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El fin de semana terminó por lo que ahora Osamu Dazai se encontraba en el asiento de copiloto del auto, miraba por la ventana con rostro adormilado mientras su padre le hablaba sobre algo que él no entendía para nada puesto que no le estaba prestando atención.

— Osamu, ¿me estás escuchando? — El mayor lo miró de reojo al ver que su hijo no emitía palabra alguna.

— No.

Mori suspiró sin despegar la vista de la carretera. Dazai normalmente estaba irritable en las mañanas, pero esta vez había algo más.

— ¿Pasó algo durante tu fin de semana, hijo? — Decidió preguntar y su corazón se estrujó al ver el puchero involuntario que hizo el menor.

— Es solo que Chuuya... bueno, lo mismo de siempre.

— Están pasando por una etapa complicada pero todo les va a mejorar, aún son jóvenes y sabrán solucionar esto de la mejor manera. — Le dedicó una cálida sonrisa al castaño y este le regaló una pequeña sonrisa de igual manera.

En menos de cinco minutos ya estaban frente al gran edificio que era el instituto del menor. El de ojos miel hizo una pequeña rabieta a su padre suplicándole el saltarse el día de clases pero el mayor prácticamente lo sacó a patadas del auto.

Osamu caminó para adentrarse al instituto y alguien casi saltó encima de él, haciendo que perdiera el equilibrio y por poco cayera.

— ¡Dazai, sin caerte! — Se carcajeó Tecchou sosteniéndolo para evitar que se estrellase contra el suelo.

— Si te me tiras así como se supone que me mantenga en pie. — Le bufó rodando los ojos.

— ¿Qué tal el fin de semana? Te perdiste la fiesta del año en casa de Tachihara, estuvo épico — Ambos amigos se encontraban caminando hasta sus casilleros.

— Sí, me imagino. Mi fin de semana no estuvo mal, tener casa sola es lo mejor del mundo.

— Me imagino que sí — Le miró con picardía y rió por lo bajo —. ¿Ya llegó el señor Mori de viaje? ¿Me trajo algo?

— Que te va a estar trayendo nada — Se burló el castaño mientras sacaba el libro de Literatura, materia que les tocaba ahora —. Sí, ya llegó. Te trajo una caja de bombones de esos que te gustan pero me la terminé comiendo yo, sorry.

— ¡¿Cómo te atreves, Osamu Dazai?!

Tecchou llevó una mano a su pecho con una expresión dolida haciendo reír al menor. Ya luego de que Tecchou haya sacado sus cosas de su locker, el dúo se dirigió al aula de clases para ver su primera clase.

Al entrar, estaban obligados a dejar sus celulares en una caja que estaría a cargo del profesor de turno. Ambos tomaron asiento en sus respectivos puestos.

— Parece ser que el profesor Verlaine aún no llega — Observó Tecchou —. No lo vi hoy en la entrada y ya la clase debió de haber empezado hace... cinco minutos.

— Ojalá y tengas razón porque la verdad me acosté tarde anoche y tengo mucho sueño. — Se quejó el castaño ganándose unas palmaditas en la cabeza por parte de su amigo.

— Que raro viniendo de ti. — Y no mentía, de hecho Dazai era de esos de los que dormían temprano aunque no lo pareciera. Siempre era quien terminaba con la cara pintada en las pijamadas.

— Que puedo decir, he mejorado.

Tecchou iba a decir algo pero un apurado Verlaine entró al aula dejando todas sus cosas sobre el escritorio.

— Siento la demora, alumnos — Se disculpó el rubio acomodándose el cabello que se veía desordenado —. Bien, daré inicio a la clase. Abran sus libros en la página 57, por favor.

bad habit  𑁍  kunikidazaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora