Parte 9

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Beomgyu le dirigió una mirada interrogante.

—¿Qué hacemos aquí?

—Buscamos un lugar seguro en el que puedas instalarte —respondió él con tranquilidad, y se puso en marcha.

—¡Espera! —Le tironeó de la chaqueta—. ¡No puedo quedarme aquí!

Yeonjun se detuvo y lanzó un suspiro. Sabía que aquel momento llegaría. Se armó de paciencia y lo miró a los ojos. Esperaba que él comprendiera el porqué de aquella situación.

—Es perfecto, nadie podrá imaginarse jamás que tú estás aquí; es precisamente lo que necesitamos.

Beomgyu sabía que los argumentos que Yeonjun le estaba dando eran válidos, pero en su cabeza no lograba concebir que ellos pudieran llegar a convivir bajo el mismo techo; mucho menos después de lo que había sucedido en la habitación de su casa. Era simple: no podía aceptar.

—No puedo; no puedo vivir aquí contigo —dijo por fin.

—¿Por qué no? —preguntó él mientras dejaba la maleta en el suelo—. Es un lugar que no llama mucho la atención; hay suficiente espacio para que podamos convivir sin ningún problema y, además, a Boris le encantará tener un poco de compañía.

Beomgyu frunció el ceño.

—¿Boris?

—Sí, ya lo conocerás —dijo y sonrió de oreja a oreja—. Subamos y discutamos el asunto mientras comemos algo. No sé tú, pero yo vengo hambriento.

Volvió a recoger la maleta y comenzó a caminar hacia la entrada del edificio mientras Beomgyu continuaba de pie en el mismo lugar. Aquello no podía estar sucediendo, debía hallar una solución y marcharse cuanto antes.

—¿Piensas quedarte ahí mucho tiempo? —le preguntó él mientras entraba.

Beomgyu se cruzó de brazos para contrarrestar la rabia que estaba sintiendo. Había aceptado ayudarle y dejar que le buscara un lugar donde quedarse por su propia seguridad, pero nunca había esperado que él lo llevará a su casa. Podría haberse quedado atornillado allí hasta que el sol que caía directamente sobre su cabeza terminase por asarlo y demostrarle así que no estaba de acuerdo con lo que pretendía hacer; sin embargo, sospechaba que él era capaz de dejarlo allí; sabía que tarde o temprano, acabaría por ceder. Comenzó a avanzar pesadamente hacia él y cuando lo alcanzó junto a la puerta Yeonjun se mordió el labio inferior para contener la risa.

—Qué bueno que hayas comprendido lo que es mejor para ti.

Cuando Beomgyu lo miró, sus ojos castaños despedían chispas de cólera.

—Todavía no está dicha la última palabra —respondió secamente.

Caminaron hasta un montacargas enorme que funcionaba como ascensor y él le cedió el paso. Él entró y se recostó contra la pared en el lado opuesto a Yeonjun. Tenía la vista clavada en el techo y evitó tener contacto visual con él en todo momento. Segundos después, el ascensor se detuvo y Yeonjun salió primero. Beomgyu echó un vistazo al pasillo, aquel lugar parecía demasiado solitario.

—¿Hay otros inquilinos aparte de ti y del tal Boris? —preguntó mientras caminaba detrás de él.

—Solo hay cuatro lofts en el edificio, solo tres están habitados. Te van a encantar mis vecinos. —Se detuvo y le señaló una de las dos puertas que había en aquel pasillo—. Allí viven Mónica y Jessie, con la pequeña Priscilla; en el tercer piso, viven el señor y la señora McKey y sus cinco gatos. Ya irás conociéndolos a todos.

Serial Killer 《Yeongyu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora