre (No me gusta decirle así) no estaba en casa y mi mamá se había quedado durmiendo. Ellos no saben nada del nuevo trabajo, según ellos sigo yendo al mismo trabajo que me estaba matando, Le daba las gracias a mi ex jefe porque gracias a ese dinero pude darle de comer a mi familia.

No quería decirle nada a mi madre porque se lo diría a su esposo y el empezaría a burlarse y exigir más dinero. Mientras no sepan nada podré quedarme con el resto del dinero, pondré ahorrar para llegar a hacer un proceso legal para que la custodia de mu hermana pase a mí y así podremos irnos a otro sitio, lejos de ellos.

Al entrar por la gran puerta de cristal mire mi reloj para asegurarme de llegar a tiempo y si, llegue exactamente 20 minutos antes.

Recordaba bien el piso de mi trabajo así que subí al que correspondía.

—Buenos días.- Salude al entrar y ver al recepcionista.

Él quito su atención de la computadora que estaba enfrente de sus ojos.

—Buenos días. -me sonrió.—Me alegra que seas tú.

—Me alegra ser yo.-Trate de bromear, y funciono porque él rio.

—Veo que captas rápido, ya sabes que al jefe le gusta la puntualidad. -Resalto al ver la hora.

—Es importante este trabajo para mi.

El asintió, manteniendo sus ojos sobre mi. Cosa que empezaba a ponerme nerviosa.

—El jefe no tarda en llegar. Esta en la oficina del Magnate.

—Comprendo. ¿Tu llevas mucho tiempo trabajando? -Saque tema de conversación.

—Lo justo y necesario para saberme ya las mañas de Cristobal.

—Cristobal vendría siendo el señor Gonzales.- Deducí.

—Exacto, pero si llegas a caerle bien te dira que le digas Cristobal. De todos los jefes de esta empresa, él es el mejor.

—Espero llegar a ser de su agrado, entonces. –Jugué con mis manos.

—No estes nerviosa. Los nervios pueden lugar en contra.–dijo analizandome.

—¿Como sabes que estoy nerviosa?–Interrogue.

—Sé leer muy bien el lenguaje corporal. –dijo de forma simple.

El teléfono que estaba a su lado empezó a sonar, interrumpiendo nuestra conversación.
Él de forma inmediata contestó.

Hola muy Buenos días, habla con el asistente del señor Gonzales, a sus servicios.– Sus ojos que estaban concentrados en su teclado, pasaron a verme a mi.

La persona de la otra línea seguía hablando, y el chico sin nombre solamente asentía como si lo pudiesen ver a través del teléfono.

Comprendo, ahora mismo se lo hago saber, señor.- Y así finalizó la llamada.

—El señor Olvera te espera en su oficina. –Me informó

—¿El magnate?

—Así es. Es mejor que te apresures, según sé, odia que lo hagan esperar. –Me incito a irme.

Si antes estaba nerviosa, ahora aún más.

—Eh, muy bien. –empecé mi camino hacia el elevador cuando recordé que no sabía en donde estaba exactamente el magnate. O su oficina, para ser exacta.

Regrese para obtener información

—Perdón...–Me quede callada al recordar que nunca le pregunté su nombre.

—Mateo.–contestó.

—Disculpa, Mateo. Pero creo que no se en donde esta la oficina del magnate.

—Último piso, linda. Al llegar estará su asistente, ella te dejará pasar.

—Gracias. –Dije omitiendo la forma en que me llamo.

Inicie mi camino hacia el elevador y apreté el botón 24 que era el último piso antes de la azotea.

Al llegar, siendo un manojo de nervios, mire alrededor y habían varias personas en diferentes áreas. Inspeccione rápidamente con la mirada hasta tomarme con una cara conocida. Era la misma mujer que estaba en el día de la entrevista con el señor Olvera. Ella debía ser su asistente.

Me acerqué hacia donde ella se encontraba y al tenerla cerca hablé.

—Disculpe, ¿Con la asistente del señor Olvera?

—¿Señorita Altamar?–Pregunto.

Yo asentí.

—Sígueme.

Me dirigió hacia una puerta grande, siendo la entrada de la oficina que obviamente debía ser tremenda.

Abrió la puerta no sin antes tocar, y me hizo ademán para entrar con ella.

Colores oscuros fue lo primero que noté.

—Señor Olvera–El hombre ya nos estaba viendo.—La señorita Altamar.

—Gracias, Chelsea. Puedes retirarte.

Chelsea se retiró. Yo me quede estática en mi puesto hasta que él dijo;

—Siéntese, por favor.

Así lo hice. Sin decir una palabra, y el silencio era una tortura. Él solo me observaba y yo apenas le sostenía la mirada.

Fue cuando decidí romper aquel doloroso momento.

—Señor, es mi primer día y desearía poder saber a qué se debe su llamado.

Él Ladeó su cabeza, con una pequeña sonrisa tratando de asomarse en sus comisuras.

—Señorita Altamar. Usted no está en ningún problema. La mande a llamar porque así mi madre me lo pidió.

La alegría que antes había sentido por haber sido capaz de conseguir un trabajo en una empresa prestigiosa por mi cuenta, se desapareció.

—¿Su Madre le pidió que me diera el trabajo?–Pregunte por lo bajo.

Él negó con la cabeza antes de contestar.

—Le recuerdo que no fui yo quien la contrató, fue Cristobal. A pesar de estar en la entrevista solamente di mis puntos de vista, sí él la contrato fue porque así lo quiso. Usted está aquí por su propio mérito.

Sus palabras me relajaron, estaba empezando a creer que era una inservible, incapaz de hacer las cosas por su cuenta.

—Si está aquí fue porque mi madre se enteró que usted trabaja aquí. Me pidió que le diera la bienvenida y ofreciera mis servicios si usted necesita algo.- Volvió a hablar.

—Se lo agradezco, y lamento que la señora Mercedes–Me interrumpí a mi misma al darme cuenta que llame a su madre con tal ligereza.—Que la señora Olvera-corregí—Le haya pedido tal cosa.

Él ya no trataba de ocultar su sonrisa y negó.

—Mi madre pudo pedírmelo pero si lo hice es porque así lo quise, señorita.

Eso fue muy dulce, y lo encontré raro ya que él no me conocía de nada. Nunca lo había visto en persona. Y mucho menos habíamos intercambiado palabras hasta ahora.

¿O si?

Sueños del cielo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora