Capítulo 4

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Mi semana consiste en practicar, alimentar caballos, recoger huevos de las gallinas, visitar la destiladora con mi papá, dar paseos por el rancho y ordenar el presupuesto de la escaramuza

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Mi semana consiste en practicar, alimentar caballos, recoger huevos de las gallinas, visitar la destiladora con mi papá, dar paseos por el rancho y ordenar el presupuesto de la escaramuza.

A pesar de que hago todo lo que se me pide, todo lo que me gusta, todo lo que debo hacer, mi humor sigue por los suelos. No suele importarme lo que la gente me diga, vivo en un pueblo de 6,000 personas, hay chismes sobre todos todo el tiempo, me han dicho caprichuda, creída, mamona, entre muchos insultos más, estoy acostumbrada a que la gente hable mal y bien de mí.

Sin embargo, aquí estoy, carcomiéndome la mente pensando en las palabras de Aaron Montaner. No creo que disfrutar de mi vida sexual con libertad y responsabilidad sea malo, lo hago desde que tenía 17 y no me arrepiento, bueno sí, me arrepiento de haberme fijado en él aquella noche.

Pero, que no le cuente a mi familia todo lo que hago con algunos hombres no tiene nada que ver con la persona que soy, porque es mi vida y yo elijo con quien la comparto y con quien no. Y sí, me escondo un poco porque como dije, en este pueblo la gente no sabe hacer otra cosa mas que juzgar y criticar, así igual que Aaron. Aún recuerdo como destrozaron a mi hermana cuando salió embarazada, como no toman en serio a ninguna mujer qué haga lo mismo que yo, pero sin esconderse.

Es jueves por la noche cuando llega Sofía entrando directo al despacho de mi papá que a veces uso para trabajar.

—Hola, guapa, ¿Qué haces? Vengo por ti pa irnos a un baile.

—Estoy facturando el cheque de Fer, y no tengo ganas gracias— respondo repasando la cuenta una vez más.

—Pero como no vas a tener ganas de salir, si no hicimos nada el fin de semana. Ándale, vamos al baile es en San Francisco de Asís, se pone chido.

—Que no, Sofía, invita a otra no tengo ganas de salir. Estoy cansada.

Sofía me mira con ojos de cachorro manipulador, pero yo me enfoco en los tíquets en mis manos, se sienta frente a mí y me los quita.

—¿Qué tienes? Jamás, desde que cumplimos los quince me has rechazado un baile.

Me tallo la cara con fastidio, antes de dejarme caer en la silla. Sofía es mi mejor amiga, de las 7 es con la que mejor me llevo y la que más cosas sabe de mí.

—Estoy estresada, el viernes me encontré con Aaron y-

—¿Cogieron?

—No, güey, no hicimos nada desde la ultima vez. Tuvimos un encuentro que me hizo enojar, me sentí muy idiota por haber caído por él, ¿sabes lo que dicen desde que llegó?

—¿Que esta bueno?

—No—, ruedo mis ojos—, que es un pinche mujeriego que se cree que todos están a su pies, y yo no pienso ser una más de sus juegos, pero el hecho de que nomas llegó fui la primera con la que se metió no ayuda.

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