Mantenía la distancia, la suficiente para no perderlos de vista, la suficiente para no ser descubierto. No era la primera vez que veía a Beomgyu con otro hombre, ya había pasado por aquella misma situación y cuatro años después, volvía a experimentar las mismas sensaciones que solo podían ser canalizadas a través de sus ansias de hacer daño.
Ningún hombre tenía derecho a acercarse a él, ningún hombre podía, ni siquiera, respirar el mismo aire que su Beomgyu respiraba. Lo había encontrado después de tanto tiempo, lo había añorado cada día que no lo tenía a su lado y su vida se había convertido en una constante agonía. No podía permitir que otro hombre le robara lo que solo a él le pertenecía.
Debía mandarle un nuevo mensaje. Las flores que había dejado junto a su almohada no habían servido de nada. Se había ilusionado después de cuatro años de ausencia, se había ilusionado con que Beomgyu lo buscaría.
Parecía que todo lo que él hacía para acercarse a él era inútil. Lo estaban escondiendo de él, lo apartaban del alcance de su mano, el mismo que acariciaba su rostro en la oscuridad y que ya había apagado la vida de tres muchachos.
Pero él era más astuto, un lobo olfateando el camino que deja la presa tras de sí. Había sido sencillo averiguar dónde estaba viviendo en ese momento, bastaba solo con seguir al detective. «Qué ironía», pensó con la mirada clavada en la parte trasera del Lexus que iba unos pocos metros más adelante. «El hombre que quiere alejarlo de mí, terminará por enseñarme el camino hasta él.»
Una sonrisa siniestra, plena de satisfacción, surcó su rostro. Dio las gracias en silencio por la oportunidad que la vida le estaba dando de nuevo. No la desaprovecharía. Esa vez, sería la última. Ya no habría tiempo para errores; Beomgyu sería suyo y nada ni nadie se lo impedirían.
***
Beomgyu revisaba uno de los contenidos del futuro lanzamiento de la colección de libros de arte que Jennie le había asignado. Pondría todo su esfuerzo para que «Art & Pleasure» fuera un éxito y estaba seguro de que, con la ayuda de Christopher Bang, lo conseguiría.
Se llevó el bolígrafo a los labios. No le había mencionado nada a Yeonjun sobre la sugerencia de Jennie. Habían regresado al loft y él había vuelto a salir para arreglar un asunto pendiente.
Estaba solo en el salón, arrodillado junto al baúl que hacía de mesa y con Boris echado a un lado. Le acarició la cabeza, pero él estaba dormido.
Sonrió complacido. Desde su llegada habían congeniado de inmediato, y Beomgyu había cubierto con el perro el vacío que había dejado Otelo.
Leyó los papeles una vez más y creyó adecuado que la parte inicial de la colección estuviera dedicada a las primeras civilizaciones originarias del Mediterráneo. Podrían empezar con el arte egipcio, sumerio y persa, sin dejar de lado la cultura minóica y micénica. Hizo algunas anotaciones y remarcó algunas palabras importantes; lo comentaría con Christopher y Jennie para ver si estaban de acuerdo.
El ruido de llaves en la puerta la distrajo.
Yeonjun entró y arrojo la chaqueta sobre el sofá. Habían pasado solo cuatro horas desde que lo había dejado y había comenzado a sentir su ausencia desde hacía rato. Regresar a su casa y ver que allí estaba, le devolvía el alma al cuerpo, no solo porque se cercioraba de que estaba bien, sino porque verlo ya se había convertido en una necesidad primordial para él.
—¿Estás ocupado?
—¿Tu qué crees? —contestó y le mostró la pila de papeles en lo que estaba enfrascado hacía horas.
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Serial Killer 《Yeongyu》
RandomHISTORIA CON CONTENIDO ADULTO, SI NO ES DE TU AGRADO ES MEJOR QUE NO LEAS Secuestrado por un psicópata en a universidad, Beomgyu debe de enfrentarse nuevamente a ese demente, pero esta vez, contara con el apoyo del detective Yeonjun Kim, y en el pro...