Por primera vez en semanas se atrevió a aparecer en el garaje de la familia, ni siquiera quería hacer ruido, pero claro con el carro que iba a tomar el ruido iba a ser lo que haría que su plan cayera por los suelos.
—Cuando dijiste que querías un coche de la familia, no creí que te referías a asaltar tu propia casa.
—Mira Rin, la verdad no tengo ganas de hablar con mamá ahorita —su hermana se recostó sobre el umbral de la puerta y le miró impaciente—. Hará muchas preguntas y no tengo tiempo de contestarlas.
— ¿No crees que serán las mismas preguntas que tendrás que contestar cuando tengas que presentar a Kagome a la familia?
—Por familia, te refieras a mamá y a papá, y más mamá, porque nuestro progenitor no le interesa en realidad las cosas de chicas.
—Las cosas de chicas tienen que hacer sentir bien a Kagome, y no veo que te esfuerces.
—Me estoy esforzando, vine a robarme mi propio coche para llevarla a un lindo lugar.
—Tu propio coche que fue confiscado cuando trajiste a aquella mujer a la comida familiar —Sessh le hizo una mueca y por fin pudo abrir la caja donde contenía todas las llaves de los coches que tenían estacionados.
—No creo que sea muy amable de tu parte decirle así a Kagura.
—Digo la verdad, lo era, sólo le gustaba tu dinero, ni siquiera deberías mencionar su nombre.
—Como sea —le gruñó entregándole las llaves de su actual coche, Rin las tomó de mala gana—. Cuando me vaya, metes mi coche y le dices a mamá que la amo.
—No me atreveré a subir a esa carcacha —y de manera unísona voltearon a ver el coche que conducía desde que conoció a la mujer, un viejo Astra del que su hermana se burlaba parecía uno que usarían las mamás para llevar a sus hijos al kínder, y aunque no le molestaba en lo absoluto, quería comenzar a parecerse al Dios que Kagome describía en su historia, empezando por lo material que sería lo más sencillo de igualar.
Además de que, no estaba de más sacar a pasear el que siempre fue el coche de sus sueños que efectivamente se confiscó luego de hacer tonterías en sus pasados años.
Se subió a un alfa romeo color rojo y arrancó no sin antes bajar la ventana del copiloto y guiñarle un ojo a su hermana que en respuesta levantó el dedo medio enfadada y entre risas se fue directo hacia donde la azabache trabajaba.
Absorto en su interés por la velocidad, llegó en un santiamén y entonces pudo divisarla en la entrada platicando con Sango.
Para ellas fue difícil ignorar el hecho de que un coche de una gran suma de dinero se estacionó justo enfrente suyo, y más aún cuando Sesshomaru fue quien bajó de ahí. Ahogada por un sentimiento extraño, le miró con cierta inquietud, ¿en qué se estaba metiendo?
—Señorita —murmuró lo suficiente para que le prestaran atención—. Kagome.
La chica miró el coche y luego al hombre, luego el coche y una vez más a él.
— ¿Qué ha pasado con tu...? —señaló el vehículo e intentó articular alguna palabra.
—He ido de visita a casa de mis padres hoy, ¿te gusta?
— ¿No crees que es muy lujoso? —él negó y su amiga también lo hizo—. Muy lujoso para subirme yo ahí.
—No hay carro caro que opaque tu belleza —soltó el hombre, y Sango rompió en una carcajada que lo hizo dudar si en realidad lo había dicho bien—. Hola, no nos han presentado, soy Sesshomaru Taisho.
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El vecino de junto.
FanfictionKagome Higurashi no es la típica chica de revista, y lo sabe. Luego de sufrir una ruptura amorosa debido a una simple apuesta, se dedica a buscar un nuevo roomie y para su suerte encuentra al indicado. Sesshomaru Taisho, un encantador hombre que la...