6. Ya no soy el mismo

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6. Ya no soy el mismo.

5 de mayo 1998

Mis párpados pesan demasiado, pero lentamente venzo la gravedad y logro entornarlos, percibiendo la molesta claridad a mi alrededor, haciéndome parpadear.

Intento moverme, pero un dolor punzante me detiene bruscamente y quedo tendido en la cama —una que no reconozco—, con mi mano sobre la molestia abdominal, percibiendo una gasa cubriéndome. Me reviso, notando hematomas por todo mi torso.

Los recuerdos me asaltan de golpe y toda la nebulosa propia del despertar se disipa por completo.

El ladrón, el arma, la pelea.

La apuñalada y la muerte —asesinato—, del responsable de todo el dolor de los Sharpe.

—¿Dónde estoy? —balbuceo.

—En mi casa, muchacho. —Me sobresalto, porque creí haber hablado a la nada. Giro lentamente y con cuidado hacia el origen de la familiar voz con acento. Gerard está sentado en un rincón y su mirada es recriminatoria. Trago grueso, sintiendo pesar, aunque no arrepentimientos—. Eso que hiciste fue realmente estúpido, Steve. Si no llegaba a tiempo anoche, hubieras muerto desangrado y causado todavía más dolor en tu padre. ¿Qué era lo que pasó por tu mente, hijo? ¿Creíste que matar a alguien era sencillo? ¿Y las consecuencias? Has manchado tus manos con sangre. ¿Crees que con lavarlas con agua quedan limpias?

—¿Qué hago aquí? —pregunto, ignorando su duro semblante y su reprimenda—. ¿Cómo me encontraste?

Resopla, negando con la cabeza. Se pone de pie y se sienta a mi lado, en la cama, deslizando la sábana que me cubre para revisar debajo de la venda. Al menos me dejó en mi bóxer.

Frunce su ceño y chasquea la lengua.

—Fue una puñalada limpia y no tan profunda. Perdiste sangre, pero pude detener la hemorragia a tiempo.

—¿Tú la suturaste? —Asiente con la cabeza—. ¿Cómo sabes hacer eso? ¿Lo aprendiste en las Fuerzas Armadas Británicas?

Los grises iris me atraviesan. Parece dudar en dar su respuesta. Me responde con otra pregunta. Una que ya me hizo segundos antes.

—¿Qué pensaste Steve que iba a ocurrir al matar al ladrón? Tu madre no volverá y tu padre estuvo a punto de perder lo único que le queda en la vida. Y de haber sido así, no tendría nada más por lo que luchar. Hubieras acabado con él.

—Necesitaba hacerlo. Tú has matado en el pasado.

—Como soldado. En defensa de mi país.

—Yo lo hice en venganza por mi madre.

—La policía iba a encontrarlo y hacerle pagar.

—No de la manera que debía hacerlo. O que quería. Tenía que verlo a los ojos. Ni siquiera parecía lamentar sus actos. Fue como si mi madre hubiera sido una más de su lista. Perdida en un mar de nombres entre sus víctimas.

—Y ahora, ¿te sientes mejor?

Medito sobre ello. Maté a alguien. Eso me convierte en un asesino. ¿Por qué no hay nada en mí que me haga sentir mal, nauseabundo o temeroso de perder mi alma?

Cierto, ya no la tengo. Me la aniquilaron, como yo lo hice anoche con el responsable.

—En paz. Sólo hay silencio en mi mente. Ahora te toca a ti responderme. ¿Cómo sabías dónde estaría? ¿Me seguiste? —Una suposición cruza por mi cabeza—. Tú... sabías lo que haría. 

—No me engañas, muchacho. Vi la resolución antes que tú mismo. Sólo que no creí que lo harías tan rápido. O serías tan descuidado. Ojalá hubieras acudido a mí.

Steve Sharpe -El Chico de Oro- (Shiroi Akuma #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora