bad habit 𑁍 kunikidazai

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El castaño soltó un sonoro bostezo, importándole poco el regaño que el profesor de ciencias le estaba otorgando. Y bien merecido que se lo tenía, pero así era él.

— No es posible, Dazai. Entiendo que estés en tu último año escolar y te creas tener todo el derecho de hacer lo que se te venga en gana, pero no puedes realizar una inocente travesura y esperar salir impune de ella. — Con ambas manos en la cintura, el profesor de ciencias, Rimbaud, lo regañaba.

— Sólo estaba jugando con él, su falta de equilibrio no tiene nada que ver conmigo, profesor Rimbaud. — Dramatizó el menor haciendo un puchero.

— Estarás feliz de saber que ese jueguito tuyo acabó con Tanizaki en enfermería y por si fuese poco, con su proyecto de ciencias completamente inservible.

— Entonces le hice un favor. Está con licencia de clases y usted le colocará una buena nota por su proyecto, a pesar de que era una basura. ¿No es así?

El profesor negó con su cabeza mientras soltaba un suspiro. ¿Cómo es que este mocoso malcriado que tanto desastre causaba, seguía en una institución tan prestigiosa como esta? Lo que era tener buenos contactos.

— Eres un caso perdido, pero ésta vez no te saldrás con la tuya. Te quedarás al final de las clases, ayudarás a recoger lo de la feria esta tarde. — Sentenció el mayor y el castaño inmediatamente abrió sus ojos de par en par.

—¿¡Qué!? ¡No puedo hacer tal cosa! ¡Tengo compromisos importantes que hacer luego de clases! — Alegó con desespero y agitando sus manos frenéticamente.

Rimbaud se ajustó las gafas con su dedo de en medio antes de responder: — No te vendría mal aprender a posponer las cosas, en ese caso.

— Al menos permítame mi teléfono celular, debo avisarle a m... — Fue descaradamente interrumpido.

— ¿A tu padre? No es problema, te aseguro que el director se encargará de llamarlo personalmente. — Osamu entrecerró los ojos ante el tono disimulado de maldad en aquella oración que salió de los labios del profesor. Suspiró sonoramente y terminó encogiéndose de hombros.

— Bien, ni que tuviera de otra. ¿Ya puedo volver a clases? Me estoy perdiendo matemáticas.

– Ya, anda. Entrégale esto al profesor para que no te coloque la inasistencia. — Rimbaud le pasó una hoja de comunicado firmada por él. El moreno la tomó de mala gana y se dirigió a la puerta.

— Usted queda anotado en mi lista negra por hacerme esto, aún está a tiempo de arrepentirse. — Osamu lo miró desafiante y sólo ganó una risita involuntaria del contrario.

— Estoy dispuesto a correr el riesgo, muchas gracias por tu preocupación.

Dazai soltó un bufido y salió del laboratorio con un sonoro portazo. Con fuertes pisadas y a zancadas retomó el rumbo al aula de matemáticas.

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El timbre de la última hora de clases retumbó en las paredes de todo el colegio. Cremalleras de mochilas abriéndose y cerrándose, sonidos de lápices cayendo al piso y conversaciones de estudiantes se lograban escuchar.

Dazai solo podía lloriquear mientras guardaba sus cosas en su propia mochila. Su amigo y compañero de puesto, Tecchou, lo miró con curiosidad.

— Llegaste tarde y estás haciendo berrinche, ¿qué fue lo que hiciste? — Cuestionó el pelinegro de forma tranquila, levantándose de su asiento en espera de que su amigo terminara de guardar sus útiles para salir juntos.

— ¡No hice nada! Me culpan injustamente, hoy no es mi día — Se levantó y ambos estudiantes se encaminaron a la salida del aula —. Hoy estoy ocupado, no podremos ir a casa de Atsushi en la noche, probablemente estaré castigado hasta que cumpla los 50 años.