Capítulo 38

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Amity Blight

Los rayos de luz comenzaban a golpear mi rostro.

¿En qué momento me había quedado dormida en el sofá? ¿Donde está Luz?

—¿Luz? ¿Donde estás? —Llamé con la voz ronca por el sueño

—¡Qué haces aún acostada, manoplas! —Exclamó mi hermano, Edric —¡Levantate! ¿O no piensas despedirte?

—¿Qué? ¿De que hablas, Ed? —Pregunté frotándose los ojos

¿Acaso lo olvidaste? ¡No me digas que no vas a saludar a la abuela! —Intervino Emira

—¿La abuela? ¿A donde va? —Dije mucho más que confundida.

Sentía que todo aquello no estaba bien, sentía que estaba olvidandome de alguna cosa. Una presión insoportable en el pecho trataba de recordármelo, pero intenté ignorarlo todo lo que pude y poder prestarle atención a las personas que me hablaban.

—¡Tesoro! —Exclamó mi abuela. Se veía muy bien arreglada, estaba usando sus mejores ropas. Se veía realmente contenta y una maleta iba acompañándola como su fiel compañera, se veía hermosa —¿No piensas despedirte bien de mí?

—¿A donde vas?

—Me voy de vacaciones, linda —Sonrió con ternura —Estoy muy contenta de poder ir a aquel lugar, unas amigas me están esperando allí —Su sonrisa se volvió más grande —Por eso quiero que se comporten y no hagan desastres, traten de no pelear mucho.

—¿Nos vas a dejar mucho tiempo? —Cuestioné sintiendo ese dolor en el pecho muchísimo más insoportable que hace minutos

Ella me sonrió acercándose para besar mi frente.

Se lo que estás pensando. Mantente tranquila, porque yo sé muy bien estarás bien y que incluso podrás lidiar con tus hermanos sin mi ayuda... —Susurró dulcemente en mi oído

«¿A qué se refiere? »

—¡Abuela! ¡El coche está apunto de irse! —Exclamó Emira tomándola del brazo para mirarla con cariño y luego llevarsela fuera de la casa atravesando el marco de la puerta. Yendo hacia un auto que la esperaba en la entrada de la casa

¿Por qué su imagen se desvanecía con cada  paso que daba?

—¿Abuela? —Me acerqué hacia la puerta, la cual una luz brillaba entre ella y cegaba mi vista

¿Por qué siento como si me estuvieran clavando miles de dagas?

No lo entiendo, es como si tuviera la necesidad de detenerla. Como si mi deber fuera evitar que ella no vaya a sus vacaciones. ¿Por qué?

¡Espera! —Grité —¡Todavía no te vayas, no estoy lista!

¿De qué no estaba lista? ¿Para estar sola?

Llévame contigo... —Susurré queriendo cruzar la puerta. Una mano en mi hombro detuvo todo intento de acompañarla, haciéndome girar en mi lugar y mirar a aquella persona a la cara. —¿Qué estás haciendo, Ed? —Reclamé mientras lo miraba consternada

—Aún no—Murmuró mirando hacia la puerta

—¿Aún no qué? —Pregunté y como veía que él no iba a responder, opté por gritarle —¡Aún no qué, Ed! —Él no se inmutó por mi tono de voz, nisiquiera pestañeo

Aún no podemos ir con ella... —Susurró mirándome a los ojos,

—No te vayas... —Dije susurrando de la misma forma que él lo había hecho.

El Deseo De Amar Para Siempre | LumityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora