—Eh... ¿necesitas ayuda con...? —Anna lo señaló de pies a cabeza. Las palabras no le salían.
Jack levanta la mano, pidiendo distancia.
—Vamos por tu limonada, Elsa. —me señala la cocina con los ojos y capto la señal. Quiere hablar conmigo.
—Creo que ya no tengo sed...
—Pero yo sí. —me toma de la muñeca y me lleva a la cocina sin darme tiempo de renegar.
Llegamos a la cocina y Jack se asoma para verificar que no venga nadie. Agarro una limonada embotellada del refri y la destapo. Miro de reojo a Jack y reprimo una sonrisa divertida.
—Te queda bien el nuevo look.
—¿Te diviertes, Elsa? —su tono no suena igual de bromista que el mío. Parece molesto.
—Sí, y mucho.
—¿Por qué estás haciendo todo esto? —señaló su alrededor— Se muy bien que todo esto lo has planeado a detalle.
—¿No puedo divertirme con mi ex hermanito?
Me daba asco llamarlo así después de todo lo que hemos pasado. Jack relaja su rostro.
—Claro, claro. Ya veo lo qué pasa aquí. —suspira— Estás celosa de que haya elegido a Anna.
Me inclino hacia Jack y me apoyo de su hombro para reír, más fuerte de lo que pretendía.
—Tienes una imaginación muy creativa.
—¿Sabes lo que en verdad será creativo? —pregunta, serio— Que no me quedaré de brazos cruzados.
Mi sonrisa se esfuma.
—¿Perdón?
—Tu iniciaste esta guerra, Elsa —sonríe y debo retroceder cuando se acerca a mi— Pero tranquila, yo me encargaré de terminarla.
Tomó mi botella de limonada y le dio un sorbo sin preguntarme. Lo dejó en mi mano como si nada y me dio unas palmadas en el hombro, como si fuese un chico de su edad.
¿Qué mierda ha sido eso?
***
No he podido concentrarme en mis clases. La cabeza me está martillando por pensar en ese estúpido. Jack me ha declarado la guerra y aún no se nada de él. Estoy muy nerviosa porque no se cual vaya a ser su siguiente tiro. ¿Y si sale de una caja de sorpresas en medio del pasillo para humillarme? Es capaz...
Unos toques en la puerta del salón me desconcentran.
—¿Este es el salón 14? —pregunta esa voz que tanto me persigue.
Oh, no.
Jack.
Está parado en la puerta, apoyado en el marco de la puerta como si la vida me despreocupara. Lleva una playera gris oscura y unos jeans negros rotos, con un reloj que brilla tanto que debo entrecerrar los ojos para verlo.
—Sí, tu debes ser el nuevo. Bienvenido. —sonríe la maestra, amablemente.
Miro de reojo a las chicas de mi salón. Algunas empiezan a murmurar entre ellas y otras ponen ojitos de perro muerto al ver a Jack. Pues claro, seguramente yo también me veía así hace unos meses.
—Gracias, ¿dónde me siento?
—Donde quieras. Elige bien, porque ese será tu lugar el resto del semestre.
Jack se para frente al salón y repara todo el lugar, como si estuviese buscando a alguien. Pasa por el pasillo y parece como si derrochara dinero. Las chicas se lo quedan viendo sin descaro alguno y yo cubro mi cara con las manos para que no me vea.
Jack se detiene a mi lado y yo miro hacia otro lado.
—¿Te molesta si me siento a lado de ti, preciosa? —me pregunta, con una sonrisa divertida.
—No me llames así. —lo miro por primera vez— Y sí, me molestará bastante.
—¿Para qué negar lo evidente? —se sienta a mi lado, ignorando mis palabras.
La maestra vuelve a su explicación del tema. Jack me echa algunas miradas de reojo y yo doblo los ojos.
—Ya basta. Estás aquí por una razón y quiero saber cuál es. —le exijo.
Jack abre su libro y lo hojea tranquilamente.
—Por favor, ¿crees que me cambié a está escuela solo para fastidiarte? —pregunta y hace una pausa— Pues sí, y créeme que lo estoy disfrutando.
Río irónicamente.
—¿En verdad creíste que con esto me molestarías? Por favor, Jack. Pareces nuevo.
Jack cambia su semblante. Sé que no soporta ver que los planes le hayan salido mal.
La maestra se acerca a mi mesa y se inclina para hablarme.
—Me alegra que hayas decidido integrarte al equipo de futbol femenil. Ya nos hacía falta una chica como tu.
Mi expresión muestra confusión. ¿Equipo de fútbol? ¿Cómo me iba a inscribir a eso si yo era malísima?
—Disculpe, pero creo qué hay un error. Yo me inscribí al club de música.
—Ojalá lo hubiera. —murmura Jack, reprimiendo una sonrisa.
Maldito hijo de...
—Tu amigo se ofreció a inscribirte. Dijo que le habías estado rogando toda la semana para entrar, pero que te daba vergüenza acercarte.
—Qué considerado. —fuerzo una sonrisa. No podía creer cuanta maldad había en tan solo un chico de dieciocho años.
—Debes sentirte orgullosa de tenerlo a tu lado. Amigos como el ya no hay en estos tiempos. —la maestra se va con la misma sonrisa con la que llegó.
Pues claro que no. En tiempos de antes, no había demonios con cara de ángel que se acercaban para hacerte la vida miserable.
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Conexión | Jelsa (Libro 2)
Fiksi PenggemarSEGUNDA PARTE DE TENTACIÓN Fue una relación prohibida, pero eso termina cuando Elsa decide rehacer su vida después de tres meses en la nueva ciudad de San Francisco. Pero, ¿contaba con que su ex hermanastro, o mejor conocido como el amor de su vida...