Capítulo XXI. El Colmillo Salvaje

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—Estaba aburrido aquel día. Decidí ir al cine; tenía tiempo sin ver una buena película. Era una semana especial donde se recordaba algunos títulos pasados. Fue casi inmediata mi atención al ver el poster del «Colmillo Salvaje». Después de todo era un lobo, traje elegante, gafas negras y portando pistola, saltando de en medio de una explosión; cómo no iba a llamar mi atención.

»Por alguna razón, en la boletería me veían con mala cara, no entendía por qué.

»Quedé enganchado desde el primer momento, estaba tan emocionado que comenzaba a gritar de emoción, al principio me controlaba, pero después me dejé llevar, ignorando al resto que pedía que me callara. Pero no era el único; alguien había comenzado un aullido, como era de esperar, hice lo mismo.

»Cuando vi que te sacaban, me escondí entre los asientos; de todas maneras, me encontraron. 

»Ya afuera, te vi reclamando por tu dinero. «¡Más vale que dejes de golpear esa puerta! —te gritaron—, ¡si no quieres que llamemos a la policía!». Fue suficiente para callarte. Pero no me mires así, tú no te disté cuenta que era yo. ¿Recuerdas?, te veía mientras gruñías rabioso, hasta quisiste patear la puerta, me hablabas sin verme del mal trato que daban en el lugar, hasta refunfuñaste: «En todos los cines es lo mismo».

—No hace falta que expliques demás.

—Era divertido verte, no solías mostrarte así ante el resto y hasta pusiste una cara de vergüenza al reconocerme; preguntaste «¿Desde hace cuánto que estás ahí?», y te contesté «Desde que me botaron hace un momento».

—Sí, ya lo sé, entenderás que no estaba para fijarme caras.

—Pediste disculpas, pero no dejabas de protestar en contra de ellos cuando nos íbamos.

»En fin, te invite un par de refrescos para bajarte los humos. Nos sentamos en una mesa mientras tomábamos las bebidas. Me preguntaste «¿Desde cuando eres fan del «Colmillo Salvaje»?».

—Y tú contestaste: desde hoy. —Ambos se ríen.

—Verdad. Recordaba estar decepcionado de no haber terminado de ver la película. Me dijiste que tenías un dvd de la misma.

—Te emocionaste al saber que lo tenía.

—Sólo un poco.

—Vamos, estabas moviendo la cola de felicidad.

—Vale, está bien.

»Mientras íbamos a tu casa, quise saber por qué habías ido al cine, si ya podías ver la cinta en la comodidad de tu casa. «Porque era más emocionante verlo en el cine», contestaste; pues fue más cómodo verlo acá en el departamento, eran menos las protestas de los demás. Te alegraste por saber que había alguien más a quien le gustara esa película.

—Me parecía una tontería que los demás no les gustara, ¿recuerdas cuando se lo dijimos al resto?

—Sí.

Y al mismo tiempo ambos exclaman:

—¡Es una película anticuada!

—Pero poco importaba, acordamos en ver la secuela un día de estos. Ese día llegó y... bueno...

—Sucede algo.

—Larry, quisiera que las cosas volvieran a ser como antes.

—Eso mismo espero. He tenido demasiado tiempo para pensarlo; ya es momento de recibir tratamiento.

—Es lo mejor, has estado posponiéndolo mucho tiempo.

—No he sido el único. Tú también has estado evitándolo.

—Lo sé. Larry, me da miedo enfrentarlo, es complicado; fue difícil incluso aquel día cuando me encontraste a tu lado al despertar, te conté lo sucedido mientras almorzamos, de lo que pasó esa noche, como fue lo que viví; había evitado decírtelo por miedo a hacerte sentir peor, pero de cierta manera, al haberlo contado, me sacaba un peso de encima, no te sentías muy cómodo pero sabias que era lo mejor. Tú también me contaste lo que te pasaba.

—Al igual que vos, necesitaba sacarme ese peso de encima.

—Las cosas iban mejorando, hasta que cometimos aquella imprudencia.

»Es una noche que va ser difícil de olvidar; pensar en todo lo que hizo ese oso, pero se quedó con un regalo de mi parte. No sé cómo explicarlo, pero cuando te apuntó con el arma..., actué sin pensar; al darme cuenta, ya tenía mis fauces en su cuello. Acabé por destrozar su piel y fue poco para que llegara hasta la yugular. —Queda en silencio unos momentos—. He estado temeroso desde entonces. Por suerte esto no ha salido a la luz; odiaría pensar que el tema de los «salvajes» sea noticia de nuevo.

»Ya no tuve dudas de lo que pasabas, sin embargo, tú fuiste influenciado por los «aulladores», pero yo..., yo lo había hecho conscientemente. Me da miedo que...

—Suceda de vuelta —apresuró a decir—, nadie puede asegurarlo; pero hay una gran diferencia, que tú lo hiciste para salvarme, lo que fue a mí, lo hicieron para dañar al resto.

Quedaron pensativos.

—Sabes —retomo la conversación Gary—, una vez preguntaste si no tenía ambiciones; al parecer nunca las tuve, recién empiezo a darle sentido a mi vida, y gran parte de esto te lo debo a ti.

—Vamos, no es para tanto, tal vez un pequeño empujón de mi parte, pero del resto ya viene por tu cuenta. —Viendo el dvd—. Que te parece si vamos por palomitas y vemos la película —Lo mira. Su compañero le responde con una sonrisa.

—¿Sólo una?, mejor las cinco; y esperó no se te olvide nada esta vez.

—Ya no soy tan despistado.

—Ya lo veremos.

Gary y Larry. UN NUEVO DILEMA EN ZOOTOPIA #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora