2.¿Tu Aroma?

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Los besos de Ilán eran deliciosos.

Él utilizaba un bálsamo de cacao con un dulce sabor a chocolate.  Rea tenía la costumbre de lamer sus labios durante el trabajo porque su omega dejaba rastros de su sabor en ellos.

Rea solía burlarse de Ilán diciéndole que besarlo se sentía como morder un bizchoco recién horneado: esponjoso y dulce.
Ilán le decía que besarla se sentía como comer una fresa: primero quería una y después terminaba devorando diez.

Aveces ambos simplemente no podían mantener sus labios alejados. Era como algo magnético uniendolos. Claro, a ellos no les molestaba, pero había momentos en los que la necesidad de tocarse el uno al otro traspasaba los límites de lo posible. Ilán solía ir a la oficina de Rea por unos cuantos mimos que siempre terminaban con ella inclinando a su esposo sobre el escritorio y con él totalmente ronco por contener la voz.

Pero esa noche, cuando Ilán la besó y desabrocho el cinturón de Rea, ella solo podía pensar en lo mucho que quería que todo acabara de una vez.

Intentó no pensar en ello. Su mente estaba hecha un lío. Desde que la hija de un alto funcionario desapareció todo se había vuelto un caos en los medios y la policía no dejaba de incrimar gente al azar. Los abogados ahora estaban pagando el precio. Tuvo que hacer horas extra y eso, sorpresivamente, no le molestó.

No le era trabajoso mantenerse alejada de su esposo por unas cuantas horas más. Y eso no era normal en ella.

Cuando llegó a casa sus cachorros se apresuraron hacia sus brazos. Levi, de tres añitos se trepó en sus hombros y Aria llegó gateando tan rápido como una tortuguita.
Rea rió al tener a ambos niños sobre sí. Los dos gritando emocionados y tratando a su madre alfa como un juego donde se podían colgar y balancear.

Levi se dejó caer en sus brazos para frotar sus cabellitos castaños contra su cuello. Rea rió. Sus sentidos fueron embotados con el aroma de sus pequeños.

—Te olvidas de mí...

Levantó la mirada hacia su esposo, quien estaba bajo el marco de la puerta de la cocina con un lindo delantal a flores. Su figura pequeña se delineaba a la perfección con su atuendo y los listones que lo sujetaban acentuaban su cintura. Se veía precioso. Pero Rea sólo lo pudo mirar y pensar que él solía odiar ese delantal.

Su madre se lo había regalado, Ilán decía que parecía una ama de casa de los 80's con el puesto. Por eso nunca lo usaba.

Rea le sonrió débilmente.

—Hola, cariño.

Bajó la mirada hacia sus cachorros, sólo para ignorar el ceño fruncido de Ilán, causado por el insípido saludo.

Ilán era de las personas que no soportaba comer en silencio. Siempre tenía que haber una conversación, música, o una buena película para complementar sus alimentos. Por esa razón, Rea había instalado una pantalla en el comedor.

Pero últimamente Ilán era silencioso. Reprendía a sus cachorros cuando reían o jugaban con la comida. No permitía nada de ruido más que el de los platos y cubiertos. La alfa no dijo nada.

—¿Vas a... Irte? —Ilán estaba bajo las sábanas y listo para dormir, pero miró fijamente a su esposa mientras ella tomaba su laptop.

—Tengo que arreglar unos papeles. Hay muchos casos gracias a la desapareción de la chica Ranfell y no creo dormir esta noche...

El omega asintió lentamente. Se encogió entre las colchas, como un gatito triste. Rea solo lo observó de soslayo, antes de girarse hacia la puerta.

—Pero no podré dormir... —Murmuró cuando ella giró la perilla.

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