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Isabela sentía la mirada pesada de su madre, quien anonadada la contempla sin decir mucho, solo una expresión de incredulidad más que palabras.

«no es extraño con una semana sin hablar nos»

- mamá yo...

- Isa, mi vida, no te disculpes si sientes que te estoy forzando -suplico Julieta, abrumada repentinamente de lo que Isabela dijera.

«todo lo que soy ahora jamás lo hubieras querido para mí, pero es lo que me hace felíz»

Isabela sintió por un segundo su rabia fluctuar como agua en un estanque, pero se esfumó tan rápido, como lo fue encontrar se con los ojos lastimeros de su madre.
Por un pequeño instante, deseo con todas sus fuerzas poder decir le a la cara todo. Pero tuvo miedo.

«siempre tengo miedo cuando hablo contigo»

- no, no mamá, no digas eso -reniega Isabela desesperada. Suspiro cuando su madre tomo sus manos y las acaricio de esa manera que hacía cuando era niña. Quiso llorar, y al mismo tiempo abrazar la, era un desastre y ¿Se supone que es madre? Fue tan cruel con la suya, Salomé tiene razón, no soportaría que Pedro la tratara así-. Mami, de verdad lo siento, yo... No tengo excusas, perdona, s-se que me extrañan, Y-Yo también; pero tengo una vida y... A veces siento que odian a la Isa que estoy amando ser.

«si supieran quien realmente soy ¿Me aceptarías? Una madre ausente, la esposa débil y dependiente, un desastre total, soy un maldito desastre ¡Y nunca pude lograr hacer sentir a todos en mi hogar como tú nos hacías sentir! ¡¿Que debo hacer?! ¡¿Porqué jamás puedo ser suficiente ni para mí misma?!»

El olor a frituras y calor familiar abrumó a Isabela, ante las caricias y confort que su madre le daba. Alejo el agrio sabor en su boca.

Pero aún seguía el nudo en su estómago.

- jamás podría odiarte, sabes que te amo mí princesa, aunque ya seas toda una mujer... Solo quiero una vida donde seas felíz -asegura, con despojos de angustia en sus ojerosos ojos- l-lamento no ser la madre que querías. Sé que debí hacer más...

Un creciente miedo la ataca, recordando la carita de su hijo, sus palabras y como sentía tanto miedo, incluso la mirada de Mirabel a unos metros, sirviendo atentamente a todos su comida.

Le provocaba cierto malestar. Está era también su familia, no quería que hicieran más.
Solo quiere que la entendieran.

- fuiste una grandiosa madre, lo eres mamá... Yo tampoco hice todo tan perfectamente perfecto como parecía -rie con acidez, sintiendo la caricia leve y tierna de su madre sobre su rostro desencajado y tenso- lo siento mamá, solo... Creo que necesito espacio, ¿Sí? Pero no significa que no los ame, porfavor no creas eso.

- siento que a veces prefieres a otros antes que nosotros y me duele... Eres nuestra Isabela imperfecta mente perfecta, pero debo aceptar lo... Mi bebita ya no quiere estar en casa todo el tiempo con nosotros -sonrie y se siente casi como una disculpa- te perdonó mi cielo.

Casi, esa es la palabra clave.

«¿Y yo no merezco disculpas mamá? La gran Julieta Madrigal ¿Porque lo haría? Ella siempre hace felíz a todos, aún cuando puedes llegar a ser tan egoísta»

- ¿Isa? ¿Estás bien corazón? -cuestiona Julieta ante el ensimismamiento de su hija, sintiendo una creciente preocupación- Isabela, ¿Todo está bien mi niña?

En ese momento la mujer quiso mirar a su madre y confesar le tantas cosas.

¿Pero como.comienzas esa conversación?

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⏰ Última actualización: Nov 14 ⏰

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Imperfecta Distancia/ 𝐈𝐬𝐚𝐛𝐞𝐥𝐚 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐢𝐠𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora