2.

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Los siguientes días pasaron con Hazel soñando despierta con los ojos marrones de Eddie. No había vuelto a intercambiar palabras con él, pero lo observaba casi todo el tiempo que duraba el almuerzo. También prestaba atención a cada conversación en la que escuchaba que se mencionaba a Eddie Munson. Con eso había confirmado que la primera impresión que tuvo de él, no era errónea. Además se enteró de que vendía drogas, y que era guitarrista de una banda.

Había tantas cosas en él que sus padres odiarían, y eso de alguna manera la hacía sentirse emocionada cuando pensaba en acercarse a él.

Charlando con algunas personas de la secundaria, se enteró de que su banda tocaba en un bar, y aunque era uno de mala muerte, se dispuso a ir. Le costó muchísimo conseguir que sus padres la dejaran salir, más de noche.

—Apenas llegaste... Va a suceder como aquella vez en que-

—¡Mamá! —interrumpió Hazel—. Por favor, precisamente porque soy nueva fue que me invitaron. Por favor déjenme ir. Es un lindo lugar, y volveré temprano... —mintió ella.

Tras súplicas y súplicas, obtuvo lo que quería. Y una hora más tarde se encontró sola en un horrible bar esperando ansiosa por ver la presentación del dealer de su escuela que lideraba un tal Hellfire Club, dedicado a un juego de fantasía. Esa sin dudas sería la noche más rara de su vida.

Una vez tuvo la oportunidad de ver a Eddie tocando, se quedó totalmente sorprendida. Él había tocado la guitarra con tanta pasión, disfrutabas viéndolo, sentías cómo él disfrutaba su presentación. Él había dado todo de sí, y Hazel no pudo evitar que se le escaparan unos cuantos suspiros mientras lo observaba.

La pregunta que no dejaba de hacerse una vez terminaron de tocar la última canción fue: ¿qué pasará ahora? No sabía qué hacer. ¿Debía acercarse a decirle algo o no? Aunque la verdad nunca se le daba muy bien eso de halagar a la gente. Seguramente diría algo estúpido. O quizás... Tal vez él se acercaría. Era una posibilidad, ¿no? Después de todo se conocían de vista... Y ella no se había sentado lejos del escenario, tal vez podría reconocerla.

Hazel siguió formulando preguntas hasta que el sonido de la silla a su lado corriendose la sobresaltó. Y ahí lo vio, sentado a su lado.

𝟏𝟖 ; Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora