Parte 17

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Yeonjun fue el primero en despertarse aquella mañana cuando el sol le dio de lleno en la cara. El calor de su propio cuerpo aumentó al percibir la tibieza del cuerpo de Beomgyu sobre el suyo. Antes de darse cuenta de lo que hacía, bajó la cabeza y lo besó en la mejilla. Él se movió inquieto, pero continuaba dormido; reprimió el deseo de abrirle los ojos con un beso en sus párpados para bajar, luego, hasta la fruta húmeda y madura que era su boca.

Intentó moverse y liberarse del brazo de Beomgyu, que descansaba sobre su pecho; aquel contacto le quemaba la piel y el calor traspasaba la tela de su camisa. Logró quitar su brazo y colocarlo con cuidado a un costado, pero aún quedaba un obstáculo por sortear. Y aquel sería más complicado todavía. Una pierna sobre sus muslos y se había enredado entre las suyas y quedaba prácticamente atrapado entre las sábanas y sus muslos. ¿Cómo conseguiría salir de allí sin despertarlo? ¿Cómo podría enfrentarse a él sin sucumbir a sus deseos?

Se pasó la mano por el cabello. Era imposible, no podría levantarse de aquella cama sin que él se despertara. Pero debía hacerlo; no podía quedarse todo el día allí; aunque la idea sonaba bastante tentadora debía alejarse de Beomgyu antes de que él abriera sus ojos.

Se movió con suma lentitud y se quedó de costado, pero él no se había movido ni un milímetro y su pierna, mucho menos. Estiró el brazo, no tenía más remedio que moverlo él mismo. Apoyó la mano en el muslo de Beomgyu y sus dedos se crisparon al entrar en contacto. Sus dedos descendieron despacio hasta detenerse en su rodilla. Cerró los ojos mientras acariciaba el hueco que se formaba detrás.

Abrió los ojos de inmediato cuando sintió que la mano de Beomgyu le rodeaba la muñeca con fuerza e impedía que siguiera con aquella caricia.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Él lo estaba mirando mientras su mano continuaba apretando la suya detrás de su rodilla.

—No... no quería despertarte —se quedó inmóvil cuando se enfrentó al reproche de sus ojos castaños.

Beomgyu contuvo el aliento; el suave masajeo que Yeonjun había comenzado a darle en la parte posterior de la pierna se había detenido, pero sus dedos aún tocaban su piel y aquel roce enviaba chasquidos electrizantes por todo su cuerpo.

Hubo un instante cargado de intensidad cuando los ojos azules de él bajaron hasta donde había llegado su mano.

—He intentado levantarme, pero estaba literalmente atrapado debajo de tu pierna —susurró él sin apartar la mirada.

—Lo siento —balbuceó Beomgyu y se apartó de él. Se sentó en la cama y se cubrió como pudo con las sábanas, ya que se sentía incómodo bajo la atenta mirada que él le estaba prodigando.

Tenía que preguntarle cómo habían terminado enredados en aquella situación, pero las palabras no salían de su boca; estaba aún conmocionado y tener a Yeonjun tan cerca no le permitía actuar con sensatez. Él le nublaba la razón y hacía pender de un delgado hilo el poco juicio que le quedaba.

Yeonjun se sentó en la cama y le dio la espalda. Él aprovechó para mirarlo y, por un instante, tuvo la loca idea de acercarse por detrás, abrazarlo y pedirle que no se fuera.

Pero no lo hizo, la poca cordura que le quedaba se lo impidió. Lo observó mientras echaba un vistazo a su reloj.

—¿Tienes algún plan para esta tarde? —le preguntó de repente.

—No, es sábado y pensaba dedicarme a pintar. ¿Por qué lo preguntas?

Se puso de pie y se volvió hacia él. ¡Dios! ¿Cómo había podido estar tan cerca de él y no haberle hecho el amor? Pensó que debía tener una voluntad de hierro; de otro modo, no se explicaba cómo no había cedido ante la tentación que significaba Beomgyu para él. Estaba cubierto con las sábanas y sin embargo, percibió que aún temblaba de deseo debajo de ellas. Sus ojos castaños se habían oscurecido y unos mechones de cabello le caían sobre los hombros desnudos.

Serial Killer 《Yeongyu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora