Especial | Odalia Blight

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Boiling Isles
Residencia Myers
1953

Ya te lo dije, Christian. No podemos irnos del país sabiendo toda la gente necesitada que hay en la ciudad, sabes que muchos llegan a fin de mes gracias a nuestras donaciones —La mujer de ojos verdes y cabello del mismo color negó con la cabeza

Lo sé, pero sabes que yo estoy pensando en el bien de nuestra hija

—Ya te dije que no. ¿Acaso los pastores te han metido esa idea tan descabellada? —Suspiró molesta —¿Pagar tú el viaje de los de la iglesia? ¿No te parece un poco exagerado?

—Sí, lo creo. Pero yo solo pienso en el bien de nuestra hija y de nuestra familia, lo sabes bien, Elizabeth.

—Mami —Llamó una pequeña niña ojiazul mientras se frotaba los ojos —No puedo dormir...

—Oh cariño... —Se agachó a su altura y dejó un besito en su frente —¿Quieres que tu padre te lea un cuento? —Susurró tomándola en brazos y acurrucandola en su pecho. La pequeña niña asintió luego de apoyar su frente en el pecho de su progenitora —Christian, ya sabes que hacer —Dijo cariñosamente a su esposo

—A ver mi pricesita. ¿Quieres que te lleve o caminas? —La niña inmediatamente extendió los brazos para abrazarse a su padre y que este la lleve en brazos a su habitación.

—Buenas noches, mami —Susurró mientras le tiraba un beso en el aire antes de que su padre se la llevara camino a su habitación

—Buenas noches, bebé —Saludó su mamá desde la distancia.




























1954

—No es bueno que trates mal a la gente, hija —Murmuró su padre

—¿Por qué? —Dijo la voz tierna de su hija

—Porque a ti no te gustaría que te traten mal, ¿O me equivoco? —La niña agachó la cabeza apenada.
En este momento se estaba ganando un pequeño regaño luego de tratar con desprecio a la empleada domestica que trabaja en su casa

—Lo siento, papá. No fue mi intención...

—Lo sé, linda —Suspiró el mayor —Pero no debes tratar a la gente como no te gusta que te traten. Es muy feo

—Perdón... —Un puchero se asomó en sus labios y su padre sabía que estaba apunto de llorar

—Tranquila... —Su padre le brindó un cálido abrazo —Pero deberías disculparte con Alice, ella fue la que se sintió mal —Animó el hombre

La pequeña niña asintió y corrió hacia su cocina con pasos torpes, supuso que allí estaba su empleada

—¡Alice! —Chilló

—¿Qué sucedió, señorita? —La mujer la miró con una leve sonrisa, la cual se desvaneció al ver a la pequeña llorar y abrazarse a sus piernas

—Perdoname —Murmuró la niña —No quise tratarte mal

—Tranquila —La domestica acarició su cabello tratando de transmitirle tranquilidad —Está todo bien, no se preocupe

Luego de eso, la niña se prometió y le prometió a su padre que jamás volvería a tratar mal a alguien.

Pero las promesas fueron hechas para romperse ¿No?

















































El Deseo De Amar Para Siempre | LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora