— Vamos Zuzu! Ese tipo se lo buscó. Ese cabrón de mierda no paraba de despotricar tonterías sin sentido sobre tí. — pronunció con brusquedad el joven pelicenizo.— Esa no es excusa para casi mandar al hospital a un niño. — lo miró acusatoriamente el peliverde a su lado.— En serio, no sé cómo todavía no te han expulsado. — suspiró pesadamente, sin creer realmente lo que decía.
La escuela jamás desaprovecharía la oportunidad de ganar fama y prestigio tan fácilmente. Después de todo, Kachan tenía todas las de ganar para entrar a la UA. Por el mismo motivo era que no se preocupaban por un quirkless como él. Inclusive, fomentaban a los alumnos a maltratarlo. Por suerte, pocos eran los que realmente realizaban tales horribles acciones. Y con Kachan protegiéndole, sumado a su conocimiento en defensa personal, tenía la posibilidad de vivir una vida algo más sencilla.
Continuando con los dos tortolitos, ambos se encontraban caminando juntos de regreso a sus hogares, como cada tarde desde hacía ya un tiempo. La tranquilidad reinaba a su alrededor. Disfrutaban de la suave brisa de marzo, cuya frialdad les daba la excusa perfecta para entrelazar las manos en el interior del cálido bolsillo del más alto.
El rosado de sus mejillas tenía otra razón de su presencia además de la congelante temperatura en el ambiente.
Discretas miradas de aquí y allí bailaban en un vaivén sin fin, colisionando de cuando en vez.
Se amaban. No había ni que mirarlos para saberlo. Podía olerse en el aire.
Pronto, sin percatarse, se encontraban enfrente del portal de la casa del más bajo. Se despidieron como cada tarde, con un dulce beso en los labios, tan corto como cualquier pico. No les importaba si los descubrían. Sus familias ya sabían de su relación y los apoyaban desde el fondo de sus corazones, con completa sinceridad. Algo que agradecían en demasía.
Kachan dió la vuelta en dirección a su casa una vez que escuchó el clic de la puerta al cerrarse. Sentía la necesidad de asegurarse de que su adorable rollito de canela verde llegaba sano y a salvo a su hogar. No era ningún inconveniente. No vivía muy lejos de ahí. Además, cuanto más tiempo tuviera para pasarlo con ese hermoso nerd, mejor.
Minutos después, en la casa de los Midoriya, Izuku ya había dejado todas sus cosas en su habitación y se preparaba para empezar a cocinar. Su madre, como cada día, se quedaría en el trabajo hasta tarde. Por suerte, le había hecho dos deliciosos bentos para que no se saltase la comida ni la cena.
Mientras cortaba las verduras para la ensalada, organizaba sus pensamientos y recordaba lo que haría esa tarde. Seguidamente, prendió la estufa, vertió en la sartén un pequeño chorro de aceite y empezó a freír lo recién cortado. El plato de hoy: verduras salteadas. Nada más.
Normalmente, un chico de 15 años en pleno desarrollo debería comer mucho más que solo un plato de verduras salteadas. Al menos, acompañarlo con arroz. Pero la economía no estaba del lado de su familia. Así que no le quedaba de otra que aguantarse el hambre y seguir hacia delante. Esta misma era la razón de su escasa altura y ligero cuerpo, aunque sigue rondando lo sano, de milagro. Uno diría que no es para tanto pero... ¡El chaval medía 1,53 m! Era más pequeño que las chicas de su clase. ¡Incluso más que las de segundo!
A veces envidiaba a Kachan. ¡Ese chico ya medía 1,70 y seguía creciendo! ¡¿Hasta cuánto más iba a continuar?!
Por lo menos, todavía poseía masa muscular. Todo gracias al entrenamiento diario que realiza. No es algo muy exagerado pero es suficiente. La fuerza nunca fue su punto fuerte. Sin embargo, la resistencia y perseverancia es lo que mejor se le da. Además, su cuerpo es ágil y extremadamente flexible, casi podría parecer que no tiene huesos en el cuerpo. También, su falta de peso (50kg) le permite moverse más rápido que las personas normales. Es por estos motivos que se ha concentrado en fortalecer sobre todo el tren inferior, músculos imprescindibles para la velocidad. Eso no quiere decir que haya dejado de lado al resto del cuerpo, siendo sus brazos, espalda y abdomen en lo que más trabaja después de sus piernas.
En fin, acabó de comer y lavó, secó y guardó todo lo usado. Posteriormente, subió sin prisas las escaleras. Su cuarto era completamente normal. Tenía una cómoda cama individual con manta azul pegada a la pared de la izquierda. A la derecha había una estantería repleta de libros variados (medicina, ingeniería, biología, psicología, combate, anatomía humana, etc.). Todos y cada uno de ellos leídos y memorizados por el joven peliverde. Junto a esta hay una cómoda. Y al frente estaba un escritorio con una pequeña estantería encima. Estantería con todos los volúmenes de análisis de quirks que el peliverde escribió a lo largo de los años. En ellos podías encontrar minuciosamente detallados los quirks de tanto héroes como villanos, sugerencias para corregir sus debilidades o minimizar el retroceso de la habilidad, e incluso diseños de armas y equipos que podrían mejorar el uso de los quirks. La única excepción era el primer volumen. Una libreta dedicada exclusivamente para el desarrollo del explosivo quirk de Kachan.
Izuku alcanzó a coger un par de libros de medicina, además de uno de ingeniería, de la estantería. Se sentó a estudiar en el único escritorio de la habitación y, horas después, prosiguió investigando sobre nuevos héroes o villanos en su vieja computadora.
Así continuó su rutinaria tarde hasta la hora de la cena. Bajó y calentó algo de leche para él y un vaso de agua junto algunas pastillas para dormir recetadas a su madre. Lo siguiente que hizo fue comenzar a elaborar el bento de su madre para mañana, pues también trabajaba los fines de semana, pero solo hasta las 14:15 pm. Finalmente, terminó de hacer su propio bento para el día siguiente y volvió a su cuarto, listo para empezar con una noche de estudio de las materias curriculares, a pesar de ya haber pasado los exámenes. Después de todo, estaban a casi mediados de marzo. Ya no quedaba nada para acabar su último año de secundaria. Una semana, una mera semana era lo que faltaba para que comenzarán esas 2 semanas de vacaciones. El examen de admisión a la UA se llevaba a cabo justo el primer día de la última semana, y debía esforzarse al máximo hasta entonces. Al no tener un quirk, tendía que sacar casi matrícula de honor en el examen si quería tener alguna posibilidad de entrar a la UA. No podía permitirse vaguear. Si no, adiós UA. Su único consuelo era saber que tenía una beca que minimizaba sus gastos escolares. Esta había sido el milagro que le había permitido asistir a clases hasta hoy y que le permitía poder aplicar a la UA. Para algo tenían que servir sus esfuerzos en sacar notas entre los 90 y 100 puntos.
~Al día siguiente~
Despertó con la tranquilidad de la mañana y el repetitivo pitido del despertador. Estiró sus extremidades, que crujieron cual cáscara de nuez rompiéndose. Cómo cada sábado, su día empezaba a las 6:00 am. Enseguida, bajó a la cocina. Pegado a la nevera había un papelito con la letra de su madre.
«Gracias por los bentos cariño. Estaban deliciosos.
¡Mucha suerte en el trabajo hoy mi niño!»Sonrió abriendo la puerta de la nevera. Alcanzó el cartón de leche con facilidad y se sirvió un vaso. Sintió con gusto el frío tacto del líquido remojar su traquea y contentar a sus papilas gustativas con su dulzón sabor. Una vez acabó su desayuno, comenzó otra vez su rutina mañanera. Dejó el vaso usado en el lavaplatos y salió en dirección al baño. Allí se lavó la cara, esperando despegar sus aún adormilados párpados. A continuación, se preparó para su salida mañanera de 15 min de trote. Vestía una sencilla y desgastada camiseta gris claro junto a un chándal verde moho y sus confiables zapatos deportivos rojos al momento de salir.
De vuelta en casa, se comenzó a alistar para ir a trabajar. Con una ducha rápida de 5 minutos y un cambio de vestimenta a algo más adecuado, ya estaba listo. No hizo falta nada más que un pantalón de mezclilla, sujetado a su cintura por medio de un delgado cinturón negro de hebilla, y una camisa blanca, algo ancha y con las mangas arremangados hasta los codos, metida por dentro del pantalón para hacerlo ver toda una belleza. Claro que no hay que olvidar a sus preciadas compañeras, sus deportivas rojas. Por último, oculto bajo la camisa, llevaba una cadena con el símbolo del infinito en él, un regalo de Kachan en su primer aniversario hace unos meses.
Acabados los preparativos, salió de casa directo a la librería.
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Segundas Oportunidades
Random«¿Por qué los villanos son tratados como seres inhumanos? ¿Acaso no son personas al igual que nosotros? Entonces, ¿por qué?» BNHA- Izuku quirkless au Advertencia Yaoi (si no te gusta este género, le sugiero amablemente que no haga comentarios despe...