Capítulo 5

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Aaron

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Aaron

—No Aaron, no te equivoques, a lo mejor tú te fuiste mucho tiempo, pero aquí de donde ambos somos, la familia es lo más importante y va primero, y si alguno de los tuyos le hace algo, a alguno de los míos, sí es asunto de ambos.

Me deja sin palabras, como siempre hace. Mi amá solía decir que no había nadie en el mundo que me pudiera callar y que siempre tenía una respuesta para todo. Y luego conocí a Alanna.

Se va sin que yo pueda hacer nada más, me siento muy tentado a seguirla de cerca pero la verdad ya no quiero que siga enojada conmigo, aunque si me da miedo que se vaya sola, pues. Por eso la dejo que agarre una distancia prudente de mí y agarro mi caballo, para seguirla en silencio a unos metros, donde no se de cuenta que voy tras ella pero todavía la tengo a la vista.

En el camino voy pensando en lo que me dijo. Sus acusaciones son falsas, yo jamás la engañé para acostarme con ella, yo no sabía que me odiaría solo por mi apellido y si a lo mejor lo oculté, pero no fue por eso pues. Y si, me pase de pendejo con ella, pero eso también fue un mal entendido yo nunca quise ofenderla ni cuando menos.

Y de lo de mi apá demandando al suyo no me puedo defender, yo mismo propuse la estrategia, pero yo no quería lastimar a Alanna, solo soy ambicioso con lo que tenemos, y eso nadie, ni la mujer más hermosa del mundo me lo va a quitar.

Alanna llega a su rancho luego de unos minutos y me espero hasta que entra, ya espiarla dentro de su propiedad sería demasiado, así que me regreso por la carretera listo pa ir a mi casa.

El rancho de los Montaner es grande, en la casa vivimos un montón de gente, mis abuelos, mi tía Chayo con su esposo y su hijo, mi primo Fernando, que se vino pa acá cuando lo dejo su mujer, mis papás, y nomás porque mis hermanas viven en sus casas, y mis otros dos hermanos andan en Texas. Subo las escaleras hasta mi cuarto que esta en el segundo piso mientras veo los mensajes que me manda Julián, invitándome a un baile en San Gregorio, que es el rancho donde el vive y queda a una hora de nuestro pueblo. Le digo que no podré ir, la última vez que fui con él a un baile que fue en la semana lo vi besuquearse toda la noche con una amiga de Alanna. No supe cuál era, son un montón, nomas identifico a Alanna y la que estaba con ella la noche que nos conocimos. La noche que la pasamos a toda madre antes de que descubriera de quien era hijo y todo se fuera a la fregada.

Me llevo un cojín a la cara, frustrado.

Todavía recuerdo cuando la vi por primera vez, cuando teníamos 10 años. Y luego cuando la vi la última vez, antes de irme a Texas. Diría que está igualita, pero la verdad no, cada día se pone más chula, con esos ojazos cafés, su pelo que le llega hasta la cadera y la sonrisa más bonita que he visto en toda mi vida. Todavía recuerdo sus manos sobre mi cuerpo, y las mías acariciando cada parte del suyo.

Esa noche llegué a pensar que estaba soñando, mi sueño más loco era de mí estando con ella, y que se me estuviera cumpliendo a menos de una semana de volver, me parecía algo inimaginable. Era buena en todo lo que hacía, y esa noche en el granero fue muy cercano a una diosa.

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