Una relación explosiva

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- ¡Fuego! - el Alcor retumba con sonoros cañonazos. El objetivo son rompeolas atacantes.

Desde aquel día los ataques al navío han sucedido casi a diario. Un rompeolas se hunde con una bala certera.

- ¡Trae acá! - Beidou le quita el mando de uno de los cañones a un tripulante - ¡Estos bribones me tienen hasta el orto! - dispara tan cerca de los atacantes que estos se tambalean con las olas producidas por los múltiples impactos. Pronto hunde a uno de ellos. - ¡Eso! ¡Preparen otra carga!

- jefa... - un marinero trata de llamar su atención - ...tenemos un problema.

- Que sea rápido ¿No ves que pierdo impulso?

- Nos quedamos sin pólvora...

- ¿Qué? ¡¿Cómo nos vamos a quedar sin pólvora a bordo del Alcor?!

- ¡Nos han atacado todos los días! ¡No hemos podido reponer las reservas!

- ¡Me lleva!

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- ...

- ...

Ahí sentados uno frente a otro, el Slime mira fijamente a la rubia y ella le regresa el gesto. Ninguno se mueve un solo centímetro. Se encuentran en el camarote prestado en el Alcor, que tras unos días de ocuparlo ahora tiene un par de cosas características de la chica, algunos patrones por aquí, una tabla de cantidades por allá y algunas otras cosas coloridas en un estante al lado de la horquilla de la cadena.

- ...

- ...

- ¿Porque me sigues a todos lados? - la muchacha al fin rompe el silencio - No hice nada para que lo hicieras. En todo caso, solo te di fruta.

Al escuchar esa palabra la criatura salta de alegría. Posterior salta al regazo de la chica y se le restriega en ella como un gato.

- ¿Y por qué eres tan chiquito? - le devuelve los mimos en el lomo.

El barco retumba por un ataque, el Slime salta del susto.

- Caray con esos locos - trata de calmar al pequeño amigo – a parte de sus batallas diarias, me tienen cansada con esos gritos de por las noches. ¿Y de dónde sacarán tanta pólvora para sus cañones? Por el estallido se que es de una calidad muy deficiente, me gustaría saber a que proveedor no comprarle los ingredientes… o será energía elemental… (¿?) ¡Como sea! ¡La pólvora no debería usarse en la guerra!

- ¡Naganohara! - el Samurái peli-plata entra casi de una patada a la habitación. Provocándole un chasco de muerte a ambos habitantes.

- ¡Al menos podrías tocar la puerta!

- ¡No hay tiempo! - se aproxima a la argolla con cadena, con una llave extraña quita el candado sin siquiera tocarlo y coge la atadura.

- ¡Hey! - se levanta molesta - ¡Se supone que ya terminé la jornada de hoy!

- Necesitamos pólvora para acabar con esos - señala hacia afuera.

- ¡Bien por ustedes, ojalá arreglen eso lo más pronto posible!

- Se supone que sabes hacerlo ¿Qué no eras cohetera?

- Pirotécnica, sabelotodo, py-ro-téc-ni-ca. Y me niego a hacer pólvora con  fines bélicos.

- Literalmente los lanzas con tu arco

- … Eso es con fines de autodefensa…

- Esto también.

- … pues sí… pero no quiero hacerlo. No puedo. Sería hacer lo mismo de lo que…

- … - la mira con una ceja levantada.

- ¡Es cuestión de principios!

- No me puedo preocuparme por tus principios en este momento - el joven la toma de las muñecas y la jala fuera, arrastrándola directamente al pequeño taller instalado pajo popa.

- ¡Aunque no lo haga! - atraviesan el barco entre el movimiento, las balas zumban sobre sus cabezas y los compañeros corren en pánico, la criatura les sigue desde atrás - ¡No son enchiladas, tardaré más de lo que tenemos disponible!

- No si te ayudo - la sienta frente a la mesa del taller bajándola por los hombros y rápidamente acerca los materiales.

- ¡Ya dije que no!

- Si no lo haces el barco se va a hundir.

- Por mi mejor, así me marcho más rápido de aquí.

- Que necedad… No me dejas otra opción - Toma al Slime con una mano mientras con la otra desenfunda la espada, dirige la punta a la mascota de la joven.

- ¡¿Estás loco?! - Se pone pálida cual fantasma. Hace un ademán desesperado para que el samurái desista - No le hagas daño.

- Solo defiendo a mis compañeros. Ahora. Haz lo tuyo.

- ¡PERO BÁJALO! - el slime se altera al escuchar la desesperación de su ama, comienza a echar soplos helados. La joven se ve muy nerviosa. - Es todo lo que me queda... - La voz se le rompe - déjalo...

- Trabaja.

Con nerviosismo corre a acarrear el resto de ingredientes, cajas con arena, carbón, etc... a pesar de su condición la urgencia le puede más. Rápidamente comienza a hacer anotaciones y conversiones de pesos en unos papeles. La faena no le es sencilla gracias al movimiento por la acción del combate. Tamiza unos ingredientes por aquí, otros por allá, los pesa y los mete en una máquina rotatoria con pelotas de metal para unir los ingredientes.
El joven Kaedehara mira con algo de lastima a la chica, no quisiera tener que acudir con semejantes amenazas, suspira y mete a la criatura adentro de una caja de madera, colocándole una tapa y un objeto pesado encima, pronto se une a la rubia en la labor.

- ¿En que puedo ayudar?

- … - Sus ojitos cristalinos reflejan una increíble frustración – trae el otro costal de arena…

En unos escasos veinte minutos ya tenían medio barril listo. En poco tiempo llegaron unos jóvenes llamados por el grumete para llevársela. Así siguen por otras dos horas, el paso de los minutos solo los hacen más eficientes en su labor, aunque realmente no es suficiente para abastecer todos los cañones. Pronto las ballestas de energía elemental son desplegadas  para apoyar el contrataque. La batalla dura hasta que el último de los barcos atacantes han sido ahuyentados.

La gente a bordo celebra por la pequeña victoria. La capitana va uno por uno de sus de sus subordinados dándoles las felicitaciones por su esfuerzo. El ambiente general es muy animado.

Por debajo de la popa es la misma situación hasta cierto punto. La rubia está recargada en la pared, tratando de recuperar el aliento, sostiene con fuerza la zona de la herida, un poco de sangre mancha su ropa en esa área. Tose con fuerza de en su antebrazo y goticulas carmesí pintan el lugar.

- Bien hecho. - el joven peli-plata la felicita de corazón. Procede a soltar a la criatura de su prisión improvisada, que sin dudar salta a los brazos de la Pirotécnica.

La joven le dedica una intensa mirada de antipatía.

- Vaya héroe. - el resentimiento en esas palabras pesan cual ancla en el corazón del peli plata.

- Tenía que orillarte a cooperar – surge una seriedad muy poco común en él.

- Ah. ¿Y tomar de rehén a un inocente se te hizo la mejor idea?

- Esa cosa es de todo menos inocente. Me tiene harto,  nos tiene hartos.

- ¡¿No ves que es un bebé?! ¡Es normal que haga travesuras!

- ¡Es un slime, no un bebé. Loca!

- ¡¿L-loca?! ¡Loca tu abuela! ¡Y sería bueno que comenzaras a respetar a mi mascota!

- Los monstruos no pueden ser “mascotas”. En algún momento va a desconocer a la gente del barco y cuándo el momento llegue yo…

Una sonora bofetada resuena por el sitio, los marineros quedan boquiabiertos mirando la disputa.

- ¡No vas a volver a tocarlo! - la chica tiene una mirada de odio tal que asustaría hasta a un tiburón.

Kazuha sostiene su mejilla afectada, por un momento se mira sorprendido pero en un segundo se le bota la vena por el coraje. Instintivamente agarra la saya de su espada.

- ¡Coleguitas! – intempestivamente llega Beidou, tras oír el altercado desde cubierta, a interrumpir el próximo asesinato. Los abraza a ambos por sobre los hombros - Ninguna necesidad hay de pelearnos ¿no creen?

- ¡Es un bruto! - La joven abraza con fuerza al Slime, se le quiebra la voz. - ¡Lo odio!

- ¡Tú eres una loca!

- Calma, calma. Vaya que no se soportan... - la capitana los analiza con su único ojo - hagamos algo. Como se nota que no os queréis ni un poquito van a ir juntos a surtir los materiales para la pólvora con nuestros proveedores en la ciudad.

- ¿No está escuchando la situación? - Kazuha la mira con cierta decepción

- Pasar el día juntos en un aire diferente les vendrá de perlas.

- No lo hará - responden al unísono

- Además, quedamos secos luego de hoy. URGEN los nuevos suministros.

- No me importa - Yoimiya susurra a la capitana – por favor… déjame ir.

- Nop - le revuelve el cabello como a una niña.

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A las afueras de la ciudad de los contratos dos figuras caminan a paso veloz. El samurái trae una cara increíblemente seria, por su lado, la Pirotécnica esta camuflada, cubierta con una capa con capucha que posee el símbolo de la flota en la espalda, las vendas limpias cubren sus tobillos y manos, escondiendo cualquier seña particular, su habitual prenda superior a pesar de no mirarse, esta bien puesta a petición de la capitana. El Slime les acompaña montado en una canasta que toman ambos para disimular las esposas.

Durante el viaje no han cruzado ni una sola palabra, por lo que la tensión en el aire se podría cortar con un cuchillo.

- Sabes que la fuente de nuestro conflicto es esa criatura ¿verdad?

- Estoy muy consciente de ello...

- ¿Entonces por que demonios lo trajiste?

- No confío en un montón de piratas esclavistas para cuidar a un bebé - resalta la última palabra.

Antes de salir del barco le soltaron de la cadena del tobillo "no queremos que piensen que tenemos esclavos en el Alcor" fueron las palabras de la capitana. Seguido de un "¿y no?" De la Pirotécnica con una ceja levantada. Pero aún así la capitana cambia a unas esposas, colocando un extremo en su muñeca y otro en la del samurái. "Mucho mejor". Ahora, no se porten raros.

En las puertas de la ciudad se encuentran un par de guardias de la Geoarmada que los reciben con la quietud de una piedra. Un poco más adelante, antes de salir del puente de roca, se logra divisar el movimiento en la ciudad, niños, ancianos y comerciantes que caminan apurados en todas direcciones. Instintivamente, al ver tantas personas, ella deja de andar, congelándose en su lugar. Al peli-plata no le causa una pizca de gracia esta acción sin sentido.

- ¿Qué? - la mira con cara de pocos amigos - ¿Qué tienes? Camina.

- Ah... - trata de dar otro paso, pero tantos recuerdos de las multitudes tratando de lincharla le hacen retroceder.

- Vamos. No tenemos todo el día.

- Lo sé, lo sé. Lo siento. Me pone de nervios… - mira en todas direcciones antes de dar el paso. Pero más que caminar pareciera ser remolcada por la ciudad.

- Podrías hacer el esfuerzo ¿sabes?

- ...sí...

Tras la rara respuesta el joven mira sospechosamente a su acompañante, bajo la capucha logra vislumbrar unos ojos sumidos por el pánico, la indecisión.

- ¿Qué ocupamos?

- ¿Qué?

- Para la pólvora ¿A que crees que venimos? – Voltea los ojos ante el lento reaccionar de la rubia – Olvídalo, ya sé a donde ir. - rápidamente cambia de rumbo, el puerto es el destino.

- Claro...  A todo esto... ¿a que se deben los ataques?

- …

- Al barco...

- Ah.

- ¿Les deben algo a los ladrones de tesoros... o tienen algo que ellos quieran?

- Quieren ciertos cargamentos. Pero principalmente creo que buscan rescatar a sus compañeros.

- ¿Los que gritan por la noche?

- Ajá

- ¿Por que simplemente no los entregan a las autoridades?

- Desconozco, pero confío que la capitana tiene un buen motivo para ello.

- ¿El cual sería...?

- Algo igual a lo tuyo.

- No creo que sea lo mismo...

- Sea lo que sea que hayas hecho, algo que no te permita seguir surtiendo pirotecnia bajo el nombre de tu familia y te obligue a ir disfrazada como enfermo de Eleazar... sí. Creo que puede ser lo mismo.

- Ahora resulta que soy una ratera contagiosa - Le devuelve el gesto bastante molesta.

- No lo sé, ni me importa. Terminemos rápido con esto que eres la única persona con la que preferiría no estar.

- Iris li iniki pirsini kin li qui prifiriri ni istir

- ¿Qué edad se supone que tienes?

- … - mira de reojo las cadenas que los unen, su color es casi blanco gracias a la ayuda del slime, quien ha estado soplando sobre el artefacto. – ya casi… - piensa para sus adentros.

Pronto llegan a destino. Una tienda de minerales en el puerto, quien atiende es un hombre en sus cuarentas, alto, fornido, de manos callosas y una piel quemada por el trabajo bajo el sol. Vestido con un simple pantalón blanco y sandalias sencillas,  su cabello y adornos extravagantes muestran qué no es nativo de Liyue, quizá un comerciante de Sumeru.

- Buenas tardes.

- ¡Hey! Grumetillo ¿Que te trae hoy por aquí? - Mira de pies a cabeza a su acompañante - ¿y quién es la señorita? - lo mira pícaro - ¿una noviecilla?

- ¡¿?! – un gran sonrojo por parte de ella es visible aun con la capa, pero es seguido por una expresión del más grande disgusto.

- Quien los viera tan juntitos - ríe

- No, no. Nada de eso. Es una nueva tripulante del Alcor. – Kazuha tose un poco para disimular el sonrojo, luego la mira como esperando que se presente, pero no dice ni una sola palabra - creo que es muda - hace mofa ante la situación.

- Oh, lo siento. Seguro por eso van así.

- Beidou… - levanta los hombros

- En fin, basta de cháchara ¿Qué puedo ofrecerte hoy?

- Sí - saca una nota firmada por la jefa, se la entrega al comerciante.

- ¿Tan pronto? - dice sorprendido tras leer la carta - no tiene ni medio mes que les enviamos una carga. – lo mira con cierta sospecha – ¿no están planeando hacer un golpe de estado aquí también?

- Ya quisiera – Ríe – Han sido días difíciles a bordo. Ya sabe; piratas.

- Lo imagino - se guarda el papel en el bolsillo – Haré que mis muchachos lo lleven lo más pronto posible.

- Gracias.

- Solo necesito... - de su escritorio obtiene unas hojas de papel, un formulario - tu firma como representante de la capitana.

- Claro - se acerca al mostrador, soltando por el camino la canasta y por consiguiente a su acompañante, pero los grilletes también jalan el brazo de ella. Ambos se miran con cierta molestia.

- ¿Y eso? - el vendedor enarca una ceja – hombrecito, te garantizo que no se te escapa. Todas las damitas quisieran a un guerrero como tú a su lado.

- Ajá… Es solo una jugarreta de la capitana - Toma la pluma y hace una rápida firma.

- Claaaaaaro. No indagaré más en estos juegos de pareja tan modernos. En fin, estaremos allá en menos de lo que imaginan.

- Por favor sin retrasos.

- No quisiera hacer enojar a Beidou - ríe. Mira de reojo a la chica, con los ojos entrecerrados - De hecho… Te me haces muy conocida ¿No será que vienes a menudo por aquí?

Kazuha da la vuelta para volver a tomar la mano de la chica pero esta tapa su rostro con parte del manto, jalando el brazo del samurái en el proceso, negando repetidamente con la cabeza.

- Tienes razón... recordaría unos ojos dorados tan hermosos como los tuyos. En fin, bienvenida a la ciudad de piedra. Como invitado en esta prospera nación puedo asegurarte que venir aquí fue la mejor elección que pudiste haber tomado. Y que suerte que te contrataran en el Alcor, a todos los marineros les encantaría trabajar ahí.

Ella simplemente asiente y trata de acarrear al peli plata a otro lado.

- ¡Oye, basta! – el Samurái voltea para despedirse del vendedor – ¡le veremos en un rato, gracias!

– El amor… - ríe al despedirse con una mano de aquel extraño par.

- ¿A caso tienes algún otro compromiso por aquí? - Detiene la carrera y recupera su mano con un jalón algo violento - deja de hacer eso, llamas demasiado la atención - mira alrededor para encontrarse con un par de miradas indiscretas. – Parece como si hubiéramos discutido y ya viste allá atrás, tuvimos suerte de que el vendedor nos mal entendiera.

- Lo siento, de verdad. – Mira a todos lados, sigue sosteniendo el manto sobre su rostro. – Las miradas juzgadoras de los habitantes le revocan recuerdos de no hace mucho. Siente como si aquellas personas se fueran a abalanzar en su contra en cualquier momento.

- … ¿Por qué….? – Vuelve a ver los rostros de la gente, más que juzgarlos los miran con preocupación – Oye… ¿Qué tienes? – Suaviza el tono de la voz al sentirse alterado por el repentino estrés de su compañera, aparta suavemente con la mano el manto que cubre su rostro, encontrando un miedo asas primitivo - …Entiendo… - Ve a sus alrededores en busca de algo, sin saber realmente el que, hasta que en su pequeño análisis encuentra un puesto de máscaras. - Sígueme.

Tiene que volver a remolcarla hasta el lugar, pero en su andar logra reconocer una terrible incertidumbre. Siente como las manos le tiemblan ligeramente. En nada están frente al puesto, él mira con atención los ítems en venta, ella solo mira al suelo. Pronto el Samurái encuentra una máscara que le llama la atención entre tantas otras máscaras de colores. ¿Qué tiene de especial esta que las otras no? Sencillo, esta tradicional máscara de zorro, se encuentra en un blanco mate.

- Vamos a llevarnos esta. – Inmediatamente llama la atención de la vendedora.

- Lo siento, pero esa todavía no está terminada – responde con amabilidad la anciana – Aún me falta pintarla.

- Está bien – La toma de su lugar en el puesto – Se que ella la decorará de forma hermosa.

Yoimiya levanta el rostro tras escuchar aquello y una sonrisa sincera la recibe.

- ¿No es así? – Coloca la máscara delicadamente sobre las manos de su compañera. 

- S-sí…

- Como gusten, pero me temo que se las tengo que vender al mismo precio.

- Está bien, es lo justo.

La máscara es sencilla y hermosa, de superficie lisa y suave, de bordes redondeados, muy ligera. Atada con fuerza a las cuerdas destinadas a mantenerle en la cara de su usuario. Algo es seguro, es un artefacto hecho para durar. ¿No será muy costosa? 

- Eres… muy amable. Gracias. – Menciona a lo bajo al admirar el regalo.

- ¿Eh? – Por un momento el mismo se sorprende de su amabilidad ¿No se suponía que la detesta? – Ah, claro. – Se sonroja ligeramente - ¿Qué esperas? Póntela. Quizá así te dará menos vergüenza andar por ahí mostrando tu identidad criminal.

- ¡Solo me da vergüenza andar de la mano contigo! ¡Piojoso! – El modo ira de ambos vuelve a salir a la luz.

- ¿Piojo…? Agh – Le arrebata la máscara de las manos y se la coloca en la cara con bastante fuerza. – Deja de ser tan infantil.

- A parte de piojoso… bruto… - se levanta ligeramente la máscara para revelar su nariz enrojecida por el golpe.

- Sí, gracias – dice sarcástico. Le lleva con el caminando por las periferias de la ciudad – vamos,  todavía tenemos encargos que hacer.

- Quiero irme ya.

- Felicidades.

- ¡Hijo, detente! – un grito de mujer llama la atención de todos alrededor, la mujer corre lo más rápido posible para detener a un bebé que camina torpemente cerca de la orilla del puerto.

- ¡Vamos! – El peli-plata corre a evitar que el niño caiga al agua, llevando consigo a la rubia y a su mascota.

- ¡Ahora! – La pirotécnica piensa para sus adentros, pues es cuando su plan de fuga se lleva a cabo. Al no poder invocar su arma crea una pequeña llama con la mano libre, para pasar a tocar con la palma completa la cadena que los une. Cadena que ha estado siendo constantemente sometida a la temperatura -0 del su pequeña mascota. Al instante de cambio de temperatura la repentina expansión del metal provoca su factura total.

Kazuha se percata al momento y ve como en cámara lenta ella cambia de dirección para huir de él. También cambia de dirección para ir en su caza, pero la visión de la madre desesperada señalando al niño que resbala de la orilla le regresan al objetivo original. El orden de las cosas sigue en su curso temporal normal, todo regresa a la velocidad correcta. Se abalanza a la orilla al tiempo que ve como el niño desaparece tras caer, por suerte logra atraparlo del pie antes de tocar el agua.

- ¡Lo tengo! – Trata de tranquilizar a la madre, quien se acerca agradeciendo al sollozar. Sube al bebé con el mayor cuidado posible.

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- Rápido, rápido, rápido... - corre a máxima velocidad por las angostas callejuelas del puerto. Sube las escaleras hacia la ciudad tan rápido que tropieza cada pocos metros. El amiguito helado parece divertirse con el movimiento. Ya arriba corre hacia atrás de una casa, se asoma a la calle, cuidando que el Samurái no la siguiera - ¿El niño… estará bien? ¿Habré entorpecido que lo salvara? – Sacude la cabeza para calmarse – Tranquila, seguro lo logró… Concéntrate en la situación… ¿Qué hago?...  ¿Qué hago?

- ¿Qué haces? - Una voz infantil llama su atención desde atrás. Se lleva el susto más grande de su vida.

- ¡¿Ihhhh?! - voltea a mirar a sus espaldas, donde dos niñas le regresan la mirada.

- ¿Va a haber un festival pronto? Uh... no lo recuerdo.

- No Qiqi. Creo que así es la ropa de la muchacha.

- Oh... - mira el contenido de la canasta de la mayor - ¿Te lo vas a comer? - mira a su amiga - ¿También se podían comer estos Yaoyao?

- Claro que se puede. Para enfriar una bebida o si le llevamos el condensado a Xianling…

- ¡Espera, espera! - ríe un poco - no me lo voy a comer, es mi amigo.

- ¿Un slime?

- Es más amable de lo que parece, incluso más que otras personas que conozco.

- Te escondes de esas personas ¿Verdad? - la niña castaña responde al intuir la situación.

- ... Algo así...

- ¿Eres buena o mala?

- ¿Qué? - ríe tiernamente - ¿Y qué sucede si soy mala y te digo lo contrario?

- ¿Puedo cargarlo? - Qiqi toma con suavidad la canasta.

- Claro.

- ¿Como se llama?

- ... Ahora que lo mencionas, no le he puesto un nombre…

- … Señorita ¿Podría pedirle un favor? – Yaoyao redirige la conversación

- Está bien… (¿?)

- Necesitamos encontrar unas hierbas para la farmacia Bubu… en realidad Qiqi necesita encontrarlas, pero no sabemos dónde conseguirlas. Y queremos hacer un encargo en el gremio de aventureros para que nos aconsejen, pero no podemos hacerlo sin un adulto responsable. Queremos que firme con su identificación.

- Lo siento, pero no puedo ir al gremio de aventureros.

- ¿Por qué no?

- No tengo mi identificación conmigo en este momento… todos mis papeles se quemaron… - susurra para si misma – Pero detente un segundo ¿Cómo es que a ustedes se les ocurre que pedir ayuda de una completa desconocida, con el rostro cubierto, en una calle vacía es una buena idea?

- ¿Por qué no lo sería si eres una persona “no mala”?

- Jamás te dije que no lo fuera.

- ¿Entonces tengo que llamar a la Geoarmada…?

- ¡NO! – Se tapa la boca y vuelve a ver a la calle, cuidando que él no estuviera cerca.

- Entonces acompáñanos. Si somos tres la faena se volverá más sencilla.

- ¿Qué? Lo siento, de verdad no puedo.

- ¿Ese no es el Señor Héroe de Inazuma? – Inocentemente señala hacia afuera del callejón.

- ¡¿?!  - Mira en dirección a donde señala la niña y efectivamente ve al joven buscándole frenéticamente.

- Es afuera de la ciudad, pero es cerca. No tardaremos mucho.

- ¡Bien, bien! ¿Afuera dices? - Mira nuevamente a la calle,  el Samurái pasa corriendo mientras le busca. De un saltito por la impresión regresa a su escondite - ¡Vamos entonces, suena divertido! Pero salgamos por acá… - toma con delicadeza una de las manitas de Qiqi y se dirige a lado contrario al de su persecutor.

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Las tres andan por la pradera, Qiqi lleva sobre su cabeza al Slime, que parece encantado por el viaje, le sigue Yaoyao y hasta atrás, con un aura de total derrota, la Pirotécnica encubierta.

- ¿Cómo lucen esas hierbas que buscan?

- Tiene hojas y tallo, brotan de la tierra ante el sol y la lluvia. - sin perder una pizca de ánimo responde la pequeña.

- ... Puede ser cualquiera... ¿Color?

- hmmm... Pues no es negra.

- ... - ríe - Ya veo. No estoy haciendo las preguntas adecuadas. - adelanta al grupo y comienza a gesticular, con una extraña energía renovada - ¿Crece en la espalda de los micoqueros? - Simula ser un animal salvaje.

- No

- ¿Es algo que un Hilichurl guardaría en su guarida?

- Probablemente

- ¿Posee los colores del fuego? - enciende una minúscula llama en la palma de su mano, usando la influencia de su visión. No dura mucho ya que se ceba como un cohete.

- Eres buena en esto.

- ¿Y bien?

- Lo es.

- ¡Un Dendrobrio!

- ¡Nahah!

- ¿Se come?

- Sí.

- ...

- ¿Ya se quedó sin ideas?

- Es que en casa la mayoría de frutas silvestres son púrpura.

- Inazuma ¿Verdad?

- ¿Cómo sabes?

- Sus zapatos son muy característicos de allá.

- Eres una niña muy lista.

- Gracias, el conocimiento es alimento del alma.

- Entonces supongo que no te gustan los cuentos.

- El folkor es parte indispensable de cada cultura, por lo que estoy dispuesta a saber más sobre ella.

- ¿Han escuchado sobre los Yokai?

- Claro que sí.

- Oh... ¿Quieren que las asuste?

- ¿Cree que puede hacerlo?

- ¿Y si les digo que soy uno de ellos? - pronuncia aquella mentira con una voz ridícula que trata de ser aterradora.

- ¡Que bien! ¡De hecho Qiqi también es un ser preternatural! ¿Verdad Qiqi?

- Ajá... - mientras sigue caminando hace que la cabeza le de vuelta como a la niña del exorcista.

- ¡Ihhhh! - un nuevo susto le hace caer sobre su trasero. Por el movimiento la máscara sale volando. ‐ ¿¡Pero que?!

- No eres un Youkai - Yaoyao levanta la máscara del suelo y se la ofrece de vuelta a la mayor. - Y nosotras no somos tan ingenuas.

- ¡Pe- pero su cuello!

- Estará bien, es un zombi.

- Estoy perdiendo el toque... - recibe la máscara – los niños de hoy son muy listos.

- Gracias.

- Espera... - Qiqi, que ha vuelto la cabeza a su posición habitual, se aproxima para ver el rostro de la rubia a detalle - ¿Te he visto en otro lado?

- Ah... - mira nerviosa en todas direcciones - debes estar confundiéndome con otra persona, u~ultimamente me pasa demasiado. - procede a ponerse la máscara otra vez.

- ... Sí. Puede ser. Lo siento, tiendo a olvidarlo todo. - Se aleja para seguir jugando con el Slime.

- Entonces... - se levanta rápidamente - ¿A dónde es que íbamos?

- La verdad no lo sé - finalmente confiesa la niña castaña - Solo sé que la planta en cuestión es amarilla con rojo. La que sabe es Qiqi.

- Pero lo olvidé. - el Slime ha salido de la canasta y salta alrededor de la niña.

- Por eso necesitábamos ayuda, para recoger cualquier planta con esas características y llevarla de vuelta.

- De acuerdo... - mira lentamente a los alrededores - juguemos un juego ¿les parece?

- ¿De qué se trata? - ambas niñas preguntan al unísono.

- Busquemos por los alrededores y quien encuentre más plantas con esas características y las trae de vuelta ¡sin repetirlas! gana. ¿Preparadas? ¡Vamos! - Sin esperar respuesta sale disparada a la planta que vió desde hace rato.

- ¡Que tramposa! - la niña castaña, a pesar de ser una genio no puede evitar el salir corriendo tras la mayor, inundada por un gran sentimiento de competitividad.

Qiqi simplemente se queda viendo a las competidoras mientras se sienta a la sombra de un árbol con el Slime.

- ¿Sabes por qué corren? - La niña lo acaricia y este simplemente se deja querer - me gustas, eres frío y tranquilo. Ojalá la gente fuera como tú. Seguro seriamos más felices. - La criatura se acurruca a su lado y pronto comienza a dormir - ¿Como te llamabas?... Uh... Rim... imu... uru... ¿Iru?...

- Lárgate de aquí niña - un trío de cazadores de tesoros con palas y picos a cuestas se aproximan al árbol dónde se encuentra Qiqi - Es nuestro territorio.

- ¿Como el Protodragarto?

- ¿Qué?

- El no sale de su cueva, ese es su territorio... ¿De dónde a dónde es tu territorio?

- ¡Toda la llanura es nuestra!

- Eso no es justo ¿Entonces dónde voy a recoger hiervas?

- Ah... puedes hacerlo aquí. Pero hazlo rápido y vete.

- Pero no recuerdo que venía a buscar.

Los ladrones se miran entre sí bastante confundidos.

- ¿Plantas medicinales?

- Eran de color rojo y amarillo.

- ¿Solettias?

- No lo sé.

- ¿Lirios cala?

- Tal vez

- ¿Crecen arriba o en el agua?

- ...

- ¿Y bien?

- ¿Quiénes son ustedes?

- ¡¿Nos estas tomando el pelo?!

- ¿Qué está pasando? - Tras la conmoción llegan las acompañantes de la niña. Yaoyao corre dejando en las manos de la mayor las plantas y frutos que traía consigo - ¿Estás bien Qiqi?

- Me dijeron que son como el Protodragarto...

- Señores - la enmascarada se para en medio - no tenemos mucho que les pueda ser útil, pero podemos negociar una retirada pacífica ¿no?

- Mira. Solo queremos que se marchen, no somos tan viles como para meteremos en una pelea con una mujer y dos niñas por nada.

- Eso haremos. Gracias. – No puede evitar enojarse un poco por aquel desprecio, pero decide pasearlo por alto.  Camina en reversa para salir del sitio y no dar espacio a que la atacaran por la espalda - Vamos niñas, encontremos otro lugar para buscar...

Las pequeñas rápidamente le siguen fuera del lugar. Caminan velozmente para salir del rango de visión de los asaltantes. Mientras se alejan la rubia alcanza a escuchar algo entre la conversación de los ladrones "barco" y "explosivos". Esta combinación le hace detenerse en seco y escuchar con atención. "Juanín piernas veloces" ese apodo lo habría escuchado con anterioridad de los tripulantes del Alcor, al parecer es uno de los cazadores atrapados. Mira con dirección a los asaltantes para descubrir que cavan con prisa el lugar dónde estaba Qiqi.

- ¿Qué pasa? - Yaoyao también mira con dirección a los bandidos.

- Ellos... son tipos malos.

- Es evidente, debemos irnos. Mi maestra me ha enseñado que es vital evitar el conflicto a toda costa.

- Sí, sí. Tienes razón...

- Iru también está inquieto - el slime salta de la canasta y se coloca tras la pierna de la mayor.

- Niñas, por favor vuelvan a la ciudad lo más rápido que puedan. Avisen a la Geoarmada lo que sucedió aquí.

- No podemos, te arrestarán.

- No veo por qué - le entrega las plantas que trae entre manos.

- Saliste en el periódico, te buscan en todos lados. Cuando te vimos entrar a la ciudad supimos que eras la sospechosa, pero nos extrañó porque supuestamente estabas muerta, por lo que te seguimos y trajimos a las afueras por si las dudas... No sé si seas inocente, debería conocerte mejor para dar un veredicto, pero venías de la mano del famoso señor Kaedehara… así que… no sé qué pensar…

- Chiquilla astuta - se coloca de cunclillas frente a las niñas - no te apures por mí, debemos detener a esos malos, sea lo que sea que estén haciendo. Así que corran ¿entendido?

- Al menos déjanos ayudar, también sabemos pelear.

La rubia ríe un poco socarrona.

- Hace un rato preguntaste si era buena o mala - se levanta y vuelve a darles la espalda, de la nada invoca su arco - De hecho; ¡soy una súper heroína!

- ¿En serio? - Qiqi se impresiona por aquel hecho.

Yaoyao ríe y toma la manita de su compañera.

- Entonces será mejor que vayamos por el resto de la liga de la justicia - comienza la carrera con dirección de vuelta al pueblo.

- Espera... ¡¿De verdad tenemos súper héroes en Liyue?! - la otra pequeña no tiene más que seguir a su amiga.

La mayor sonríe mientras ve a las niñas alejarse por la llanura, se levanta la máscara momentáneamente para dedicarle una mirada cómplice a la criatura elemental.

- ¿Con que "Iru"?

Al Slime parece agradarle ya que da un saltito ante la mención de su nombre.

- Bueno Iru. Esto que vamos a hacer no es nada, destruimos eso que quieren usar y nos largamos para no volver jamás al Alcor. ¿Hecho?

El pequeño se ve confundido.

- Me salvaron la vida, no sería correcto simplemente ignorar esto y huir… aunque no quería hacer la pólvora… bueeeeno tampoco es como que se vayan a enterar de lo que vamos a hacer - carga con un ataque elemental mientras regresa al árbol lo más rápido que puede, alrededor del arco se forman tres partículas chispeantes de pura energía Pyro. - Y allá van los principios... - Los ladrones han sacado una gran caja de madera de entre la tierra. En poco tiempo ella está de vuelta - ¡Manos dónde pueda verlas!

Los ladrones se quedan en blanco al ver de vuelta a la enmascarada. Dos de ellos hacen lo pedido, pero el líder toma su pala como arma.

- ¡¿Otra vez aquí?! ¡¿Quieres una paliza?! - Se pone en posición de combate

- ¿Qué hay en la caja?

- ¡No es de tu incumbencia!

- Lo es cuando la van a usar contra el Alcor.

- Con que eres uno de los payasos de Beidou... ¡Chicos, no sean ridículos! ¡Vamos a darle una lección a esta entrometida y veamos si a esa capitanucha le hace mucha gracia que también secuestremos a sus perros! - Los otros dos se miran entre si y asienten, también toman sus armas.

- Ya quisieras - Suelta la cuerda y el proyectil vuela al cazador líder, aunque este se quita en el último momento, así dando de lleno en la caja. Las partículas chispeantes salen disparadas junto al proyectil principal y cada uno se desvía a un objetivo distinto.

Los bandidos toman carrera contra la Pirotécnica mientras se apagan las llamas del cuerpo, el líder ataca con un golpe descendente, que por poco esquiva ella. Luego otro con un ataque frontal que es repelido de la misma forma. Ella comienza a usar su ataque de nitrofogata y surte disparos consecutivos en contra de los enemigos. Otro trata de darle a los pies, pero una voltereta acompañada de otro disparo manda al defensor a caer sobre su trasero.

- ¡¿Que hay en la caja?! - la arquera interroga aún durante el clamor de la batalla al esperar lo peor.

- ¡¿Qué mierda te importa?! - El líder consigue darle un tacle que la tira al suelo. Los otros dos tratan de rematarla, pero Iru se interpone con carámbanos y soplos helados, dando tiempo a que la otra se levante.

- ¡Pequeño estorbo! - Uno de ellos usa la pala como palo de golf y manda a volar al Slime.

- ¡A Iru no lo tocas! - agarrando el arco de un solo lado, lo usa como sable y le encaja un tremendo golpe en la cabeza, noqueándolo al instante.

- ¡Esta tipa está loca! - Esbirro 2 mira al líder con cara de circunstancia.

- ¡Somos dos idiota, no hay modo de perder! ¡Vamos! - ambos se lanzan sobre la enmascarada, tiran golpes uno tras otro sin dar la oportunidad de cargar un nuevo ataque.

- ¡Oh, oh. Oh, oh! - Mientras esquiva ve a la criatura elemental regresar al campo de batalla. Y un sonido particular, uno bien conocido por la chica, nace de la caja en disputa. - ¡¿Qué hay en la caja?! - Por fin un palazo es tan rápido como para alcanzarla, apenas logra frenarlo con el arco, pero igual impacta en su cabeza, agrietando la pulcra superficie de la máscara nueva.

- Dale con eso ¡Explosivos mujer! ¡¿Qué más usaríamos para hundir a esos malnacidos?! ¡¿salamandras?!

- Corran... - sostiene su cabeza en el área afectada mientras retrocede torpemente.

- ¡¿Y sí no qué?! ¿¡Nos vas a llevar a la Geoarmada, DEBILUCHA?! - El líder se burla altivo al creerse vencedor.

La rubia acelera la huida junto al Slime.

- ¡No te vas a escapar! ¡COBARDE! - A punto de correr tras ella una explosión surge desde la caja en llamas. Estalla con una fuerza tan devastadora que manda a volar a los ladrones de tesoros y tira aquel fuerte roble.

Los tres delincuentes han sido neutralizados, mientras la enmascarada apenas ha alcanzado a ponerse a cubierto tras una roca.

- Uy... - asoma nuevamente y ve el panorama de destrozos frente a ella. Mira brevemente al Slime quien la mira igual - ¿Crees que sigan vivos?

Uno a uno comprueba si aún respiran, al parecer se encuentran bien (a pesar de las quemaduras de la explosión), solo se encuentran inconscientes. Así que como puede los arrastra a todos a la sombra de un árbol cercano, finaliza amarrándolos a todos juntos con una cuerda que uno de ellos cargaba en el hombro.
Tras la actividad toma un respiro hondo tratando de recuperar el aliento. Toca su cabeza por debajo de la máscara para comprobar una sensación de humedad, al mirar sus dedos era justo lo que esperaba, sangre. Resopla con cierta indignación, luego pasa a revisar su herida del abdomen y claro, más sangre, al tocar comprueba que se le han vuelto a abrir las costuras.

- Caray… pero que sangrona me volví – ríe por el chascarrillo - así jamás voy a quedar bien - Suspira - necesito vacaciones de todo esto - se sienta sobre una roca cercana para vigilar a los bandidos en lo que recupera las fuerzas para seguir huyendo.

- ¡…! – Iru salta ansiosamente frente a ella, intenta que lo siga.

- Por favor… dame un respiro…

.

.

.

Diez minutos antes.

El samurái recorre la ciudad lo más rápido que puede, buscando alguna señal de la fugitiva, busca desde los techos hasta los canales. Corre nuevamente al gremio de aventureros, decidido esta vez a pedir ayuda de todo el gremio si es necesario. Pasa corriendo frente al tablón de anuncios y a unos pasos de hablar con Katerine una fotografía llama su atención y un titular bien en grande "Tragedia en Inazuma". En la fotografía la ciudad se encuentra totalmente destruida, la pequeña descripción de la nota dice: "La ciudad de la eternidad ha sufrido un terrible incendio el durante la mañana del jueves pasado, el recuento de víctimas y valores comerciales ha ido en un estrepitoso aumento. Se mantienen a los presuntos culpables bajo arresto" "Se ha declarado a la culpable de la catástrofe, su excelencia la Shogun Raiden en persona le ha condenado a muerte" "ENCARGO (terminado) : Capturar viva o muerta a la culpable ante la corte en la ciudad. Recompensa 3 000 000 de mora". Al lado del último encargo ve la foto de la misma persona a la que se encontraba buscando. Rubia, ojos dorados, gran cantidad de adornos para el pelo, escrito bajo la foto "Yoimiya Naganohara"

- Pero que... - aquellos sentimientos de hace unos días resurgen en su interior. Cierta tristeza, preocupación por sus amigos, pero por encima de todo, una gran furia. Después de todo, esa loca que ha tenido que soportar durante el último tiempo resulta que es una homicida buscada por sus terribles crímenes.

- Lamento tanto lo que sucedió allá - Lan, la maestra del gremio es quien le dirige la palabra - seguramente fue muy duro recibir la noticia.

- Yo... no tenía idea - se acerca bien a ver la foto, asegurándose de que sus ojos no le jueguen una mala pasada - ella...

- Uy... sí... la oportunidad de tomar venganza temo que se te fue entre los dedos. Hace unos días fue ejecutada por una general del ejército de Inazuma, lástima que el cuerpo de esa rata se haya perdido en la inmensidad del océano... o tal vez no. Sí, es mejor. Que nadie pueda honrar la memoria de esa paria.

- ... - da un par de pasos hacia atrás, comienza a ver en rojo, cual toro desbocado corre con máxima ímpetu en una búsqueda renovada de su objetivo.

- Que feo que se haya enterado de esta forma...

Al ser una criminal de tal magnitud es obvio que buscaría escapar lo más lejos posible, lejos de la ciudad, lejos de todos, en la naturaleza. Y para estas horas podría encontrarse en cualquier lugar.

Sale quemando suelas de la ciudad, busca con la saya en la mano preparado para atrapar, un cazador tras otro cazador, pero ¿Por dónde empezar a buscar? Simplemente deja que su intuición de Samurái errante, y un poco de suerte, le guíen por el camino correcto. Al pasar por la llanura ve a un grupo de cazadores de tesoros desenterrar algo de la base de un árbol, pero para este punto solo los ignora y sigue la carrera loca sin descansar. Luego ve otro grupo, y otro, este último lo descubre y uno de sus integrantes da la orden para tratar de capturarlo, pero ni así desiste de su búsqueda.

Entonces ese poco de suerte lo alcanza al llegar a un cruce de caminos, dos niñas corren con dirección a la ciudad tomadas de las manos.

- ¡Señor! - La niña castaña llama la atención del peli plata, simplemente busca de pasar de ella, pero una oración le hace prestarle toda la atención que se merece - Su compañera pelea con unos malvados por allá, está en problemas - señala en la misma dirección de la que vienen.

Sin dar siquiera las gracias corre en esa dirección, levantando polvo y piedrecillas a su paso. El sonido de una explosión llama su atención al frente, sabe perfectamente quien ha sido la responsable. Aprieta el paso y en unos pocos minutos consigue ver a la prófuga descansando sobre una roca, admirando un árbol derribado, quemado y humeante.

- ¡Naganohara! - llama con una voz salvaje y severa.

- ¡Maldición! - La enmascarada rápidamente toma a su mascota entre brazos y corre para huir del pródigo de Inazuma - ¡Piérdete, bruto! - corre con toda la intención de dejar mordiendo el polvo al persecutor, pero desgraciadamente no es lo suficientemente rápida.

Kazuha pronto alcanza a la chica, tomándola por el manto prestado por la tripulación.

- ¡Suéltame! - Intenta la misma técnica que con el bandido, usando el arco como sable, desgraciadamente el Samurái es mucho más habilidoso que un ladrón cualquiera y simplemente esquiva el golpe.

- Me enteré de lo que hiciste - reafirma el agarre y con un movimiento certero la levanta sobre su hombro para tirarla de espaldas al suelo. No permite que su oponente siquiera se percate de lo que ha pasado pues se coloca en una posición de apuñalamiento con su espada.

- ¡Qué no lo hice yo! – Para este punto se ve ya bastante desesperada - ¡¿Cuántas veces debo explicarlo?! – Esta ultima pregunta va más dirigida al universo que a su rival.

- ¿Quieres que te crea? - señala al árbol caído

- ¡No es lo que parece!

- ¿Cómo pudiste hacerle algo así a tu propia ciudad, a tu hogar? ¿No te da ni un poco de vergüenza?

- ... Ni una pizca - Reta al samurái - porque no lo hice. Además ¿Te crees con derecho a opinar sobre lo que suceda allá "ciudadano del mundo"? - El peli-plata agarra la katana con una fuerza aterradora.

- El encargo decía...

- Vivo o muerto, ya sé. Que les van a pagar el doble de lo que les debo, ya sé. – con una mano toma el filo de la espada y se lo dirige al cuello - Adelante, hazlo. - Le vuelve a retar.

Pronto el Samurái duda de su actuar, pues no es muy honorable matar a alguien por un arrebato ¿Y matar por un reto? Duda al ver el rostro molesto, pero a su vez aterrado de la pirotécnica. Pues atrás de esa actitud él logra ver un miedo palpable, un sudor frío y una sonrisa demasiado forzada. Pronto se da cuenta de que no podría hacerlo, su código de honor y su conciencia no se lo permitirían. Aún conservando una siniestra mueca de furia retira el arma de la mano de la rubia y da un paso atrás.

- ¿Y bien?

- Hablaremos muy seriamente cuando volvamos al Alcor

- No pienso volver – Se tambalea un poco al levantarse.

- No era una pregunta – La vuelve a tomar de la mano, esta vez con una fuerza aterradora – está vez no te vas a escapar.

- ¡Ataquen! - Los ladrones que le vieron por el camino pronto le dan alcance. Unos diez o doce hombres que se fueron uniendo durante la carrera del Samurái.

- ¡Ellos volaron el árbol! - La chica carga nuevamente su ataque elemental - Querían usar esos explosivos contra tu amado barquito – suelta su mano para disparar en contra de los organizados, haciendo retroceder a quien le diera.

- ¡Cierra el pico, chismosa! - un tipo con una ballesta le dispara, pero el proyectil es cortado al vuelo por el Samurái.

- Bien, te creo. Pero si te atreves a tratar de escapar te corto las piernas.

- Si isquipis ti kirti lis pirnis - sigue disparando indiscriminadamente.

- ¿Podrías dejar de actuar como una niña? - bloquea el ataque de un tipo, le hace retroceder al darle una patada.

- ¿Podrías dejar de actuar como un patán enojón?

- No soy ningún patán enojón – usa su habilidad elemental para juntar a tres bandidos y aterrizar sobre ellos – trato de vivir en serenidad, pero tú y tu mascota me sacan de quicio, aquí la insoportable eres tú

- ¡Pues lo siento! ¡¿Vale?! – Dispara a un sujeto que trata de pegarle con un remo – ¡También trato de estar serena, pero simplemente no puedo! ¡Estoy harta! ¡Y la verdad es que me da cierto placer maquiavélico ver como Iru se mete contigo!

- ¡Lo sabía! – Parte otra flecha al vuelo.

- ¡Perdón! – Dispara al ballestero dando de lleno en su arma y clavándola en un árbol aledaño - ¡Pero estoy aburrida!

- ¿Aburrida? Deberías tratar de conseguir un pasatiempo y dejar de regocijarte en la frustración ajena…

- ¿Pues cuantas opciones crees que tengo si me tienen encerrada bajo cubierta 23 horas al día?

- …

- ¿Y bien? – Apunta atrás del joven, tira a un hombre que trata de patearle la cabeza.

- ¡Tomen esto en serio! – Un bandido lanza condensados electro a la pareja, él toma del brazo a la joven y la saca de la trayectoria del ataque.

- Agárrate – abraza por la cintura a la rubia.

- ¡¿En qué estás pensando?!

- ¡…! – El Slime se agarra como puede de la pierna del Samurái.

Kazuha utiliza su confiable ataque definitivo, aunque esta vez con una variante. Utiliza mera energía Anemo para crear un inmenso remolino que tira a los enemigos restantes al suelo y les hace dar vueltas alrededor de ellos. Inmediatamente utiliza su elemental para levantarse al vuelo llevando consigo a Yoimiya e Iru, una vez arriba despliega su planeador. Con sus ultimas fuerzas hace soplar una ráfaga de viento que los hace volar más lejos y con una mayor velocidad.

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- ¿Cómo hiciste eso? – Realmente siente una gran admiración por el peli-plata - ¿Es siquiera humanamente posible acumular tanta energía elemental?

- No… - Una vez más, el Samurái ha realizado otra nueva proesa con el movimiento de huida anterior, aunque ha pasado una gran carga sobre su cuerpo. Él se inclina sobre su estómago con unas cuantas arcadas para dejar escapar su desayuno.

- … uh… - Mira avergonzada a otro lado. – Pues gracias por sacarnos de ahí.

- Ajá… - Vomita otra vez.

Al darse cuenta de que realmente no le pone atención trata de alejarse disimuladamente, pero la fuerte mano del grumete se cierra sobre su antebrazo.

- ¿A dónde crees que vas? – Le dedica una de sus miradas más severas.

- Lejos de aquí…

- Ni lo pien… ¡Buarhg! - regresa a eso de liberar la presión de su estómago.

- Que asco… - su cara de repulsión refleja su sentimiento, aunque pronto relaja la expresión. Comienza a sobar la espalda del peli-plata. – Ya… respira.

- La máscara se rompió… Te conseguiré otra. – De entre sus ropas consigue un pañuelo de tela color aguamarina.

- No hace falta… - Retira el pañuelo de sus manos y ella misma se dispone a limpiarle el sudor. – la repararé.

- Sobre el incendio…

- No tengo nada que decir… más que no sé qué sucedió – limpia la comisura de sus labios. – aquí no tengo pruebas para demostrarlo y existen muchas que me implican. Así que tendrás que elegir que creer. Aunque sea lo que sea que decidas, espero poder llevarme bien contigo por ahora.

- ¿Por ahora?

- Hasta que me logre escapar – le guiña un ojo.

- Como si fuera a dejar que eso suceda. – sonríe de lado – Tenemos que volver. – Ya más recuperado se levanta – Será mejor ir a advertir sobre los explosivos. – Inicia el viaje. – Los dos nos portamos como salvajes. ¿no?... Pero igual lo lamento. Prometo tratarte con más respeto de ahora en más – Mira al Slime, quien ha estado observando la escena – también a ti.

- Se llama Iru

- Solo no te vuelvas a comer toda la existencia de manzanas del barco, Iru.

- ¿Qué hizo qué?...

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La verdad es que tengo unos cuantos capítulos enlatados, pero... no lo sé. Supongo que los reviso tanto que pospongo la publicación una y otra vez.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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Chispas Que Viajan Con El Viento - Genshin Impact FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora