Segunda Parte: La tormenta. Capítulo V. El Coyote

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Valiente zorro atrapa a ladrón de una joyería. Era el titular del periódico.

—Al parecer habrá un nuevo paciente en el asilo —decía Larry entre risas.

—¿A qué te refieres? —pregunta Gary.

—Mira —Le muestra el periódico.

—Alguien intenta hacerse el superhéroe.

—Léelo completo.

—Dice que ha venido a limpiar la ciudad de los ladrones, asesinos y demás, que los policías pueden darse sus merecidas vacaciones. Vaya arrogancia.

—Quién le creería, y más con ese disfraz; y con ese nombrecito.

—«Coyote». ¿Por qué un zorro decidiría llamarse así?

—Ni idea. Si lo traen al psiquiátrico, lo sabremos.

—¿Cuánto crees que tarden en hacerlo?

—Unos dos días a lo mucho.

—Yo pienso que unos cinco.

—¿Quieres apostar?

—Vale.

—Si gano, limpias el departamento por todo un mes.

—Bien, pero si yo gano dejas de llevarme a las lecciones de alpinismo. Trato.

—Trato.

Ninguno ganó. Pasó una semana sin que lo trajeran; más al contrario este comenzaba a ganar fama. Estaba en boca de todos, la presencia de aquel zorro vestido de traje, capa, sombrero y antifaz negro, que portaba una espada como arma y se hacía llamar el «Coyote», que día a día atrapaba a un nuevo grupo de criminales. La descripción dada por sus víctimas en su totalidad era la de una extraña sombra que aparecía de improvisto, moviéndose velozmente que, al poco de aparecer acababan derribados sin saber lo que había sucedido. Algunos incluso traían las muñecas y pies herido, inhabilitados para poder manejar sus extremidades. Casi siempre era visto de noche, y desaparecía tan pronto realizaba su trabajo. Algunos especulaban por ver su silueta en los edificios, las cámaras de seguridad captaban la imagen de sus hazañas, pero no daban un lugar concreto en el cual se refugiara o se revelase la identidad de aquel zorro. Para Gary y Larry, fue algo inesperado. Para la policía de Zootopia significó un dolor de cabeza, en especial para el jefe Bogo que no paraba de bufar por aquel individuo. «Un mequetrefe con disfraz nos está haciendo quedar en ridículo». A algunos de los presentes les resultó indiferente, otros estaban indignados y para un zorro le fue gracioso aquello.

Pero sin pruebas más allá de un aparente delirio de grandeza no había nada que se pudiera hacer contra el «Coyote».

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—¿Qué cosa más extraña? —se preguntaba Larry.

—¿Sucedió algo?

—Me encontré con el «Coyote».

—¿Y le pediste su autógrafo? —irónico.

—No seas ridículo.

—¿Cómo fue?

—Estaba esperando el autobús, cuando este se acercó para pedirme la hora.

—Momento, me estás diciendo que el tal «Coyote» se acercó a ti para pedirte la hora.

—¿No te quedo claro?

—Sí, pero pareciera que me estuvieras contando una broma.

—Nada de eso, y no te lo había dicho, pero estaba sin su disfraz.

Gary y Larry. UN NUEVO DILEMA EN ZOOTOPIA #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora