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— ¿A Dónde iremos? -La dulce voz de mi hermana me saco del pequeño ensoñamiento al que me había introducido sin haberme dado cuenta. 

Estábamos dándole la espalda a la entrada de nuestra casa. Sostenía la mano de mi hermana pensando en qué demonios hacer cuando ya era de noche. Como cualquier persona con instinto de supervivencia, no me gustaba salir de noche. Es como sentirme aún más vulnerable de lo normal.

No pude ni siquiera quitarme mi vestimenta y cambiarla por algo más casual y menos llamativo. Dedique una mirada a mi hermana mientras analizaba mis opciones. Sabía que podríamos volver a casa en cuanto el idiota de mi padre quede inconsciente por alguna droga. Mientras tanto debía matar tiempo, y de estar sola no me molestaría quedarme durmiendo en algún banco, aunque fuera demasiado peligroso. Pero esta vez era diferente, no estaba sola, y no quería exponer a Natalia a ningún tipo de situación peligrosa. 

Busqué en la funda de mi teléfono, y vi ahí el papel blanco con una dirección escrita al lado de un par de dólares. Sabía perfectamente como llegar a esa dirección tomando dos Buses y caminando unas cuadras.

—Tranquila, iremos a casa de una conocida. –Le respondí para luego hacer nuestro camino hacia la casa de María.

Varios minutos después, más o menos 25 minutos más tarde, nos encontrábamos buscando la casa de mi maestra. La encontramos a los pocos minutos y se podía oír muy bien música movida en español que provenía desde adentro de la casa. Sabía que María era de un país latinoamericano, pero nunca supe exactamente de cual. También había unos cuentos carros aparcados. Una casa que podía describirse como una casa muy amplia, o eso podía percibir.

Solo tocar el timbre era lo que me faltaba, pero la verdad es que me da pena interferir en un momento que podría ser intimo entre familia y yo estaría interrumpiendo con mi presencia.

Supongo que me invitaron por algo, ¿no? 

Puedo entrar y a ellos no les fastidiaría.

Agarre una bocanada de aire y lleve mi dedo al timbre y lo hice a sonar. Abby fue quien apareció detrás de la puerta, y pude observar cómo había muchas luces de diferentes colores adentro.

—¡Victoria! -Saludo con entusiasmo al verme. Ella llevo la vista a mi hermana y ensancho su sonrisa. —Tu debes ser la linda Natalia. -Se agacho a su altura para poder halarla y darle un abrazo, eso me hizo soltar todo el aire que había contenido sin darme cuenta.

—Perdón si interrumpimos. –Exprese de forma nerviosa.

Abby volvió a estar a mi altura

—No digas eso, chica. No interrumpes, entren, hay comida y música. Siéntanse como en su hogar. –dijo abriéndonos por completo la puerta dejándonos entrar.

Sino fuese por Natty quien me hala para entrar emocionada, no hubiera dado un paso. La music a se volvió intensa y Abby nos enseño básicamente todo y me explico sobre la extraña pero llamativa música que varias personas bailaban en la sala. Al parecer era típica de su país Honduras y se hacía llamar Punta. Es muy interesante la forma en que se mueven, y lo único que pensé fue 'Yo jamás me podría mover así' Y es cierto. El baile no es que sea mi fuerte.

Abby nos abandono después de varios minutos de estar hablando y se fue a la pista de baile, dejándome con la boca abierta al ver cómo podía mover sus caderas. Mi hermana, por otro lado, estaba comiéndose un helado que abby le había dado, y me sorprendió que a pesar de la hora, ella no tenia ni un pizca de sueño.

—¡Victoria, que alegría que vinieras! –Apenas pude escuchar la voz de María por la música.

Ella se acercó a mí alegre y me saludo con un beso en la mejilla. Trato de decirme algo pero por la musica se me hizo imposible escucharla.

—¡No puedo escucharla! -le dije levantando la voz más de lo normal. María me vio extrañada, seguramente porque tampoco me podía escuchar.

Lo que hice al saber que no iba a entenderme por mas que gritara, fue hacerle una seña de que no podía oírle con mi manos. Al entenderme lo que hizo fue agarrarme de la mano y guiarme al patio trasero en donde se encontraba gente en una mesa hablando de forma animada, y pocos metros de distancia había una Parrilla en donde se encontraban asando.

—Ven,–Maria se adelantó hacia la mesa y se sentó al lado de su hijo que al verme sonrió de forma muy tierna, yo le devolví la sonrisa de la misma forma.

—Pueden comer lo que quieran. –La energética voz de Marcus nos ofreció mientras me sentaba y sentaba a mi hermana en mis piernas.

—Gracias, gracias.

—Victoria, te acabas de graduar, ¿verdad?–No conocía a la mujer que me estaba hablando, y me confundió que supiera mi nombre pero supongo que Maria lo había mencionado.

—Si, señora.

Por la forma en que iba, y la cadena que adornaba su cuello, y los anillos que resaltaban en sus dedos, sabia que ella era mucho mas que una persona rica. Era amiga de Maria y no quería llegar a provocar ningún problema, uno nunca sabe cómo la gente de clase alta vaya a ser. Por eso estoy tratando de limitarme en palabras.

—¿Y que fue lo que estudiaste?–Me preguntó.

Por alguna razón, su pregunta no me incomodo. Sus intenciones no parecían ser humillarme, sino todo lo contrario.

—Administración de empresas.

—¿Y ya tienes en donde trabajar? –Pregunto de forma curiosa

—No, acabo de graduarme y la verdad es que no tener experiencia es un obstáculo para obtener empleo. La mayoría de empresas solamente buscan personas que ya la tengan. –No quise que mi voz saliera con ese tono enojado, pero de solo pensar en ello me fastidia y enoja.

—Tienes razón, muchas empresas no le dan oportunidades a nuevos talentos. –La señora respondió, por su mirada que estaba dedicada a Maria, podría jurar que estaba planeando algo.

—Así es. –Conteste para enfocarme en mi hermana quien poco a poco quería zafarse de mi agarre, la deje ir y vi como se iba corriendo hacia una casa de juguete un poco grande, note que en la ventana de dicha casa habían dos niños que la llamaban con la mano cuando vieron que Natalia había parado su recorrido, incitándola a entrar.

—Son mis hijos, no te preocupes, déjalos jugar. –La voz de la señora hizo eco en mis oídos.

—Son muy lindos. –Le dije de forma amable, regresando mi vista hacia ella.

—Dime algo, Victoria.

—Lo que desee.

—¿Te interesaría trabajar en Marketing? -Me pregunto sorprendiéndome.

—Victoria tiene unas ideas maravillosas sobre Marketing. –Maria comento con una sonrisa.

—El marketing es muy de mi interés. –Respondí.

—Estas de suerte, la empresa de mi hijo esta buscando un encargado en Marketing. –.Alce las cejas, estaba diciendo lo que yo creo que esta diciendo.

—¡Sí! Es muy buena idea, Mercedes. –María se mostraba de acuerdo.

—Si te interesa, te paso la dirección de la empresa, solamente irías a una entrevista, pero seguro te darán el trabajo. Si dices que si, ahora mismo le digo a la secretaria de mi hijo que te apunte en la lista de aspirantes.

No podía evitar emocionarme, Mercedes es como Maria, un Angel, aunque suene cliché. No tengo el trabajo asegurado pero tengo la oportunidad de ganármelo teniendo la entrevista. Y esta vez no me están rechazando solo por no tener experiencia. Era una gran oportunidad para empezar a ganar dinero decente y quién sabe, tal vez independizarme y llevar a Natalia conmigo.

—Se lo agradezco mucho, señora.

—Llamame Mercedes.

Empezamos con pie derecho,

Solamente espero no acabar con el izquierdo.



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Sueños del cielo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora