3.

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—¡Hey! Tu eres de la escuela, ¿no? —preguntó Eddie sonriendo mientras encendía un cigarrillo.

Ella asintió sonriendo también. Con sólo ese saludo de parte del chico, se cuestionó por qué nunca había intentado acercarse a él en la escuela. La había ayudado en su primer día, y se notaba que los demás chicos del Hellfire lo apreciaban mucho. En conclusión, Eddie era un chico amable. Aunque había algo en él que la intimidaba un poco.

Hubo unos segundos de silencio en los que Hazel sólo se dedicó a observar cómo Eddie fumaba. Según ella era disimulada, pero por supuesto no lo era, y Eddie lo notó.

—Lo siento. —Hazel no entendió por qué se disculpaba—. ¿Te molesta, quieres que lo apague? —y con esa simple pregunta, ella sintió como si su corazón se derritiera.

—No, no. —se apresuró ella a responder—. Es sólo que...

—Que... —Eddie dio otra calada.

—Nada, olvídalo. —dijo Hazel negando con la cabeza.

—¿Quieres probar? ¿Es eso? —ella sólo lo miró y él soltó una risita, pasándole su cigarrillo, el cual se había consumido casi hasta la mitad.

Ella lo tomó sintiendo un poco de adrenalina, además de duda. No podía creer que estaba a punto de hacer eso. ¿Qué dirían sus padres? La matarían sin duda alguna. Con todo ese lío de pensamientos en su cabeza, finalmente se animó a dar una calada.

Por supuesto, resultó con ella ahogándose y tosiendo bruscamente, causando que algunos de los borrachos que había en ese bar se echaran a reír.

Eddie le dedicó una mirada con cierta ternura. —No les hagas caso. —dijo dando unos golpecitos en la espalda de Hazel—. Vuelve a intentar si quieres.

Ella lo hizo y sucedió lo mismo, aunque esta vez no tosió tanto. —No creo que esto sea para mi. —rio levemente sintiendo calor en sus mejillas por lo avergonzada que estaba.

—Descuida, todos empezamos así... Aunque si tengo que ser honesto, tampoco creo que esto sea para ti. —carcajeó él acercándose un poco más a ella para quitarle el cigarrillo—. Pero, ¿estás bien? ¿Quieres beber algo? —quiso saber poniendo una mano en su espalda.

—No, estoy bien. Gracias. —Hazel se sintió emocionada y avergonzada de que él le prestara atención. La verdad hasta se le ocurrió que quizás se reiría al verla toser.

Eddie le sonrió otra vez, y esa noche fueron incontables las veces en que Hazel lo vio sonreír. Él quiso acompañarla a casa y a veces ella sentía que no podía prestarle atención por completo a todo lo que él decía. Ella no solía ser así para nada pero esa noche su mente estuvo ocupada con puras cursilerías que tenían a su excéntrico acompañante como protagonista.

Una vez estuvieron a una calle de la casa de la castaña, ella rogó que sus padres no la vieran con Eddie, pero a su vez, se sintió ansiosa preguntándose qué pensarían de ella si la vieran con él.

Y así, a medida que el tiempo pasó ellos se volvieron más cercanos. Hazel no podía verlo siempre en el bar, pero sí solía esperarlo hasta que sus reuniones con el Hellfire Club terminaran. Hazel ya no se veía tan curiosa como antes, pero aún así ahí estaba, escuchándolo hablar de eso que tanto le gustaba. Por otro lado Eddie, estaba absolutamente flechado. Alguna imagen de ella siempre se cruzaba por su mente, sobre todo pensaba en la vez en que la vio en el bar. Ella estaba ahí con casi nada de maquillaje, con su cabello suelto, vistiendo un lindo vestido que la hacía resaltar en ese horrible lugar. Una sonrisa se le escapaba cada vez que pensaba en eso.

Una de esas veces en las que ella lo esperaba fue muy especial.

Hazel se encontraba un poco molesta ya que sus padres habían estado insistiendo en conocer a esa 'amiga'  con la que siempre salía. Hasta habían empezado a llevarla y a buscarla de la escuela sólo para ver si encontraban a la supuesta chica. Saber eso le generaba una gran adrenalina cuando estaba con Eddie.

Una vez vio al chico se acercó a él. Se veía un poco extraño, casi ni habló. Ella se puso a hablar sobre su día y sus clases. Le preguntaba por eso y él sólo daba respuestas cortas y jugaba con sus anillos nerviosamente. Él la escuchaba mirándola fijamente. Hazel primero miró detrás de ella. Se le ocurrió que tal vez estaba sucediendo algo a sus espaldas.

—¿Eddie? ¿Me estás escuchando? —cuestionó riendo.

Él no dijo nada y simplemente se acercó a ella, y la besó. Hazel al comienzo no hizo nada. Él se separó un poco y empezó a disculparse repetidas veces. Ella no sabía qué hacer, y se quedó mirando al chico fijamente.

O eso creyó Eddie, porque en realidad, no lo veía a él.

𝟏𝟖 ; Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora