100 km/hr

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Habían pasado exactamente dos semanas desde que aquel extraño, ¿Kim... Taehyung?, aun recuerdo un poco su nombre... entró a mi departamento para esconderse de quizás graves problemas. En fin, no era asunto mío y prefería que no lo fuera, aunque todos los días después de ese miércoles me seguía preguntando si logro escapar de aquellas personas de las que huía. 

¿Y por qué debería de importarme? — pensé mientras tomaba mi café, he de confesar que mis días no están completos sin cafeína en mi sistema.

Vivía cómodamente, trabajaba y podía darme mis gustos, nada tan extravagante claro esta, pero me alcanzaba para llevar una buena vida aunque la mitad del tiempo me quejara de que todo era demasiado caro y demasiado duro de sobrellevar. Desde pequeña soñaba con tener mi espacio para mi sola y anhelaba conseguir un trabajo lejos de casa después de la universidad que me permitiera echar a andar mi plan.

Nunca he sido de muchos amigos, inclusive podría decirse que yo soy mi propia mejor amiga, no me gusta ir a fiestas, tengo muy poca paciencia, soy más bien de sobre pensar las cosas antes de actuar y detesto las llamadas inesperadas. Quizá la definición mas cercana a felicidad que conozco es ponerme los audífonos y disfrutar de una buena playlist sin que me interrumpan.

Me dispuse a terminar mi café mientras miraba por aquel enorme ventanal que tenían hacía la calle, desde ahí podía observar mi departamento, cientos de personas pasaban a toda prisa para no perder el autobús y llegar lo más pronto posible a su casa. Todos estábamos consumidos por la rutina, crecer es complicado.

Disculpe, la cuenta por favor.  —Le señalé a la mesera mientras comenzaba a sacar mi tarjeta para pagar.

Señorita su cuenta esta pagada, un joven castaño dejo cubierta la cuenta antes de retirarse y me pidió que le entregara esto – concluyó  y extendió un pedazo de servilleta mientras se alejaba para seguir atendiendo el lugar.

Abrí aquel trozo de papel y al comenzar a leer una pequeña parte de mi sintió una corriente en el cuerpo:

"Gracias por recibirme aquel día aunque pudiste ser mejor anfitriona" - KT

No podía creer lo que estaba leyendo, ¿Aquel loco que entro a mi casa hace dos semanas ahora me pagaba el café y me dejaba una nota dando un intento de gracias?. Debía estar soñando, ¿Cómo me reconoció? ¿Cómo sabe que estaba aquí? ¿Estará siguiéndome?, miles de escenarios paranoicos pasaban por mi cabeza mientras tomaba mis cosas para largarme de ahí lo más pronto posible.

....

Maldita sea, el nuevo vecino no deja de martillar y son casi las 9 pm, ¿Qué le pasa? Tenemos que dormir porque mañana trabajamos.

Había llegado hace más de dos horas a mi departamento y todavía mi cabeza seguía dando vueltas con aquella rara situación en la cafetería, no quería hacerme ideas pero me resultaba inquietante saber que ese extraño pago mi cuenta y simplemente se fue, ¿por qué no se acercó a saludar?, digo tampoco es como que hubiera querido, inclusive mucho mejor que no se acercó porque le hubiera gritado y no hubiera aceptado su intento de discul... ¡¡¡AAAAGH!!! ¿QUÉ NO PUEDE DEJAR DE MARTILLAR POR UN MOMENTO? —grité saliendo de mis pensamientos.

Sin duda el nuevo vecino estaba colmando mi paciencia y me tendría que ver en la penosa necesidad de reclamarle tan pronto supiera quién es por el molesto ruido desde hace 2 semanas que se mudó.

...

Otro Lunes que se me hacía tarde, la alarma no había sonado a tiempo una vez más, o quizá sí y solo fui yo posponiéndola 30 minutos más. Lucho conmigo misma cada inicio de semana por no morir en el intento y llegar a la oficina puntual, es la desventaja de tener un trabajo híbrido, algunos días en casa y otros días presenciales, todo era un caos cada inicio de semana.

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