━Es solo una niña. Déjala enamorarse como todo niño.
La pequeña Emma vive enamorada, buscando un refugio masculino que nunca tuvo a lo largo de su infancia en Sunghoon, su primer y único príncipe azul. Pero, ¿por qué a Jay le molesta tanto?...
━AU...
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No se llevaban muchos años, eran tan solo cinco, pero aún así, él con sus dulces ojos, sonrisa de pequeños colmillos y cejas definidas, había cautivado su corazón de niña pre-adolescente...
—Hoy vienen los chicos,— murmuró el azabache hacia la menor, quien inevitablemente sonrió al tener la posibilidad de poder ver a su tierno primer amor: Park Sunghoon. —pero, — mala señal —que ni se te ocurra salir de tu habitación— y ahí cayeron todos sus ánimos de infante..
Su sonrisa se desvaneció y sus cejas se encorvaron frunciendo su ceño. "¿¡Por qué?!" gritó escandalosa, y Jay (su hermano mayor) terminó por cubrir sus pobres oídos. Él sabía sobre el maravilloso y fuerte crush que tenía la pequeña por uno de sus amigos, y de hecho a veces su actitud ante este le resultaba bastante vergonzosa. Así que trataba de mantenerla lo más alejada posible del pobre chico que con una sonrisa y gracia mezclada con amabilidad la trataba como reina.
En realidad, todos creían que eso fue lo que a ella le resultaba confortable y lindo en él: la amabilidad y el cariño con el que la trataba. La pequeña no tenía una muy buena visión masculina. Su padre estaba ausente y su hermano era algo serio a veces, aparte de ponerle apodos como "Pequeña boba" obviamente llevados por el cariño, aunque ella no lo notara, pero él: el joven Park había llegado para darle a ella una nueva vista del género masculino, llegando a creer que realmente no todos eran ausentes o malvados como los que les había tocado convivir (algunos solo por un tiempo)..
Sunghoon iluminaba a esa niña, y Jay lo agradecía de cierta manera, a pesar de ver algo raro el enamoramiento de una niña de 10 a un chico de 15....
La pequeña de cabellos azabaches hacía un puchero enojada con su hermano mayor, ella era incapaz de quedarse en su habitación sabiendo que Sunghoon, o Sunnie como le decía, estaba en el mismo ambiente que el suyo. ¡Jay estaba totalmente loco si creía que ella le haría caso!.
El mayor la miró y observó su ceño fruncido, ese ceño fruncido que se veía igual al de su padre, pues era un calco a él, mas a ella le daba un toque de ternura. A aquél señor claramente no..
Jay muchas veces lo veía reflejado en ella, por lo cual solo la evitaba o trataba con frialdad..
—No quiero que te metas, ya somos grandes. No es como cuando tenías cinco años— respondió cruzándose de brazos, la niña al otro lado de la mesa en la que almorzaban completamente solos frunció más su ceño.
En serio quería ver a Sunghoon. Hacía semanas que él no pisaba aquél apartamento.
Ella jugó con sus pies de manera nerviosa por debajo de la mesa, pensaba alguna forma de chantaje o manipulación para su hermano mayor. Mas no se le ocurrió nada, él era muy cerrado y cuidadoso, por lo cual no es que supiera algún secreto para revelar y usarlo en su contra. Solo le quedó ser amable. Amable y linda. Aunque lo único que logró fue lo segundo..
—Y... ¿Solo saludar?... — preguntó en un susurro —¡Hace mucho no vienen, solo te vas y me quedo sola, Jay!— se quejó mirándolo desde abajo, pues era bastante más baja que él
El joven lo pensó, y al fin y al cabo la niña tenía razón. Cada vez que él se iba ella quedaba sola, sola y con su cachorrito. Quizás, tendría que llevar más seguido a los chicos a su casa. Mamá siempre trabajaba, papá estaba vaya a saber donde y su grupo era uno, relativamente, calmo. No iban a estallar la casa... Probablemente.
Él pensó. Y pensó bien la respuesta para la niña....
—¿Harás galletas?— preguntó él elevando una ceja. La niña no comprendió su comentario, el cual en realidad era una excusa para permitirle ver a los muchachos. Sería muy raro en él tan solo aceptar, así que rápidamente buscó una condición —A Sunghoon le encantan, va a estar feliz.— finalizó con su linda sonrisa hacia la menor
Esta dejó de lado su ceño fruncido, mas bien sus cejas se elevaron y abrió sus ojos de par en par, dejando algo entreabierta también su boca por la sorpresa de dicho comentario. Su rostro se tornó rojo. Sus ojos brillaban. Finalmente, su voz temblorosa dejó salir un grito, preguntando rápidamente "¡¿en serio?!" de manera ruidosa y alegre..
Jay rió al verla tan feliz, más al saber que eso fue ocasionado por un simple comentario..
