~𝟎𝟒~

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Tras un camino en total silencio con Senju, os parasteis en frente de una escalera de madera hecha en un árbol, parecía formar parte de él

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Tras un camino en total silencio con Senju, os parasteis en frente de una escalera de madera hecha en un árbol, parecía formar parte de él.

― Sube.― te ordenó la de pelo blanco.

― ¿Para qué?― preguntaste con desconfianza y con el ceño fruncido.

― Eso ya lo sabrás pronto. Ahora sube.

― Para tu información, tengo las manos atadas y una muñeca hecha mierda por uno de tus amiguitos, ¿así que cómo subo? 

― Tienes razón.― dijo la chica ignorando tu mal tono, parecía estar pensando, pero después de eso sonrió.― Tengo una idea.

― Haber cuá-

Tus palabras fueron interrumpidas porque notaste como la chica te cargaba, a pesar de que tú le ganabas en altura, te puso en su hombro sin ningún tipo de esfuerzo y comenzó a subir por las escaleras con rapidez y agilidad característica en los de su especie.

Al llegar a arriba, te dejó en el suelo. Te tambalaste un momento por la velocidad con la que habíais subido la que te dejó aturdida, pero pronto te recompusiste.

Estabais en una parte llana que sobresalía de una rama gruesa del árbol, y un puente colgante pero estable en frente vuestra, que conectaba con un montón de casas en buen estado y bien cuidadas que estaban a la altura de los árboles.

― Vamos.― habló Senju tirando de tu brazo, haciendo que desvíes tu atención del precioso paisaje ante tus ojos.

Poco después, tras pasar por delante de varios puentes colgantes (el cual al principio te causó un poco de nervios pasar) y por varias casas, llegasteis a una gran superficie plana a la que todos los puentes dirigían en determinado momento, y en el centro había un edificio más grande y llamativo que los demás, era como una gran sede y se notaba que era importante.

Fuiste hacia dentro siendo empujada por Senju, subisteis unas escaleras hasta que llegasteis en frente de una puerta. Senju la abrió y nada más ser abierta viste a los chicos que te habían secuestrado y otros cuantos que no conocías en la misma habitación. Al abrir la puerta, la conversación cesó y todas las miradas se dirigieron a ti de inmediato, observándote de arriba a abajo, lo que te hizo sentir incómoda.

― Hablando de la reina de Roma, es ella.― dijo Kazutora, quien estaba sentado en un puff (como casi todos los demás en la sala), alrededor de una mesa grande muy baja.

― Hola preciosa, ¿cómo va tu muñeca?― preguntó Baji burlándose de ti, le parecía muy gracioso provocarte, lo peor es que siempre lo conseguía.

Eres muy impulsiva y fácil de enfadar.

― Hola imbécil, ¿cómo se siente ser tan estúpido? Debe ser triste no tener un cerebro que funcione bien.― preguntaste en el mismo tono que él, la diferencia es que tú estabas molesta.

― Os dije que es muy gruñona.― susurró hacia el chico con el pelo rizo teñido de naranja y otro chico muy alto e intimidante, pero con la intención de que lo escucharas.

― Tenías razón Baji, tanto en lo de gruñona como en lo de bonita.― dijo el chico de pelo naranja, este no paraba de sonreír y tenía los ojos cerrados.

Después de eso hubo un silencio, en el que todos se dedicaban a mirarte, pero había una mirada más intensa que las demás que te provocaba mucha incomodidad. Giraste la cabeza a dónde sentías que te miraban y te encontraste con que Mikey te miraba fija e intensamente. Al notar que lo mirabas, miró a tus ojos y tú a los de él, desafiándoos con la mirada. No tenías intención de ceder ante su mirada, pero Senju lo interrumpió, tirando de ti hacia la mesa en el centro de todos.

― Siéntate ahí.

― ¿Y si no quiero?― preguntaste desafiante, pero un empujón de la peliblanca hizo que cayeras de culo encima de la amplia mesa, esta estaba muy cerca del suelo.

― Todo sería mucho más fácil si no contradijeras y negaras todo lo que decimos, ¿no te parece?― preguntó la peliblanca, sentándose en un puff al lado del chico grande e intimidante.

― No.― respondiste en un tono neutral.― No pienso haceros caso en ninguna cosa que digáis.

Giraste la cabeza hacia Kazutora cuando lo oíste soltar una risita, y miraste hacia los demás, viendo que la mayoría sonreían.

"¿Que les parece tan gracioso? A mí esto no me parece gracioso."

― Pues parece que te va a ir mal, pues hemos decidido que a partir de ahora vas a vivir aquí.― dijo Draken desinteresadamente pero con sus ojos en ti.

― No pienso vivir aquí ni de coña. ¿Que queréis de mí? ¿Información? ¿Dinero?― preguntaste con frustración.

― Te queremos a ti.― habló por fon Mikey, quién no había dicho ni una palabra desde que habías entrado por la puerta.

Tú lo miraste como si estuviera diciendo la tontería más grande del universo.

― Que buen chiste.― dijiste sarcásticamente, esperando que hiciera algo, pero se mantuvo serio y en silencio, mostrando que decía eso en serio lo que te hizo fruncir más el ceño. Las risas de Kazutora aumentaron, lo que hizo que te dieran ganas de darle un puñetazo que le rompiera el cráneo de una vez por todas, pero te contuviste.― ¿Y por qué se supone que me queréis a mí? No tengo nada especial ni soy nadie importante.

― Simplemente... llamaste nuestra atención.― dijo Mikey levantándose del puff y yendo hacia ti. Quisiste retroceder, pero no lo hiciste. Sentiste sus manos en tu rostro, pero apartaste tu rosto de un empujón.― No me toq-

Tu rostro fue agarrado fuertemente con una de las manos de Mikey, agarrándote por las mejillas y haciendo fuerza en estas, impidiéndote el movimiento.

― Deberías hacerme más caso si quieres que te vaya bien por aquí.― dijo seriamente a poca distancia de tu rostro.

Pero lo que pasó después nadie se lo esperó.

Dejaste con la boca abierta a todos, pero no de buena manera.

Incluso tú te sorprendiste por lo que le hiciste, no pensaste antes de actuar, fue instintivo.

Le escupiste en la cara.

Mikey ladeó el rostro ante tu escupitajo y se quedó quieto unos instantes mientras tu saliva bajaba por su cara, la cual se limpió con su mano libre para después mirar hacia ti de nuevo. Su rostro permanecía igual de serio pero sus ojos estaban más oscuros, pudiste notar que estaba muy cabreado.

Todos en la habitación estaban sorprendidos, todos se esperaban lo peor, excepto tú, que no sabías de todo lo que Mikey era capaz cuando estaba enfadado.

― Todos fuera de la habitación, ahora.― ordenó.

― ordenó

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野生  𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐉𝐄𝐒 - 𝗧𝗼𝗸𝘆𝗼𝗥𝗲𝘃 (𝗬𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿𝗲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora