Capítulo 1. Tradiciones

48K 1.3K 127
                                    

SIENNA

El agua calaba nuestros cuerpos desnudos mientras estábamos frente a frente bajo la cálida lluvia de verano.

Nuestras relucientes figuras estaban bañadas en una luz ámbar que convertía en bronce toda la pradera.

Sus ojos se paseaban por mis curvas con un deseo desvergonzado.

Me sonrojé, no estaba acostumbrada a tanta atención.

La carrera había durado horas y nos llevó a la cima de una colina con vistas a toda la isla. A lo lejos, las torres brillantes del complejo turístico apenas se registraban en el horizonte.

Sólo nos detuvimos cuando supimos que estábamos completamente solos.

- Ven aquí. —Me hizo una seña, extendiendo la mano.

Mi corazón se aceleró cuando me acerqué a él, con el vapor que salía de sus abultados hombros.

Sentí su mano áspera contra mi mejilla mientras me atraía para un beso.

Al poco estaba encima de mí, nuestros cuerpos se deslizaban uno contra el otro sobre la suave hierba como si tratáramos de encender un fuego.

Su punta rozó el exterior de mi sexo con un ritmo tentador, separando mis labios, pero negándose a entrar.

Fue una tortura que no pude soportar.

Lo atraje hacia mí, jadeando de placer y un poco de dolor. Era más profundo de lo que había sentido antes.

Gemí de placer, gritando su nombre, rogándole que no se detuviera mientras la lluvia caía sobre nosotros.

***

Giré la manivela hacia el lado de apagado, dejando que los últimos regueros de agua se escaparan por mi pecho.

Ya era invierno, y nuestra luna de miel hacía tiempo que había terminado, pero las duchas calientes seguían recordándome aquel día en la isla con Aiden.

El vapor acarició mi piel como una cálida manta cuando salí de la ducha.

Era gracioso pensar que, un año atrás, había estado en el mismo baño, furiosa porque me había engañado Aiden para que me quedara con él, pero ahora aquí estaba, emparejada con el Alfa de la manada de la Costa Este y sin querer estar en ningún otro lugar más que aquí, en esta casa, con el hombre que amaba.

- ¿Necesitas ayuda ahí dentro? —preguntó a través de la puerta con su gruesa voz de barítono.

- No, soy perfectamente capaz de secarme sola, muchas gracias —respondí, sonriendo para mis adentros.

Durante los últimos doce meses, se había vuelto más juguetón, bajando la guardia y mostrándome un lado diferente al del Alfa dominante que tenía que mostrar al resto de la manada.

- Estaría encantado de ayudar —continuó, con una persistencia encantadora que me hizo reír—. Realmente no es ningún problema.

- Abajo, chico —dije, envolviéndome en una toalla y riendo.

- Pero he sido tan bueno —protestó.

- Las cosas buenas se hacen esperar —respondí, limpiando el vapor del espejo y despeinando mis mechones húmedos.

Abrí la puerta y di un paso adelante, apretando mi cuerpo húmedo contra su amplio pecho, rodeándolo con mis brazos y agarrando su musculosa espalda.

Inclinó la cabeza como si fuera a besarme, y me aparté.

Lobos milenarios (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora