Por lo que leí por ahí... Esto no es un prólogo, pero la verdad me acostumbre a ver esta parte con este nombre, asi que así queda.
✓Símbología de la obra:
_______ : indican el inicio o final de capítulo.
... (horizontales): indican una transición de tiempo y/o escenario
[ ] : Comentarios del autor
Pov (personaje) : cambia el modo narrativo de narrador ovniciente a primera persona del personaje mencionado.
Pov (personaje) Off : Vuelve a narrador ovniciente.
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- No puede ser... - La hermosa, trabajadora y ahora joven mujer, que se volvió la heredera de los Naganohara, ha vuelto por fin de buscar materiales para trabajar su oficio, tal como lo hacía su padre durante sus años productivos. Pero hoy, resaltando sobre cualquier otro día, una columna de humo y llamas ondean con el viento al salir de la ciudad de Inazuma. Los gritos y súplicas de ayuda llegan hasta los oídos de la incrédula artesana de las llamas. La canasta de preciosos materiales minerales rueda y deja escapar su contenido al caer, pues la joven corre con excepcional urgencia para llegar a su hogar - Si el incendio llega al taller - piensa para si misma - puede haber una verdadera tragedia. Esos... Esos nuevos cohetes que estoy desarrollando son bastante inestables, si llegan a estallar... - no termina de plantearse el escenario cuando una horrible explosión se hace presente. Un enorme destello ciega sus ojos por un segundo, seguido de varias explosiónes festivas - ¡No, no, no, no! ¡Papá! ¡Mamá! - corre con mayor velocidad.
El incendio empeora, la ciudad se ve consumida poco a poco y la gente evacua a montones del lugar. Las criaturas también huyen, instintivamente alejados por el fuego. La joven va a contracorriente de la masa en movimiento. Entre la multitud alguien la ve y grita - ¡Ahí está! - pero ella solo busca a su padre entre tanta gente.
Se interna en la ciudad, rápidamente se topa con su taller. Para su gran sorpresa este está intacto, aparentemente el incendio inició en la parte alta del poblado, probablemente en un ataque dirigido directamente al Tenshokaku. Pero su alivio no dura mucho, pues un estallido provoca que las llamas vuelen por todos lados, empezando con muchos otros conatos de incendio. Entra rápidamente a la casita, donde encuentra a su señor padre tomando tranquilamente el té.
- ¡Papá, tenemos que irnos! ¡¿Dónde está Mamá?! - lo levanta sin muchas ceremonias - la ciudad se quema, parece que nos atacan con fuegos artificiales. Con NUESTROS fuegos artificiales, esos que no estaban listos, papá, nos robaron y están quemando la ciudad - despotrica mientras abre las puertas de la casa desesperadamente al buscar a su madre.
- Tu madre salió poco después de ti esta mañana, dijo que iría a visitar a unas amigas en Watatsumi, pero no acabo de entiender nada de lo que dices, sabes que no escucho bien. Cálmate y dilo lentamente.
- ¡Explosión, ciudad en llamas, EVACUAR! - Jala al hombre con la misma dirección a la cual se dirigen los demás habitantes.
Otra gran explosión se hace presente en la ciudad, una tan grande que la ola expansiva provoca que pierdan el equilibrio y caigan al suelo. Al volver la mirada localiza el lugar del estallido, la casa de té Komore se encuentra falta de una gran parte de su estructura.
- ¡¿Cuántos de esos hice?! - se regaña mentalmente al ver claramente que esas llamaradas explotaban en forma de carpa dorada - 15, 20... ¡No lo sé!
Aún con los oídos entumidos y zumbantes, gracias al estruendo, intenta ponerse de pie nuevamente, ayudando a su padre por el camino. Pero otra explosión, esta vez mucho más leve, viene de cerca del taller. Ya que no habían avanzado más de unos pocos metros este estallido los alcanza directamente. Algunas partes de sus ropas arden por las chispas, pero gracias a su laburo, conocen la mejor forma de tratar con estas situaciones y rápidamente consiguen apagar las llamas en sus cuerpos, aunque no sin evitar algunas quemaduras.
- Yoimiya - el señor Naganohara intenta volver al taller - no podemos dejar el taller sin cuidado. Lo que hay ahí puede volar medio pueblo.
- Lo sé - mira con desesperación a los lados, busca a alguien con urgencia.
Repentinamente un par de Samurais del Shogunato corren en su dirección, al parecer son responsables de la evacuación.
- ¡Menos mal! - hace señas a los guardianes de la ley - ¡Por aquí!
- Deben venir con nosotros, es muy peligroso. La brigada de bomberos ya está trabajando en apagar el siniestro.
- Bien, bien. Por favor lleven a mi padre a un lugar seguro, no escucha muy bien, pero es muy coherente. Tengan un poco de paciencia con él, por favor - sin dar tiempo a que los guardias respondiesen gira sobre sus talones y nuevamente dirige su paso al taller. Uno de los soldados intenta detenerla, pero una serie de explosiones le hacen imposible el paso.
Rápidamente se desliza por la calle hasta internarse de golpe en su casa, las llamas comienzan a carcomer el techo y parte del hogar, por suerte o quizá conveniencia, es la sección más alejada de la bodega. Sin pensarlo dos veces se abalanza sobre las cajas de pólvora, nitratos y combustibles. Con una fuerza obtenida gracias a la adrenalina consigue cargar con varios de estos contenedores a la vez. Sale corriendo a trompicones con dirección al mar, para su suerte no se encuentra a una gran distancia, y en un par de zancadas alcanza el objetivo. Tira los materiales al agua y vuelve por otra tanda. Repite la operación un par de veces, pero pronto se da cuenta de una terrible situación. No va a lograrlo, al menos no sola. Sin embargo, no planea rendirse tan fácilmente, hace todo lo posible por volver por otra caja.
Las ardientes llamas por fin han alcanzado la temida bodega, para este punto la joven solo atina a cargar lo mas cercano al fuego y lanzarlo por la ventana. Su miedo se hace obvio cuando una caja de material incierto comienza a arder. Sus buenos reflejos le provocan tomar dicha caja, sin importarle que las brasas le quemasen las manos, y corre a lanzarlos al mar, el contenedor vuela por el aire y a punto de entrar al agua estalla en mil pedazos. Otra onda de choque manda a la rubia al suelo, dejándola bastante confundida. Intenta volver al sitio, pero la conmoción y cansancio la arrastran a desplomarse sobre el cesped.
- ¡Yoimiya! - la voz de un muy agradable conocido la vuelven a la lucidez - ¡¿Qué haces aquí?! - Itto Arataki, el gran Oni Carmesí, famoso líder de la banda de delincuentes, corre a auxiliar a la susodicha - Oh, no. Mírate - le ayuda a ponerse de pie - estas toda quemada, tenemos que irnos.
- ¡No! - corre de vuelta al taller - ¡Ayúdame a sacar todo de aquí! ¡Rápido!
- ¡¿Qué, porqué?! - Pregunta bastante asustado, pero la sigue.
- ¡Esto puede explotar! - levanta otra caja para salir corriendo.
- ¡Santa madre de las calavandas! - toma varias cajas del suelo con facilidad, gracias a su descomunal fuerza demoníaca, y las lanza al agua.
Por fin, después de tanto esfuerzo, la bodega y los alrededores se vieron libres de cualquier elemento pirotécnico de alto riesgo. Justo a tiempo, ya que al salir Itto con la última caja la casa se desplomó tras él, consumida por la abrasadora maldición de los dioses.
- Ese es el último - celebra el Oni - caray ¿Por que tenías todo eso en tu casa? ¿A caso eres terrorista? - agarra la muñeca de la joven y la guía hacía algún lado - vámonos, tenemos que salir de este sitio. Reunámonos con el resto de la banda, están ayudando en lo que pueden.
- Sí... - mira con incredulidad su hogar siendo consumido por las llamas, como el lugar donde nació, creció y guardaba cientos de recuerdos hermosos es reducido a meras cenizas - ¿Sabes que fue lo que pasó?
- Bueno. Buscaba escaradiablos en los alrededores, cuando me decidí a volver ví humo salir del gremio de aventureros así que subí a ver qué sucedía. El incendio no era muy grave y empezamos a sacar a la gente de sus casas. Y de la nada ¡Pow! Comenzaron a sonar petardos, luego salieron volando unos cohetes tan anchos como un tronco y se estrellaron en contra de los edificios. Ahí fue cuando todo se tornó color de hormiga - la mira de forma sospechosa - ¿No sabrás de que hablo?
- Eran míos - admite con pesar - pero no sé que hacían en el gremio de aventureros. Aún estaban en desarrollo. No estaban listos para vender.
- Entonces dices que no fuiste tú.
- Recolectaba minerales a las afueras, justo quería encontrar aquello que los estabilizara - vuelve la mirada a la ciudad, se pueden distinguir siluetas de portadores de visiones combatiendo contra las llamas. El fuego comienza a retroceder - lástima que no pueda ayudarlos - acaricia con suavidad su visión, una visión pyro.
- Hiciste lo que pudiste - sujeta su hombro.
- Al menos todos están bien ¿No?
- ...
- ¿Qué pasa?
- Hay un montón de gente perdida - su expresión siempre alegre y retadora se torna lentamente en una de tristeza - por eso volví al pueblo, por eso te encontré.
- Ay... - Sus ojitos se vuelven cristalinos gracias a la culpa que comienza a carcomerle desde adentro del pecho.
Itto, a pesar de su... Limitada inteligencia, ve claramente a través de la expresión de culpa de la muchacha. Sabe que no fue su culpa, ni su intención, pero que el accidente fue gracias a sus terribles creaciones. Decide callar, para no evocar más de esos sentimientos culposos en la pirotécnica.
Finalmente llegan a donde los evacuados, la aldea Konda, la mas cercana a la ciudad. Por suerte casi todos están bien, aunque muchos se encuentran aterrados por la situación. Rápidamente los abordan personas con suministros médicos para tratar sus quemaduras. Los cubren con ungüentos y algunos vendajes para evitar infecciones, particularmente en las manos, gracias a su rescate de último momento.
El tiempo pasó y el cielo oscureció temprano gracias a las nubes de tormenta que cubrían el cielo.
- Disculpe... - pregunta la rubia a aquel que vendaba su mano - ¿Ha visto a un hombre de ojos perdidos y cabello cano? Venía con unos guardias...
- Uh... - piensa un momento antes de cortar la venda y guardar el sobrante en una caja - no que recuerde.
- ¿E- está seguro? - se escucha preocupada - es así de alto y venía con unos Samurais - indica la altura con el brazo.
- Lo siento - recoje sus cosas y se va - pero no lo he visto.
- Vale... - observa al buen samaritano internarse en la muchedumbre.
El cielo comienza a llover, una suave brisna calma el ardor en la piel de los heridos.
- ¿Hablas de tu papá?
- Sí...
- Debe estar por aquí, te ayudaré a buscarlo.
- Gracias.
Preguntan sin descanso a todo aquel que se cruzara por el camino, pero solo obtienen respuestas negativas. La gente mira a la rubia con sospecha, esto no pasa desapercibido por la pareja. Van con la siguiente persona, una señora, que ni bien ve a Yoimiya, se desborda de ira.
- ¡Es ella! - la señala con el dedo frente a todos - ¡Es su culpa! ¡¿Qué haces aquí?! ¡Descarada!
- Calmate - un señor, aparentemente su esposo, interviene - no sabemos que pasó. No acuses a Yoimiya tan a la ligera.
- No seas tan inocente - regaña al marido - sabes que esa tiene un gran historial de incendios en su haber.
La gente comienza a murmurar.
- Es obvio. Todo inició por la detonación de fuegos artificiales. Seguro que se le salieron de control. ¡Ha empeorado desde que volvió de sus viajes Hippies!
- N- no, eso no es cierto. Yo no...
- ¡Claro que sí! - interrumpe - miren sus manos, se quemó con su propio fuego - señala al Oni a su lado - también ese, sabemos que ese es un delincuente, también estaba jugando con esas cosas.
- ¡Callese señora! - Itto contesta - estábamos ayudando a qué la ciudad no vólara en mil pedazos.
- Tiene sentido - alguien más entre la multitud le da la razón a la señora - todos sabemos que siempre está hablando de sus cohetes y explosivos.
- Seguramente esos cañonazos eran suyos - alguien más contesta.
- ¡No puede ser! - una niña entre la multitud reclama furiosa en contra de los adultos - ¡No es capaz!
- ¡Tú los hiciste! - la señora se acerca amenazadora a Yoimiya, ignorando completamente a la menor.
- B- bueno, sí. Pero jamás los usé en la ciudad.
- ¡Patrañas! - grita alguien en la muchedumbre - no quiere aceptar la culpa.
- ¡¿Quién más si no fue la dueña de la única casa de pirotécnia en la ciudad?!
- ¡Siempre supe que era una piromana!
- ¡Toda mi casa se quemó gracias al fuego! ¡¿Ahora dónde se supone que viviré?!
La lluvia torrencial comienza a caer y la gente enardecida agarra palos y piedras de los alrededores, están listos para linchar a quien quemó su patrimonio.
- ¡Lo siento, pero de verdad no lo hice! - la rubia da un par te pasos para atrás, chocando con alguien.
- ¡¿Si no lo hiciste por que te disculpas?! - esa persona la empuja lejos.
Alguien le arroja una piedra, dandole en la cabeza.
- ¡No sé pasen de lanza! - el Oni desenfunda un un gran mazo imbuido en Geo - ¡Ella no fue!
De algún lugar llegan Samurais a detener el próximo linchamiento, unos detienen a la gente furiosa mientras otros escoltan al par de acusados a algún lugar lejano. La gente sigue arrojando piedras al objetivo.
- Gracias hombre - el Oni palmea la espalda del samurái - nos salvaron el pellejo.
- Están arrestados - el guerrero lo amenaza con su lanza - si se les ocurre escapar usaremos fuerza letal en el acto.
- ¡Pero no lo hice! - reclama la joven.
- ¡Guarda tus escusas para el juicio! - otro de ellos le amenaza.
- Ay no... ¿Juicio?
Los soldados los llevan a algún lugar alejado de la aldea, les colocan grilletes a los tobillos hacia un gran tronco, para evitar que corran, y los dejan esperando bajo la lluvia.
- Tranquila, no pasa nada - Itto intenta animar el ambiente - Shinobu va a encontrar la manera de mostrar tu inocencia, estoy seguro. Entonces haremos que todos se disculpen por sus acusaciones.
- ¿De verdad? - su rostro se encuentra oscurecido, cubierto en su mayoría por su desordenado flequillo - ¿Realmente me crees?
- ¡Claro, confío totalmente en tí! Sé que no eres una peligrosa incendiaria. Y si dices que recolectabas minerales durante el accidente entonces es lo que hacias.
- Gracias Itto... Gracias. Tienes razón - intenta convencerse a si misma - todo se desvelará y entonces todos seremos amigos otra vez.
- ¡Esa es la actitud!
La lluvia se ha vuelto un diluvio para este punto, a lo lejos por fin se ha calmado el incendio en la ciudad, ya ni siquiera el humo se ve. El aire azota con violencia las copas de los árboles, el agua provoca ríos que bajan desde los terrenos altos hasta perderse en el mar, este rompe con bravura en las rocas de la costa y un poco más adentro hacía las llanuras. Las olas alcanzan el tronco y a los acusados, sin fuerza suficiente para arrestarlos mar adentro, pero con la rapidez necesaria para molestar.
- ¡Estos cabrones! - Itto maldice a los guardias - ¡Siquiera acerquemos más para allá! - jala con fuerza la cadena - ¡Con esta lluvia me voy a encoger! - Pero sus reclamos solo son entendidos por el mismo, ya que el sonido de la tormenta lo opaca totalmente.
De la lluvia se forman una serie de siluetas, la comandante Sara Kujou va al frente de un grupo de guardias armados, cada uno de ellos posee una cara de odio y resentimiento. Obviamente están ahí por ellos.
- Sara - Yoimiya llama a la líder, con aquel tono suavizado que usaba cuando cometía sus típicas travesuras - No lo hice, de verdad - gesticula energéticamente - Estaba lejos y cuando volví ya había comenzado todo.
La general Kujou gesticula con su dedo índice sobre la boca para indicarle que guardara silencio. La tormenta no permite que escuche nada, aunque recibió perfectamente clara la negativa de culpabilidad. Manda a sus soldados a por los sospechosos y así sin desencadenar los llevan con ellos de vuelta a la ciudad.
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¡Libre soy, libre soy! - Irarataki Itto se estira triunfal al salir de la periferia de la comisaria - ¡Caray, cuando vea a esa enana la voy a llenar de besos!
- ¡Jefe! - una joven de cabellos verdes, que esconde su rostro tras una máscara, se acerca a gran velocidad al descuidado sujeto.
- Hablando de la reina de Roma - el Oni saluda enérgicamente a su segunda al mando; Kuki Shinobu - ¡Mi querida Kuki, ven acá! - la atrapa con sus enormes brazos y la estruja alegremente - ¡No sé que fue lo que hiciste para sacarnos del poso, pero gracias! - le planta un centenar de besos sobre la cabeza.
- ¡Que asco! - con todas sus fuerzas intenta detener el asalto, pero sus bracitos son son suficientemente fuertes para darle pelea al mayor - Pero me alegro de verte a salvo.
- Todo gracias a tí.
- No fue fácil demostrar tu inocencia, pero al final no quedo ni atisbo de duda. Hubo muchos testigos que afirmaron tu coartada. Incluso Koujou Sara confirmó que te vió llegar de lejos.
- Con que esa Tengu también puede ser genial de vez en cuando ¿Eh? - coloca en suelo a su camarada - ¿Y que tal va todo por allá? - cambia su tono a uno más serio.
- No te voy a mentir. Es una situación desesperada. Se necesita toda la mano de obra disponible, de hecho, Genta, Akira y Mamoru ayudan en las labores de reparación. Deberíamos alcanzarlos.
- Oh claro, solo esperemos a que dejen salir a la Yoimi. Esos desagradecidos (pueblerinos) nos deben una disculpa.
- Oh...
- Y como no. Le dieron con una roca ¿En serio, que les pasa a esos locos? ¿A caso se creen monos?
- Jefe...
- Además, es muy creativa, se le ocurrirá algo para mantener los ánimos altos.
- Hoy solo te liberaron a ti.
- Oh, shit... ¿Y cuando...?
- Solo pude demostrar tu inocencia, a los ojos del Trivunato ella es culpable. Toda la evidencia está en su contra.
- Pero no tuvo la culpa.
- Tal vez... Le crees demasiado a una criminal.
- No Kuki, no pudo haberlo hecho, la conozco muy bien, no es capaz. Debe haber alguna forma de demostrarlo.
- uh... - lo mira con duda - bien, si tú lo dices... Podríamos buscar testigos, pero no sé por dónde empezar. Todos en el pueblo le acusan fervientemente - mira a los alrededores, las personas acarrean materiales para la construcción de nuevas viviendas - tal vez alguien en el santuario la vió, podríamos empezar por ahí.
- ¡Entonces andando! ¡Arreglamos este malentendido antes de la cena! - Con gran emoción sale corriendo con dirección a la montaña.
- ¡Espérame!____________________________________________________________________
Sí eso. Ahí la introducción.
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Chispas Que Viajan Con El Viento - Genshin Impact Fanfic
FanfictionAl correr por los techos de tejas de barro escucho a mis perseguidores ordenar que me detenga, que no tiene sentido huir, que no tengo escapatoria. ¿Es en serio? ¿Luego de todo este juego de ajedrez en el que me ví envuelta por sus caprichos quiere...