El Dia Que La Inmortalidad Murió

Roxanne García

Estoy de vuelta en Atenas city, mi ciudad natal, aunque ya no vivo aquí, fue aquí donde mi madre siempre vivió, así que decidí volver a casa, para meditar unos días... las cosas no se parecen a lo que recuerdo, después de todo, eso era imposible, pues han pasado milenios, la casa fue remodelada varias veces, pero es curioso, pues aun así, me trae paz a momentos, pero no puedo evitar llorar ocasionalmente, cada que llegan recuerdos... A veces lloro por recordar mi niñez, lo hermoso que alguna vez fue, pero me duele que haya sido tan efímera, tener que enfrentar una adultez por la eternidad es horrible, pensé que tendría la vida soñada, pero una vez que creces, te enfrentas a la adversidad, y a la decepción, de no ser nada de lo que soñabas ser, y se repite la ilusión cada siglo, y terminas en desilusión a la siguiente mitad, y se repite una vez mas, por siempre será así. Como quisiera tener a mi madre ahora, escuchar sus historias absurdas, sus tonos de voz cambiantes con sus estados de ánimo, sus corajes y sus risas... sus consejos, y sentarnos juntas a charlar de la supuestamente eterna vida, y ver todas esas películas antiguas, que ahora me siento a mirar sola, me hacen llorar aunque sean cómicas, y si son tristes me causan un diluvio... me siento atrapada en el pasado ahora...

Y los días pasan, recibo llamadas de Víctor, tratando de alegrarme, me ha llegado a caer muy bien, jamás pensé que tendría una amistad con él, no entiendo cómo se mantiene tan cuerdo y alegre, a pesar de todas las circunstancias, a pesar de ser de la época de la inmortalización, se mantiene fresco, mientras yo siento, como dirían en el pasado, que me estoy muriendo, atrapada solo en los recuerdos, buscando aferrarme a lo que me traiga a ellos.