4. COSAS

37 7 1
                                    

Desde que soy pequeña veo cosas, cosas que no están ahí. Algunas de esas cosas tienen sangre, otras están en pedazos y unas pocas están como nuevas. También sueño, sueño con personas que no he visto nunca. En mis pesadillas veo como esa persona sufre, las pesadillas siempre terminan cuando la persona está a punto de morir de una forma dolorosa. Hay algunas noches en las que no sueño, eso significa que la siguiente persona va a morir en algunos días, cuando no sueño veo cosas relacionadas a esa persona más frecuentemente.

Las pesadillas empezaron hace algunos años. Siempre me despierto sudando, temblando y con la imagen de alguien sufriendo grabada en la mente.

La única que sabe acerca de las pesadillas es mi mejor amiga, es la única en la que confió lo suficiente para decirle algunas cosas, ella no sabe exactamente en qué consisten las pesadillas, solo sabe que son pesadillas muy fuertes y que no me gusta hablar de ellas.

Bajo las escaleras lentamente, la luz del amanecer se filtra por las ventanas tiñendo de naranja las paredes, entro en la cocina interrumpiendo la conversación de mis padres.

— Buenos días –saludo.

— Buenos días, cariño –dice mamá dirigiendo una mira de irritación a mi papá, mi papá está sentado en la masa leyendo su periódico e ignorándome como hace todos los días.

Toma una taza de café y me siento lo más alejada que puedo de mi papá. Miro la mesa fijamente y veo el brazalete que le regale a mi hermana cerca del brazo de mi papá, estiro una mano con la intención de tomarlo, lo agarro y lo acerco a mis ojos para verlo mejor.

— ¿Qué haces? –pregunta mi hermana mirándome desde la puerta de la cocina.

Miro a mi hermana y luego al brazalete que tengo en la mano, me levanto de la silla tan rápido que la tiro al suelo, pues el brazalete desapareció. Dirijo mi mirada hacia la muñeca de mi hermana en busca del brazalete, lo veo y siento como mis ojos se llenan de lágrimas, doy un paso atrás negando con la cabeza. Miro fijamente los ojos oscuros de mi hermana sin poder creer lo que estoy pensando. Mi hermana me devuelve la mirada preguntándome silenciosamente si estoy bien.

Me doy la vuelta, recojo mis cosas de la sala y salgo con paso rápido de la casa. Paso una mano por mis ojos diciéndome que no es cierto, que ella no va a morir.

...

Luego de las clases me dirijo hacia la cafetería para mi turno de trabajo, paso al frente del parque y me detengo en seco cuando veo las gafas de mi hermana en un banco, me acerco y las tomo, uno de sus lentes está roto y los pocos vidrios que quedan tiene gotas de sangre.

Salgo de mi ensoñación cuando un camión pasa ruidosamente la carretera, sacudo la cabeza y sigo caminando, tratando de quitarme la imagen de sus gafas de la mente.

Entro a la cafetería por la puerta de empleados, me cambio lo más rápido que puedo y guardo mis cosas en mi casillero.

— Llegas tarde –saluda mi mejor amiga, Anna -he tenido que atender tus mesas durante diez minutos ahora me debes diez dólares.

— Yo no te pedí que me cubrieras –digo.

— No, pero como una muy buena amiga lo hice.

Pongo los ajos en blanco por su manera de chantajearme.

— Te debo cinco –meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón y saco cinco dólares.

Ella los toma con una amplia sonrisa y va a atender sus mesas. Por mi parte miro las ordenes que están en la cocina y llevo las que corresponden a mis mesas.

A medida que pasa el día la cafetería se queda vacía. Anna y yo nos sentamos en una mesa esperando que pasen los pocos minutos que quedan de nuestro turno.

— ¿Recuerdas que te dije sobre las cosas que veía? -le pregunto a Anna en voz baja.

— ¿Te refieres a las cosas que ves que predicen la muerte de una persona?

— Sí -respondo y ella asiente con la cabeza -todo el día he visto cosas de mi hermana.

— ¿Eso... eso significa que va a morir? –pregunta.

— Eso creo –respondo y ella se tapa la boca con una mano –. Tengo que hacer algo para impedirlo ¿Qué crees que tenga que hacer?

— Yo... no lo sé, tal vez si le dices.

— Si le digo no me va a creer.

— Bueno, no sé qué más podrías hacer.

— Y que le digo, 'hola, hermana querida, vas a morir' –digo con sarcasmo– no puedo llegar de la nada y decirle eso.

— No se lo digas así, explícale todo, las cosas que ves, las pesadillas, todo y luego si le dices que has estado viendo cosas de ella.

Asiento con la cabeza. Me sobresalto cuando suena la campana que indica que nuestro turno termino, en eso entran nuestros remplazos. Anna y yo nos levantamos y vamos por nuestras cosas. Salimos de la cafetería y ella me lleva a casa en su auto, el viaje es silencioso pues yo estoy pensando como decirle todo a mi hermana.

Llegamos, me despido de Anna y bajo de su auto. Abro la puerta y frunzo un poco el ceño pues todas las luces están apagadas, no es tan tarde como para que las luces estén apagadas.

— ¿Mamá? – pregunto en voz alta.

Escucho un ruido en la cocina así que decido ir hacia ella, avanzo por el pasillo rápidamente y entro a la cocina, siento como el aire se atasca en mi garganta y mis ojos se llenan de lágrimas. Retrocedo involuntariamente hasta que choco con la pared, cierro los ojos con fuerza cuando siento como un cuchillo se clava en la punta de mi oreja.

— Por fin llego nuestra última invitada –dice mi hermana.

— ¿Q-que estás haciendo? –le pregunto mirándola, mi mirada viaja por la cocina y se detiene en el cuerpo sin vida de mi padre, mi madre está a su lado mirándome con los ojos bien abiertos y una mordaza en su boca.

— Pues, hoy me levanté con más ganas de asesinar que los demás días - dice con una amplia sonrisa– así que me dije a mi misma «porque no matar a mi disfuncional familia»

— ¿Cómo que hoy te levantaste con más ganas de asesinar?

— Ella pone los ojos en blanco y responde:

— La que debería tener gafas eres tú, no yo, enserio no te habías dado cuanta que tu hermana es una psicópata.

— ¿P-psicópata?

— Aparte de ciega sorda. Tu naciste con visiones, yo nací con el deseo de matar.

— Si eres una psicópata ¿Cómo es que no me había dado cuenta?

— Soy buena actriz. Como ya estamos al tanto de las cosas de la otra te voy a asesinar.

— ¿Cómo te enteraste de mis visiones?

— Escuche cuando le dijiste a Anna –responde con tono aburrido– ¿En qué estaba?, a, sí, en que voy a matarte.

Ella se voltea y agarra un cuchillo, me separo de la pared y saco el cuchillo de esta y lo escondo en mi espalda, ella se acerca lentamente a mí. Mi mamá trata de hablar, pero la mordaza se lo impide.

— ¿Qué tratas de decir? –le pregunta mi hermana mirándola.

Mi hermana se voltea para mirarla, justo cuando se voltea hacia mi otra vez saco el cuchillo a toda velocidad y se lo entierro en el ojo.

Me levanto de golpe y miro a mi alrededor, estoy en mi cuarto, la luz del sol entrando por la ventana.

— Vamos a llegar tarde por tu culpa, muévete –dice mi hermana desde la puerta.

Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora