Cupid Job.

Capitulo 10.

El baile había comenzado hacía más de dos horas, y Harry se había quedado esperando una hora y treinta minutos a que Sirius llegara fuera del salón.

El ojiverde había sonreído y restando importancia cuando sus amigos le miraron con preocupación apenas apareció solo junto a ellos.

No debería importarle que el chico del cual estaba enamorado le dejara plantado. No debería importarle porque debió esperarlo, porque así era Sirius.

¿Cómo siquiera tuvo el valor de confiar en él? Sirius ya había hecho eso antes.

¿No le había prometido salir con él en su cumpleaños y llegó disculpándose la madrugada siguiente por que tuvo una cita y no pudo "escapar"?
¿No había tenido que soportar que Sirius se alejara por distracciones?
¿No quería que estuviera con su hermano de forma romántica?

Justamente por eso había dudado en aceptar.

Se lo había dicho, Merlin. Le había advertido que no le dejara plantado y Sirius se lo había prometido.
Nuevamente le había prometido algo que no cumpliría.

Harry estaba decepcionado, verdaderamente decepcionado y con un nudo en el estómago que hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas por momentos.

Pero Harry no lloraría. Estaba cansado de esperar por el, de tomar las migajas de su amor, de confiar en su palabra y permitir que le tratara de una manera dulce antes de volverse un idiota.

Estaba cansado de amar a Sirius.

Y tal vez aquel día, en la fiesta de Gryffindor cuando confeso sus sentimientos y Sirius lo olvido al día siguiente, tal vez fue una señal. Una señal de que ellos no estaban destinados a estar juntos.

La negación había pasado, el enojo era innecesario, para ese punto Harry realmente comenzaba a aceptarlo.

Porque amar a Sirius era agotador y estaba cansado de ese amor unilateral.

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Regulus se encuentra bebiendo con sus amigos de Slytherin el día del baile. Algunos lo suficientemente ebrios como para encontrarse cantando canciones en coro, haciendo que el resto ría mientras intentan seguirles la tonada.

Contrario a lo que la mayoría pensaba, ninguno de ellos había decidido llevar pareja al baile. Prefiriendo ir en grupo y así divertirse sin presiones.

Sin embargo hay algo que hace que el menor de los Black no se encuentre completamente cómodo o contento. Y ese algo eran unos bonitos ojos verdes de bambi que se encontraban apagados del otro lado de la sala.

¿Por qué viéndose tan bonito tenía que lucir tan triste?

Harry lucia precioso. Vestido de negro con un toque casual y el sedoso cabello rebelde viéndose como una pequeña distracción por donde pasar tus dedos, incluso podía adivinar que tenía un pequeño brillo en sus labios. Tan hermoso pero tan tan triste.

Y Regulus odia eso. Lo odia porque sabe la causa de su tristeza y es estúpido.

Porque Harry no merecía sufrir por su idiota hermano.

— Hey Reg, ¿quieres otro vaso? — Barty pregunta, recibiendo un distraído asentimiento del Black.

No, sin duda no se encontraba cómodo viendo aquella escena. Porque incluso rodeado de sus amigos Harry no lucia comodo.

¿Cómo lucir cómodo cuando prácticamente estaba rodeado de parejitas con miradas preocupadas que no le dejaban distraerse de la situación?

Leones idiotas, y se supone que las serpientes son quienes no saben tratar a las personas.