¿Y si la sociedad estuviera dividida en dos?
Está la gente "normal" como tú que vive en la ciudad, pero después está la gente que vive al otro lado, a los que llaman los "Salvajes".
Muchas cosas pasarían, pero ninguna de ellas buena para ti.
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Hakkai y tú fuisteis dentro, tal como os dijo Mitsuya que hicierais. Ya no intentabas desobedecer mientras te llevaban de un sitio a otro, ya parecías un saco y estabas cansada de eso.
Solo querías descansar de una vez.
Nada más había un pequeño salón, del mismo estilo de todas las casas que habías visto. Paredes y suelo de madera, y las mesas, sofá, decoraciones y alfombras parecían hechas a mano. Al estar anocheciendo, parecía que Mitsuya había encendido la chimenea hace poco.
Hakkai te dejó delicadamente en el sofá que había allí, en completo silencio, y se fue hacia una puerta que supusiste que era la cocina porque Mitsuya estaba en la puerta del sitio con un delantal de cocina.
Este último te miraba fijamente, lo que te hizo sentir incómoda así que apartaste la vista a otro lado. Tras eso, los dos se fueron a la cocina en completo silencio.
"Que gente más rara", pensaste.
Cuando se fueron, te pusiste aún más nerviosa de lo que ya estabas. Te encontrabas a unos 5 metros de la puerta, y más o menos te sabías el camino de la casa de Mitsuya hasta la de Yuzuha pero, ¿de qué te serviría ser capaz de volver hasta allí?
Tal vez podrías llegar allí y hacer que Yuzuha no te viera, para así buscar el camino de vuelta a casa. O aunque te viera, podrías golpearla con algo, pues cuando os encontrasteis no te pareció una persona muy agresiva (a diferencia de Senju, por ejemplo). Yuzuha no te atacaría de primeras, así que podrías hacerlo tú primero, pensabas. Cuando se te ocurrió esa idea, tu mirada comenzó a viajar rápidamente por toda la habitación algo que te pudiera servir como arma, pero lo encontraste rápidamente.
Un hacha.
Era ahora o nunca, llevabas un buen rato pensando y no estarían hablando eternamente o lo que sea que estuvieran haciendo, así que se levantó a por el hacha.
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— Dijo que no se le pasaría del todo en 5 meses, la tiene toda morada. — le dijo el peliazul a Mitsuya.
— Mejor, así durante más tiempo será difícil que haga algo.— contestó Mitsuya sin mirarlo y tranquilamente mientras seguía haciendo un extraño té con hierbas que había recogido.
