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5. El pequeño diablo juguetón.

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Sentía que me volvería loco.

Desde hace ya unos días no veía en lo más mínimo a Rin, era consciente que había algo que me estaba ocultando, o cuánto menos se traía algo entre manos, pero me negaba a aceptar que mi querido hermanito estaba haciendo algo a mis espaldas, quizás solo estaba ocupado y yo era un completo paranoico.

Pero, ¿Cómo no serlo? Luego de la última reunión me sentía inquieto, la actitud de Sanzu hacia mi querido hermano me estaba volviendo loco, solo recordar todo lo que hizo y dijo, hacía que mi sangre hirviera de cólera, ni siquiera yo recibía besos por parte de él, y ese idiota sí, ese simple hecho me volvía loco.

Suspire desesperado, podría jurar que me arrancaría el cabello por frustración, miraba la hora que marcaba el reloj de la sala, 12:30pm, tienes que estarme jodiendo Rindou.

Comencé desesperadamente a imaginarme miles de cosas, pero una era peor que la otra, pero una en especial me estaba sacando de quicio, la cual era la posibilidad que Rindou estuviera con el idiota de Haruchiyo, volví a sentir una ira incontenible, y decidí llamarle. Trataba de no sonar tan agitado a comparación de como estaba realmente. La primera llamada no fue atendida, la segunda tampoco, y la tercera sí.

-Pero si es el llamativo Ran Haitani quien me llama, es sorprendente que esto esté sucediendo, se me hace muy divertido sinceramente, ¿A qué se debe este honor?- Sentía que mi ira aumentaba solo de escuchar su voz del otro lado del teléfono, pero decidí preguntarle.

-Sanzu, ¿Mi hermano está contigo?- Puede que haya sido muy directo con la pregunta, pero realmente estaba volviéndome loco.

-¿Por qué Rindou tendría que estar conmigo? ¿Es que no te han contado que últimamente sale con una persona? Puede que estén comenzando a tener encuentros de algún tipo, y tu no estés ni enterado- Mi mente se quedó en blanco al escuchar dicha cosa, ¿MI Rindou con otra persona? ¿Qué mierda estaba escuchando? Mataría al maldito que se atreva a tocar a mi hermanito, nadie en este mundo tenía el derecho de tocar a MI hermano, ¿Es qué acaso había esperado demasiado para follarlo y obligarlo a amarme casi desesperadamente? La respuesta era sí, un rotundo sí.

Sentía mis manos temblar, el teléfono se me había caído hace unos segundos, no me importaba, en este preciso instante solo quería tener frente a mi a ese sujeto que tuvo la osadía de acercarse a Rin.

¿Qué le estará haciendo?

¿Cómo es posible que estuvieran saliendo?

¿Cuándo se me fue todo de las manos?

Idiota, idiota, idiota.

Golpee la mesa rabioso, quería dispararle a ese sujeto, quería borrar su mísera existencia de este planeta. ¿Rindou con una persona cualquiera? ¿Otra persona que no sea yo? ¡Imposible! ¡Asqueroso! ¡Despreciable!.

Cuando iba a ponerme de pie sentí unos brazos rodear mis hombros, y escuché una risita divertida. Sabía perfectamente quién era. Me voltee desesperado, y vi algo que no me esperaba, Rindou parecía adormilado, como si siempre había estado ahí conmigo, en nuestra casa, en su cuarto... Lo tomé fuertemente de las muñecas, lo hice rodear el sofá en el que me encontraba, y lo obligue a sentarse en mi regazo, él me miró sorprendido, aunque sus bellos ojos seguían viéndose cansados, con mis manos acaricié sus muslos descubiertos, solo usaba un lindo short que dejaba al descubierto mucha piel, yo aún estaba muy molesto, colérico, imaginar a otro hombre tocando los lindos muslos de mi Rindou era algo que simplemente me daba náuseas, mataría a la persona que se atreviera.

Miraba fijamente la dulce cara de mi contrario, sus lindos labios rosados, sus ojos violetas que reflejaban algo que no lograba descifrar, sus mejillas levemente ruborizadas, ya sea por la posición y las caricias, o por el calor que hacia, o simplemente ambas, detalle su figura con tranquilidad, buscando algo que me indicara que debía matar a alguien, al final de mi análisis, coloque celosamente mis manos en su cintura, suspire tratando de tranquilizarme.

-¿Por qué tan enojado, Ran?- Dijo tranquilo, su tono de voz parecía inocente, pero en mi interior sabía que esa inocencia era fingida.

-¿Es verdad que haz estado saliendo con alguien, Rin?- Él me miró divertido al escuchar mi pregunta, se recostó en mi pecho, colocando su cabeza en uno de mis hombros, hundiendo su rostro en mi cuello, acariciando mis hombros con dulzura, delineando con parsimonia los músculos de mis brazos con sus delgados dedos, su tacto comenzaba a relajarme, lo acomodé mejor en mis piernas, y sin vergüenza alguna coloqué mis manos en su trasero, eso pareció sorprenderle, pero podía jurar que sonrió contra mi cuello, gruñi molestó, esperando una respuesta de su parte.

-¿Cómo puedes creer tales cosas, Ran? ¿Es qué acaso no notaste que nunca me ha atraído nadie? ¿De verdad me crees capaz de dicha cosa?- Su tono de voz me hacia confiar en él, pero no negaría que estaba muy celoso por lo que ese idiota había dicho, en parte no sabía si creerle a Rin.

-No estoy seguro, Rin. Especialmente porque quién me lo dijo fue tú mejor amigo-

-¿Y qué te asegura siquiera que Haru estuviera lúcido? Sabes perfectamente de su... Problemita~... - Rin tenía razón, ese sujeto no se podía saber si estaba bien en este momento, podía estar consumiendo un cóctel de drogas ahora mismo.

Decidí ya no decirle nada a Rin, aunque me sentía completamente en desconfianza, él continuaba con sus suaves caricias, haciéndome suspirar tranquilo, cerré mis ojos para sentir mejor su tacto. Mi mente era un desastre en estos momentos, pero me sentía completamente encantando de saber que mi amado Rindou siempre estuvo en nuestra casa a pesar de todo lo sucedido. Mientras permanecía con los ojos cerrados, sentí a Rin moverse sobre mí, sentí algo suave y húmedo en mi cuello, en un inicio no supe descifrar que era, pero luego volví a sentir lo mismo, sin querer abrir los ojos me dedique a pensar en que podía ser, hasta que finalmente llegue a la conclusión que eran los labios de mi hermano, había comenzado a besar mi cuello, tranquilo, sin prisa, y cuando menos me di cuenta estaba besando mi mejilla, en ese momento abrí los ojos, fue en el momento indicado, pude ver sus ojos cerrados de cerca, podía apreciar sus pestañas, su lindo rostro, todo, sentí sus labios en ambas mejillas, gruñi gustoso de sentir tan encantador acto proveniente de él, podría volverme loco en este momento.

Él abrió sus ojos encontrándose directamente con los míos, note cierta malicia en ellos, yo lo miré expectante, él se acercó más a mí rostro, nuestras respiraciones se juntaban, nuestros labios se tocaban, si tan solo me moviera un poco podría lanzarme a devorar tal exquisitez puesta en bandeja de plata ante mí.

Si tan solo el universo no estuviera en mi contra.

Escuchamos unos fuertes golpes en la puerta, vi a Rin con ganas de asesinar a quien sea que tocara la puerta como desquiciado, él me abrazo molesto, yo miré con odio hacia la puerta, tomé mi teléfono, que milagrosamente no se había quebrado, y por medio de la cámara que teníamos en la entrada, revise quien era el jodido idiota que arruinó algo que anhelaba con ganas. Al parecer había sido un idiota con ganas de joderle la vida a alguien, según las grabaciones no era alguien conocido, o se suponía, pero lo que si era lo suficientemente estúpido para invadir propiedad privada, juraba con mi vida que si lo encontraba lo mataría.

Lo que ninguno sabía era, que fue una mala broma hecha por sus queridos amigos para arruinar momentos.

¿Cómo lo supieron? No hay respuesta lógica para dicha interrogante.

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Todo podría concretarse en poco tiempo, sólo unas cosas más.

Un demonio con semblante de virgen. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora