Para entender qué fue lo que pasó con ese precioso chico de mejillas sonrojadas, primero es importante conocer sucesos anteriores. Entender cómo fue que me obsesioné con él hasta el punto en que me enfermaba tener que dejar de verlo en el momento en que él salía de esa horrible heladería.
Fue un 10 de febrero de 1982 cuando lo vi. Estaba sentado en una mesa con un libro que parecía ser de romance. No sabía, jamás alcancé a leer el título y estaba seguro de que aquél chico tampoco.
Siempre que lo veía éste parecía ver a todos lados, menos a su libro.
Quise acercarme, platicar con él y conocerlo a fondo, pero simplemente no pude. Siempre fui muy tímido y temeroso.
Me daba miedo acercarme y que éste se burlara de mi, pues un homosexual en los años 80's nunca era bien visto. ¿Cierto?
El miedo a ser juzgado hizo que me apartara, que no intentara si quiera mirarlo, pero me temo que esto último no lo cumplí.
Tres días después volví a encontrarlo ahí. De nuevo sentado en la misma mesa con el mismo libro y muy seguramente en la misma página. Mirarlo me parecía tan interesante.
Como sus mejillas se sonrojaban, sus ojos curiosos mirando siempre hacia el mismo lugar. Nunca entendí por qué iba ahí, pero jamás pedía nada. Muy seguramente quería escapar de casa un rato y no lo culpaba. Tampoco me quejaba. Verlo todos los días ahí era mi parte favorita del día aunque él ni siquiera lo notaba.
Finalmente un 23 de febrero hablamos por primera vez. Se miraba tan distraído, tan preocupado, tan... tan hermoso. Había algo en ver su rostro con el ceño fruncido y levemente preocupado que me encantó. Em encantaba verlo tan perdido. Ese día decidí acercarme a él.
Caminé hasta su mesa, sintiendo el pulso fuertemente contra mi pecho, mi cuello y mis muñecas. Estaba tan nervioso.
—¿Necesitas ayuda?
Pero él ni si quiera me miró. Negó con la cabeza y me ignoró por completo. Eso me hizo rabiar. Solté un gruñido sin poder evitarlo y regresé a mi mesa.
Después de un tiempo él pareció ver algo que lo calmó, pues de nuevo podía ver sus ojitos curiosos asomándose por el costado de ese pesado libro que siempre llevaba. Sus mejillas adquiriendo ese característico color rosado y sus labios levemente entreabiertos.
Hermoso. Él era hermoso.
Esa vez, como siempre, llegué antes que él. Esperando ansioso la llegada de aquél precioso chico. Mis piernas se movían rápidamente con desespero, no pudiendo aguantar ni un poco más a su llegada.
Dios quería que estuviéramos juntos pues justo cuando comencé a desesperar más y rascar la piel de mis brazos violentamente, él finalmente cruzó por esa puerta.
De nuevo con ese característicos sonrojo en sus mejillas. Esa vez te veías precioso. Con una linda boina de color beige sobre tu cabeza. Vestías una linda playera de color blanco, con un pantalón del mismo tono que tu boina, y un bonito suéter color azúl cielo.
Ese día, a diferencia de todas las otras veces que te vi, parecías decidido a pedir algo. Me levanté rápidamente de mi lugar, y caminé en la misma dirección que tú.
—Lo siento tanto, no te vi.
—Lo sé. No te preocupes. -reí.
Me parecía tan gracioso el hecho de que yo estaba tan enamorado de ti, soñando contigo y esas preciosas mejillas sonrojadas cada noche, y tú jamás parecías notarme.
Sin embargo, la gran sonrisa que tenía se transformó en una mueca de amargura. Ahí estabas tú, sonriente hablando con ese chico del mostrador. Platicaron por un buen rato incluso aunque él ya te había entregado el cono de helado.
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Sky || KEESOUL
FanficA Soul siempre le gustó el color azúl del cielo, un color que ciertamente no estaba ahí, pero que podía ver. Un color que le hacía sentir como en casa. HISTORIA MUY, MUY CORTA