Capítulo XXVII

534 55 17
                                    

Un abrazo de esos que no aprietan solo el cuerpo sino de los que son capaces de sostener las dudas  y los miedos.

Eloy Moreno



25 de diciembre, 4:30 AM. En algún lugar de Londres.


Aramis llevaba casi dos horas dentro de la habitación de Blaise, ya había atendido a Ron y curado lo mejor posible a su amigo, aunque el estado del cuerpo no permitiera mucho.

Después de esto, el francés intentó hablar con Blaise sobre lo que había sucedido con el elfo, y por qué Ron se encontraba en ese estado, pero el moreno menor esquivó el tema, sentándose en la mecedora junto a la ventana. Su actitud había vuelto a cambiar de repente, estaba siendo más consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor, aunque intentaba disimularlo, por momentos se le veía ansioso y cauteloso, frotando bruscamente sus manos recién curadas o pasándolas con frustración por su cabello al mismo tiempo que intercalaba su mirada entre Ron y el paisaje nevado de fuera, con lo que parecía ser una mirada llena de dudas e incertidumbre.

—Ya es muy tarde, lo mejor es que descanses Blaise —No hubo respuesta, por lo que Aramis dejó salir un largo suspiro y se acercó a la puerta—. Saldré, intenta dormir, volveré por la mañana. Si Ron se despierta antes de que vuelva, avísame —Blaise hizo un ligero asentimiento con la cabeza sin apartar la vista de la ventana.

Aramis bufo y luego salió por la puerta, estaba cansado, por primera vez no sabía cómo lidiar con Blaise. Se supone que él conocía y entendía de verdad a su hermano, pero con todo lo que estaba sucediendo estaba dudando de ello.

El francés caminó con cansancio por el pasillo en dirección al salón, cuando puso su vista en el final del mismo, se encontró con unos ojos verdes que lo miraban con expectativa. Antes de llegar al final, Aramis dejó salir una gran bocanada de aire.

—Hola, Sirius ya me contó lo que está sucediendo.

—Ron y el bebé están bien dentro de lo que cabe. Seguro que despierta en algunas horas.

—Me alegra oír eso —dijo el pelirrojo dejando salir todo el aire que tenía contenido—. ¿Y tú? ¿tú cómo estás? ¿Estás bien?

—¿Bien? —Aramis rio irónicamente—. Blaise casi me rompe el cuello, he tenido que curar todas las malditas heridas que tiene por todo el jodido cuerpo y acabo de romper y volver a colocar los dedos de sus manos, y el muy idiota solo me miraba con el ceño fruncido ¡Como si solo le estuviera curando una heridita, no rompiéndole un puto hueso!

—Hey, hey, calma, ven aquí —decía Charlie al tiempo que se acercaba a Aramis, pero en el momento que iba a tocarlo el francés lo apartó.

—¡No! —exclamó el moreno dando un paso hacia atrás y levantando su mano para establecer distancia entre ambos.

—Aramis, solo quería... —Charlie se acercó al moreno e intentó tocar su rostro, pero el francés quitó su mano de un manotazo mirando de manera desafiante al pelirrojo, el cual no pudo evitar que se formará una pequeña sonrisa en sus labios. Al ver aquella sonrisa burlesca, Aramis rodó los ojos y luego intentó seguir hacia el salón, pero el contrario le cortó el paso.

—Quítate.

—No.

—Charlie...

—Hablemos.

—No, quítate.

—Necesitas hablar.

Aramis dio un paso hacia atrás y miró a Charlie con desgano —Quítate o te quito.

No nos prohibirán amarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora