Cartas a Victor cap 13

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Camilo Fernández





Capítulo 13

¡Por fin es viernes!

Mi ánimo es bueno, hoy en cuanto termine de currar me iré a Valladolid y de ahí empezaré mi viaje con Martina.  Mi apetito y mi humor poco a poco se van normalizando. Hoy decido ponerme un vaquero negro pitillo y una camiseta blanca que me llega por debajo del glúteo, me pongo unas Vans negras clásicas y sonrío cuando veo que mis rizos vuelven a dar buena impresión. Hoy me veré con Víctor y, aunque me pone de los nervios, decido no darle más importancia al tema.

El verano cada vez se hace más presente y, pese a que no son más de las ocho de la mañana, hace un calor terrible.En mi trabajo, por suerte, la perra del infierno está liada y no me dirige la palabra en todo el día. Yo me centro en dejar todo al día para que mi compañera, Ana, no tenga una sobrecarga de trabajo que resulte agobiante. Aunque mi mente intenta traer a Víctor a la cabeza, lucho para cambiar mis pensamientos.

A la hora de la comida recibo una llamada de Víctor, pienso si cogerlo o no. Tras mucho pensarlo lo cojo:

-¿Sí?-.

-Hola Nicky. ¿Qué tal estás?-.

-Hola Víctor, todo bien. ¿Tú?- digo con el corazón a cien.

-Oye, que he estado pensando que puede ir Carlos a buscarte al trabajo. Así vas con más calma y tenemos más tiempo para vernos-.

-No hace falta, he dejado todo preparado. Solo tengo que coger la maletas e irme-.

-A las cinco y media pasará a por ti. ¡Cuídate!-. dice mientras cuelga el teléfono.

¿Cómo sabe dónde trabajo?

Me quedo como un gilipollas mirando al móvil.  Este chico me va a enloquecer.  Tengo que encontrar la manera de hacer que esto pare, no me viene bien y no quiero seguir mal.

El resto de la jornada me la paso dejando todo hecho. Ana y yo nos compenetramos muy bien. Somos un equipo bastante bueno pero cuando uno se queda solo, se hace pesado. Siempre que nos vamos de vacaciones intentamos dejar todo hecho para que el otro no se agobie.

A las cinco y media está Carlos esperándome a la salida de mi trabajo. Veo el imponente BMW aparcado. En cuanto me ve sale del coche y, al llegar a su altura, asiente con la cabeza a modo de saludo y me abre la puerta para que pase dentro. En cuanto estamos de camino a mi casa intento sacarle información sobre Víctor, le pregunto por su familia, sus amigos, incluso si tiene perro pero no suelta ni media el muy capullo. Noto como me mira  a través del retrovisor y sonríe, sabe que estoy intentando saber más de la cuenta y él, como puede, salva la situación.

Al llegar a mi casa veo a Víctor esperándome en la puerta, va con ese estilo desenfadado: vaqueros, camiseta blanca larga y unas zapatillas blancas con vetas de color rojo y azul. Ahora que lo pienso, fuera de su ambiente laboral, es un chico de apariencia muy normal. Yo no sospeché del  cargo que ocupaba en su empresa, ni todo el dinero que poseía hasta que apareció vestido con aquel traje en mi casa. Al recordar ese día sonrío inconscientemente.

-¡Hola Nicky!- dice abrazándome.

-¡Hola!- digo aceptando su abrazo y aspirando su olor.

¡Madre mía le echaba muchísimo de menos!

-Te veo más delgado-. afirma preocupado.

-Y yo a ti más feo-. respondo con cierta rabia.

Una vez que estamos dentro nos quedamos frente a frente mirándonos. Ninguno de los dos dice nada, ninguno quiere estropear la situación. Es extraño, nos retamos con la mirada, se nota que no queremos separarnos, se siente en el ambiente que nos deseamos. Pero por lo que sea, allí arriba no se alinearon los planetas, ni los astros, ni lo que se supone que se tiene que alinear para que esto saliera adelante.

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