Estimado doctor Muriam, seré breve, he tenido la oportunidad de devolver las fichas faltantes al tablero, si sabe a lo que me refiero.
Estoy al tanto de lo que está sucediendo, y lo que va a suceder. Aun si no lo cree, usted es un buen sujeto; me he dado la molestia de investigarlo, y me resulta indignante que una mente como la suya haya caído tan bajo. No sé con qué juego de palabras le habrá lavado el cerebro Domingo. Lo consideré más precavido de lo que es, y le pediría por favor, poner un alto a esto.
Haga lo correcto y entréguese a la policía; hágalo antes de que esta situación empeore aún más, no crea que no estoy al tanto de los planes de Domingo. Ya ha sido demasiado lo que han hecho en Zootopia, ¿cuántas muertes más piensa cargar?, ¿duerme usted tranquilo siquiera?
Si su respuesta es afirmativa, le reservare un lugar en el nuevo edificio del Cliffside, que tanto usted como su jefe han frenado su construcción, le advierto de antemano que son esfuerzos inútiles.
Tiene todavía algún tiempo para reflexionar y hacer lo correcto (no mucho, claro), como usted ya debe saber, ciertas circunstancias me prohíben estar allá, tal vez se sienta seguro e ignore lo escrito arriba y siga agitando el tablero, pero tome en cuenta dos cosas mi estimado: Uno. Que más temprano que tarde estaré de regreso. Y dos. En el cómo he hecho posible llegar esta carta hasta sus manos.
Atte: Archibaldo.
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Muriam, tan pronto acabó de leer la misiva, la quemó con la llama de un encendedor. No iba a dejarse intimidar por aquel zorro. Fue por una copa de vino; bebía pensando en lo escrito, Domingo no le perdonaría esto; aquel gesto de disgusto, el tener que cambiar los planes; se creía libre cuando el cánido se fue contra su jefe. Que poco le duró el gusto; «¿Sabría de la llegada de esa carta?», se preguntaría, su confianza bambaleaba en un delgado hilo.
Se sirvió otra copa; todavía lo necesitaban, quién más daría la cara y diría que todo está en orden, quién atontaría a los internos del psiquiátrico para que no hablaran. Podía estar tranquilo, iba a dar caza al zorro y traer su cabeza como trofeo para asegurar su integridad en la manada. Miró el calendario, tachó con una equis la fecha actual, quedaban menos días para el acto principal.
Meditó sobre sus planes, quedaban dos obstáculos por quitar del camino, sin contar al escritor de la carta. Ya había pensado en un lugar, le resultaba grato, una forma de expiar la mofa de Archibaldo.
«¿Cómo es que supo de Domingo?», se cuestionaría; su expediente era confidencial, toda información de aquel oso polar la tenía él y nadie más, «Sólo una vez lo mencioné en los archivos».
Recordaría su primer encuentro, no había puesto resistencia en su captura, ingresó con toda calma al asilo, cumplía con lo que se le decía, tenía tratos gentiles con los médicos, actitud fingida, tal vez, pero ya había transcurrido un año y las dudas en el personal llevaron a creer que encerraron a un cuerdo por error.
Muriam revisaría los informes, una y otra vez, que causas habían llevado a traer a ese oso hasta el Cliffside. Visitó a quienes lo conocieron, poco o nada querían hablar de él. «Un traidor», «Prometió que ayudaría a mejorar mi vida». Familias enteras destrozadas, animales desaparecidos que no volvieron a ser vistos. Pero nada de lo dicho cuadraba con el paciente modelo que tenía encerrado.
Lo enfrentó con decisión de encontrar respuestas, dio los nombres y fotos de aquellos a quienes «ayudó».
«¿Qué fue lo que les hiciste?».
Le sonrió agradecido. «Ya era hora de que lo supiera, si hay alguien que puede ayudarme es usted Muriam».
Muriam creería en aquella sinceridad de su rostro, que grato le resultaría su arrepentimiento, la decisión de llevar una nueva vida, que conmovedoras le serían aquellas palabras, desconociendo de la influencia que pronto el oso ejercería en él, y cuando menos se esperó, era él quien tenía que ser ayudado por su paciente.
Domingo le reveló el paradero de aquellos desaparecidos. «Sus vidas han mejorado considerablemente, los pequeños árboles están fortaleciendo sus troncos, bastará una palabra mía para que acudan al llamado, y usted, doctor, me ayudará a cumplir mi más grande hazaña».
Y le contó que su llegada a Zootopia no fue mera casualidad. «Este lugar tiene todo lo necesario para comprobar mi teoría».
Pero para realizarla Domingo tenía que desaparecer de la ciudad.
Llegó el día en que los pacientes debieran ser trasladados a un nuevo edificio, el Cliffside quedaría como un lugar olvidado, Muriam aprovecharía para mandar lejos al oso, en complicidad de un par de enfermeros a quienes también había seducido con la palabra.
El plan iba en marcha, nadie sospechaba de la jugada hecha. Y en eso, llegó lo acontecido por los aulladores, se paralizó las acciones a tomar. «Demos más tiempo para ver lo que sucede».
Domingo quedó fascinado por lo que vio aquel tiempo, sus planes tomaban un nuevo rumbo, sólo faltaba tener en su posesión aquel nuevo material para su experimento. «Será mejor de lo que había pensado en un principio».
Temblaba al saber que todo podía irse al caño de un momento a otro, su jefe no pudo eliminar al zorro. «Si tan sólo lo hubiera puesto de su lado».
«Si él entendiera que nuestras acciones mejorarán a Zootopia». Pero Domingo era el único capaz de explicar con detalle y entrar en razón sobre su accionar, le daría ejemplos, testimonios de sus hechos, los repudiaría al principio, pero los aceptaría y...
Pero seguro ya sabría todo eso, estaba en los archivos.
Una presión en el pecho le vino. Se sirvió una nueva copa, vaciando de un solo trago el contenido, aturdido por el efecto del alcohol se retiró a dormir esperando que en la placidez del sueño, diera con la respuesta para aquel dilema.
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Buenos días, tardes o noches, según el horario en que estén leyendo esto.
No suelo dar algún comentario entre capítulos (este sea probablemente uno de los pocos), yendo al punto, quería agradecer a quienes estén siguiendo este fanfic, que como alguno sabrá, y para quien no lo sepa, voy subiendo los capítulos cada mes.
Es algo lento, lo sé, sólo pedirles paciencia, tampoco pienso dejar la historia a medias y actualizarla cada dos años, claro que no.
Con esto dicho (mas bien escrito), me despido, y si les esta gustando este fanfic, recuerden votar, comentar y compartirla con algún amigo que puede que le agrade.
Hasta el siguiente capítulo.
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Gary y Larry. UN NUEVO DILEMA EN ZOOTOPIA #PGP2023
FanfictionGary y Larry luego de los acontecimientos sucedidos en Zootopia, retoman el curso de sus vidas en el nuevo edificio del Cliffside, ajenos a un nuevo peligro donde los «aulladores» pretenden a hacer presencia de nuevo y generar el caos en la ciudad y...