El Vecino y la app

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Un relato corto, de una experiencia efímera

Las aplicaciones nunca fueron lo mío. Jamás había descargado una app de citas, y el día que lo hice me llevé una linda sorpresa.

Soy Micaela, y por aburrimiento descargué una app de citas en mi teléfono celular, esta tenía como función conectarte con gente cercana para que puedas hacer Mach con ellos.

El fin de todo esto es conocer gente, aunque digamos que en mi caso, solamente conocí a alguien un poco más a fondo, cuando la app nos recomendó él dijo no conocerme, pero yo si lo tenía en vista.

Él se llama Esteban, un vecino, un chico lindo, ojos claros, rastas y tatuajes, quería comérmelo entero.

Él no era ni lento ni perezoso, esa misma noche me pidió para vernos, a lo que sin vacilar mucho, accedí.

Era invierno, me esperaba para las 22:00 en su casa, fui abrigada con un tapado negro, unas calzas ajustadas del mismo color y una diminuta tanga roja para que se entretenga.

Llegando la hora le mandé un mensaje diciéndole que ya estaba afuera, no tardó mucho en atenderme.

-Hola, ¿Cómo estás? -dijo amablemente abriendo el portón de su casa, aunque hacía frío, él estaba en musculosa, mostrando sus marcados brazos y los tatuajes que tanto me gustaban.

-Muy bien, ¿y vos? -respondí de manera coqueta, mientras lo miraba de pies a cabeza con ganas de empezar a comer.

-Muy bien ahora que llegaste -responde con una sonrisa.

Luego de eso, me hizo pasar, tenía una habitación en el fondo de su casa, a la que me llevó con desespero.

Una vez ahí me senté en la cama y comenzamos de charlar de manera normal, hasta qué...

-Así que sos buena chupándolo -me dice, es algo que le había comentado en la app, soy buena dando orales.

-Me han dicho que sí -respondo con una mirada atrevida.

-¿Puedo comprobarlo? -Dice acercando su pelvis hacia mí.

-Sería un placer -respondí mordiendo mi labio inferior mientras mis manos se dirigían a su entrepierna.

Él se desabrochó los pantalones y yo lo ayudaba a sacárselos, y fue ahí cuando lo vi, terrible polla gorda se cargaba, y estaba muy venosa.

Era lindo, atractivo, buena onda y con un miembro enorme, mierda, me había sacado la lotería, me caliento de solo recordar esa polla.

Dedicándole una sonrisa, tomé ese cacho de carne y lo puse sobre mis labios, comencé a recorrerlo con la lengua dejando besos en todo el recorrido, hasta que me lo metí en la boca y comencé a chupárselo.

Podía escuchar sus jadeos y suspiros, lo cual me motivaba más, levanté la vista y lo vi gozando, lo que hizo que se la chupara con más intensidad.

Mi boca era grande, aguantaba bien todas las pollas regulares, pero esta estaba haciendo que me atragante, me colmaba toda, y era deliciosa.

-Si seguís así me vas a hacer acabar -dijo el muchacho.

-Quiero que me cojas antes de acabar -respondí sacando su miembro de mi boca, y dejándole una lamida en la punta, me puse de pie mirando su cara de placer e hice a un lado mi calza, y me puse en cuatro en su camita, para que pudiera ver mi entangado culo entregado para él.

Sólo me nalgueó y corrió mi tanga, mi vagina ya estaba muy húmeda, así que no había motivos para dilatarla, se puso un condón y me lo metió entero.

-Ay, mierda -susurré al sentir ese enorme pene entrando sin piedad en mi interior.

Me tomó con la dureza de sus manos y comenzó a embestirme a su gusto, haciendo que apoye todo mi pecho en su cama levantando más mi cola para él.

Luego, con su fuerza me cambió de posición, poniendo mis piernas en sus hombros, ahí pude ver su macizo cuerpo chocando contra mi rosada vagina, era todo un espectáculo.

Finalmente me puso encima de él, como si no pesara nada, y ahí fue mi momento de cabalgar, veía su cara de gozo con cada uno de mis movimientos y sentía como sus manos se apegaban a mi culo, dándole fuertes apretones.

-Mi culo es tuyo, mi maldito culo es tuyo -decía mientras movía con más intensidad sobre su mástil.

Sin poder resistir más, me tomó del cuello y me puso en cuatro, acto seguido se quitó el condón, y creí que iba a romperme la cola, pero no, lo que hizo fue bañar mis nalgotas con su calentito semen.

Como si se tratara de un pintor, había pintado mis dos nalgas de blanco, haciendo que esta chorree su jugo.

Solo jadeó de placer y agitó su polla para que cayera hasta la última gota sobre mi.

Al llegar a mi casa note que tenía tres llamadas perdidas de mi novio, así que le devolví la llamada.

-Hola amor -me dice- ¿Donde estabas? Me tenías preocupado...

-En la casa de una amiga, no sabes lo bien que la pasé.

Sexo En Diferentes VocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora