Capítulo 3

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-Ha sido muy amable por parte de Severus dejarnos la noche para nosotros solos- Luna sonrió mientras se inclinaba al lado de Vinnie.

-Sí Harry, fue muy bueno de su parte- añadió Neville, masajeando el cuello de Hermione.

-Tiene una reunión tarde, así que pensé que me vendría bien la compañía-. respondió Harry.

-¿Cómo estás después del ridículo que hizo la idiota de mi hermana?- Preguntó Ron a su compañero.

-Tratando de olvidarlo- Harry se encogió de hombros -No puedo probar que fue ella, así que no tiene sentido preocuparse por eso-.

-¿Sabes que Zacharias Smith está loco por ella?- Draco intervino -El otro día se desmayó por ella en Pociones-.

-¡Puede tenerla!- exclamó Harry.

-Creo que se llevarían bien-, reflexionó Goyle, -él es tan imbécil como ella-.

-No se equivoca mi amigo- Harry sonrió.

-Deberías haber visto su cara cuando Minerva la castigó- Hermione se rió.

-He oído que fue bastante interesante-, dijo Seamus, -se quejó a Parvati por ello-.

-Pobre Parvati- dijo Neville.

-De todos modos, ya es suficiente con las molestas pelirrojas- decidió Harry -Hay cosas más importantes de las que hablar-.

A las once de la noche la habitación estaba vacía y Harry estaba ordenando, Severus les había dado permiso a todos para salir después del toque de queda, para que no los pillaran volviendo a sus dormitorios. Una de las ventajas de estar casado con el director, pensó Harry.

Después de ducharse, Harry se metió en la cama y se durmió en cuanto la cabeza tocó la almohada, cuando Severus llegó poco antes de la medianoche, su marido dormía plácidamente, poniéndose la pijama de noche, el director se subió al lado del amor de su vida, lo acercó y se quedó dormido.

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En la torre de Gryffindor, una chica pelirroja sonreía con locura mientras abría el sobre que le había entregado la lechuza, era mejor de lo que podía esperar, lo que demostraba que las madres siempre sabían más, y su madre sin duda había dado con el producto.

Ginny comenzó a escribir con furia, su mente iba más rápido que su pluma, para cuando terminó, medio pergamino había sido llenado con todo lo que quería y esperaba durante el período del contrato de noviazgo. Era absolutamente un golpe de genio, no había manera de que Harry pudiera salirse de esta, para mañana ella lo tendría justo donde lo quería. Garabateando algunas cosas más en el pergamino, Ginevra lo metió en su baúl junto con el contrato; por la mañana se encargaría de entregárselo personalmente a Harry.

-Profesor Potter, esto es para usted-, sonrió una alumna de tercer año, entregándole un sobre de color crema

-Gracias Damon- dijo Harry alegremente.

Los Ravenclaws de segundo año y los Slytherins se encontraban en el aire, Ron se había unido a él en la lección para repasar algunas técnicas que creía podrían ser útiles. Harry estaba más que contento de tener a su mejor amigo a su lado mientras enseñaba a los alumnos. Tomando asiento en el banco de cemento, Harry abrió el sobre, sacando el papel doblado de su interior. La respiración se le atascó en la garganta, su corazón cayó al suelo, estaba mareado y su visión era borrosa.

-No, no, no- murmuró Harry sacudiendo la cabeza furiosamente -Merlín no-.

Ron, que había estado dirigiendo a un par de Slytherins, se giró al oír el sonido que hacía su compañero, notando al instante que estaba blanco como una sábana. Llamando a los alumnos para que bajaran del aire, se acercó a Harry.

THE FLAW IN HER PLANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora