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Minho no se lo pensó mucho, ni tardó en atender los deseos de su lindo y pequeño Hyunjin, ni siquiera pensó en desaprovechar la oportunidad de hacerle disfrutar cuando éste se sentía con tanta confianza.
Al mismo tiempo que se dibujó una sonrisa en el rostro del mayor fue que sujetó las caderas de Hyunjin, contando mentalmente hasta tres antes de comenzar a embestirlo con profundidad.
Mantenía un ritmo lento pero constante, arremetía firmemente disfrutando del erótico sonido que provocaban sus pieles chocando, mismo que se mezclaba con los gemidos de Hyunjin. Sin olvidar mencionar la linda imagen que Minho tenía frente a sus ojos, a su chico apretando en puños las manos que tenía aún amarradas en su espalda, sus caderas elevándose podía asegurar que por inercia, sus piernas tensándose por la intensidad que aunque pidió no imaginaba recibir de tal magnitud y lo rojas que se tornaban sus nalgas en el instante que decidió que era un perfecto momento para estampar la palma de sus manos contra su expuesto trasero.

Era innegable, a Minho le encantaba Hyunjin, y a Hyunjin le encantaba Minho.

El deseo que sus cuerpos tenían por el otro sólo aumentaba de nivel cada vez que iniciaban con el contacto físico, y ni explicar cuando éste pasaba a ser específicamente sexual. Era como si la sed de Minho no pudiera saciarse nunca, jamás dejaba de desear a Hyunjin, siempre quería más.

Hyunjin sentía un ligero dolor desde el comienzo, por supuesto, él había pedido por tal intensidad sin saber cuales eran realmente las consecuencias. Sin embargo, no sabía por qué no se le había cruzado la idea de pedirle a Minho que se detenga, en ningún segundo. Incluso podía describir ese dolor como placentero, no disgustaba en lo absoluto además teniendo en cuenta que aunque a Minho le encantaba el sexo así de duro no buscaría jamás exponerlo a un serio daño para su disfrute, eso hacía que le encante todavía más.
Le sorprendía como su cuerpo se inclinaba pidiendo por más, su cintura firme empujandose en dirección opuesta para más profundidad ¿cómo podría detenerse luego de escuchar los masculinos gemidos del mayor en cuanto el trasero de Hyunjin chocaba contra su pelvis? no, no podía quitarle eso, era adictivo.
Y las nalgadas "maldita sea" Minho había creado una nueva versión de Hyunjin, al menos en el ámbito sexual, jamás había experimentado de tal forma era realmente la primera vez que Hyunjin se animaba a probar un poco de sexo duro, también era su primer rapidín, también su primera vez de sexo "público" con la adrenalina a fondo pensando en que podrían ser descubiertos.

Hyunjin descubría una nueva parte de sí cada vez que Minho lo tocaba. Le fascinaba.

Por otro lado, la erección palpitante del menor pedía a gritos ser atendida, necesitaba de ese contacto en medio de toda la acción detrás. Se preguntaba ¿debía pedir permiso incluso para eso? ¿era un buen momento para desafiar a su mayor?

— Papi, necesito tocarme. — susurró mordiendo a continuación su labio inferior buscando recuperar el aliento, mierda, se le dificultaba increíblemente respirar con normalidad.

— ¿Quieres que te ayude o te gustaría hacerlo solo?

Esa pregunta lo llenó de incertidumbre y ni siquiera sabía por qué comenzó a dudarlo tanto. A una parte de él le daba pena cuando Minho lo tocaba de esa manera por el hecho de que lo disfrutaba tanto que no podía contenerse, y la otra parte estaba pensando en que nada se sentía mejor que la mano del mayor, además de que le calentaba la idea de mantenerse despojado del control de sus manos. Y como en una ocasión así lo último que predomina es la lógica, por supuesto que escuchó el pensamiento de la cabeza de abajo.

— Ayúdame, por favor.

Benditas palabras para Minho, tener a Hyunjin suplicando podría haberse convertido en una de sus cosas favoritas desde el primer momento en que sucedió. Lo decía de un modo tan tímido pero a la vez tan caliente que no podría describirlo con exactitud.
Y así fue, no esperó un segundo más y liberó una de sus manos para llevarla de inmediato al pene de su chico.
La calidez del tacto de Minho lograba que Hyunjin toque el cielo con las manos, podría pedir por aquello durante el día entero si tenía la oportunidad de hacerlo. Sabía a la perfección como mover su mano, abrazaba el largo de su erección con la palma subiendo y bajando con lentitud antes de aumentar la intensidad cuando rodeaba la punta de ésta, ni olvidar mencionar cuando su pulgar presionaba contra el glande antes de dibujar círculos alrededor de su humedad.
Hyunjin no podía decir nada durante el tiempo en que transcurría, todo comentario inundaba su mente -al menos por el momento-, pero en su lugar su cuerpo se encargaba de responder y comunicar sobre aquél placer experimentado.
Minho podía sentir como el interior de Hyunjin se comprimía, lo apretaba con más fuerza, luego se aflojaba durante unos segundos y apretaba nuevamente a la vez que él jugueteaba entre las piernas de su chico. 

Pero el mayor tampoco podía resistir mucho más, el erotismo que estaban viviendo entre ambos lo tenía rozando lo poco que necesitaba para terminar, pero no quería, al menos no de esa forma.
Liberó el miembro de su chico quien en respuesta soltó un jadeo casi suplicando porque continuara, pero Minho no lo iba a dejar sin la pizca de placer a la que ambos podían llegar. Sujetó la cintura de Hyunjin nuevamente y se recompuso en su posición para embestirlo con la misma profundidad que mantenían sólo que incrementando la velocidad que llevaban en el acto.
Inevitablemente Hyunjin soltó una cantidad casi interminables de gemidos agudos, y por supuesto que Minho adoraba escucharlo pero no quería ser atrapado estando tan cerca de alcanzar su objetivo. Una de sus manos liberó la cintura del menor, ahora para ir directo a su boca tapando la misma sin dejar de arremeter justo tocando el punto dulce.
Hyunjin sintió su cuerpo cosquillear de la cabeza hacia la punta de sus pies, era ahí, justo ahí.
Y en cuestión de muy pocos minutos ambos se liberaron al mismo tiempo.

Al terminar Minho giró a Hyunjin en busca de besar sus labios, profunda y eufóricamente hasta dejarlos rojos e hinchados de tanto saborearlos.
En ese mismísimo instante escucharon el sonar de alguien tocando la puerta.

De inmediato se miraron y Hyunjin atinó a tomar cualquier prenda para taparse.

— Señor Lee. — se escuchó del otro lado. Minho intentó reconocer la voz, no lo logró, no estaba exactamente concentrado.

— ¿Si?

— Soy Yang, Yongbok te espera en la oficina, dijo que necesita que firmes unos papeles. Si estás ocupado puedo firmarlos yo, sólo necesito tu autorización, ya sabes. — Minho observó a Hyunjin quien suspiraba de alivio al ver que Jeongin no abrió la puerta sin primero esperar respuesta.

— Ahora mismo salgo, no te preocupes. En unos minutos estoy en la oficina.

— Perfecto, señor, allá lo esperamos.

Ambos mantuvieron el silencio así poder escuchar si el ajeno se retiraba y así fue.

Minho aprovechó y robó un beso pequeño de los labios de Hyunjin antes de ayudarlo a vestirse, interrumpido segundos después en los que el menor decidió ir en busca del cuello ajeno. Besó húmedo y suave explorando todo rincón a su alcance y antes de romper el contacto succionó hasta dejar una marca.

¿Se había sentido celoso ante la mención del secretario? Por supuesto que sí.
¿Iba a decir algo al respecto? No aún, por lo que optó a eso como más cercana solución.

— También eres mío, Lee Min Ho. No se te ocurra olvidarlo.

⠀ .     .    𝒢⠀      bittersweet    :    hyunho. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora