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—Miren quien viene ahí, la superdotada.–Sentí como me empujaban por la espalda, haciendo que me cayera con mi bandeja de comida al suelo.

Huirles ya no podía, parecía que ellos sabían exactamente donde estaba, como si me olfatearan los cabrones.

—Ups, ¿Te dolió?–Pregunto una de las chicas.

Eran un grupo de tres, chicas para ser exacta. Iban conmigo en mi último año de administración de empresas. Solo que había un pequeño detalle, ellas no se iban a graduar conmigo, solamente Melany que al parecer por fin había pasado.

—Supongo que te dolió más a ti saber que repetirás último año por la tercera vez ¿No?–Le dedique una sonrisa falsa mientras me levantaba del suelo.

—Uh, miren quien se atreve a contestar ahora.–La rubia salió en la defensa de su amiga tirándome un yogurt de fresa encima.

Suspiré

—Hagan lo que se les de la gana, Melany, luego de esto en mi vida las volveré a ver.

—Vete a la mierda, Becadita, pero ¡Largo! Antes de que te humillemos más.–La susodicha me grito.

Cansada, antes de irme le dije

—Gracias por lo de becadita, al menos tengo cerebro para ganarme becas y no para ir a rogarle a mi padre que me ayude a pasar.

Un 'te arrepentirás' fue lo ultimo que escuché antes de salir de la cafetería.

Me dirigí a mi casillero y agarré mis cosas, cuando estaba por llegar a los baños, cambie mi dirección porque vi como Melany con sus aliadas se adentraron.

Me di la vuelta y decidí ir a con la única persona que podía tener un poco de paz, mi maestra de Análisis económico. Toque allá puerta y un "Pase" me dio luz verde. Al entrar, la vi comiendo un subway,

—Provecho.–Le dije, ella me vio negando con su cabeza, con una mirada de lastima.

—¿Ellas de Nuevo?– Me limite a asentir.

—La única ventaja es que ya me libraré de ellas.–Sonreí de lado, sacando de mi bolso, que estaba más viejo que otra cosa, pero servia, una toalla. Desde que inició el año, la traía conmigo por razones obvias.

—¿Tú mamá?–Me preguntó

Digamos que un día simplemente estaba tan cansada y con ganas de llorar que un simple '¿Estas bien?' De su parte hizo que me tirara a llorar y le contara practícame toda mi vida. No mentiré, compartir lo que me pasaba con otra persona, se sintió tan bien. Como si ya no cargara con ese peso sola. Aunque sabía bien que el hecho de que ella supiera lo que me pasaba no hacía tanta diferencia en mi vida, pero al menos, sus palabras me daban ánimos.

Con Naty, no podía hablar de mis problemas, por razones obvias. Y a veces, yo necesitaba desahogarme, y llego María, mi maestra, que era más bien como una... Madre.

—La historia es la de siempre.–Le respondí limpiándome el yogurt del cabello, o al menos lo intentaba.

—Tu infierno está llegando a su final, yo lo sé.–Vi que saco otro sándwich de su bolsita de subway y me extendió. Yo sonreí;

—O tal vez solo estoy sintiendo las primeras llamas del infierno.–Le dije tomando el sándwich, agradeciéndole.

Ella notó que no quería hablar del tema de mi madre, así que me pregunto por mi hermana y por como le iba en la escuela. Mi hora de descanso no fue tan mala después de todo. Cuando más alumnos llegaron a la clase, tome mi asiento ya antes asignado, ya que está clase era la última que me tocaba.

Sueños del cielo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora