Kurogalletas

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          - El sensei del dojo-

Mirando en la gran pared blanca, varios trofeos, medallas y diplomas que a lo largo de mi vida he ganando. Disciplina, honor, fuerza, valor y veracidad. Son valores que práctico en mi disciplina y que enseñó a mis discípulos.

Mi dojo es el mejor de la ciudad y yo el maestro dueño de este mismo, llevo una gran disciplina en mi vida, organización, orden, un plan y porque no en mis hábitos también, ciertas horas de sueño y ejercicio, al igual que alimentación pese a este último me doy un gusto al terminar mi semana de trabajo como una recompensa para mí por un gran trabajo una vez más lo hiciste bien.

Al salir del trabajo cierro mi dojo, nos veremos la siguiente semana; camino por la gran ciudad a esta hora suele ser un poco tranquila, pocas personas caminan a sus destinos con tranquilidad al igual que yo, aún con mi bokken sobre mi espalda me dirijo al lugar donde mi recompensa me espera; el café "Ojos de gato"... Una cafetería no tan grande pero no tan pequeña, ahí siempre hay tranquilidad a esta hora, no soy fan del dulce, pero es el único café donde venden me permito decirlo deliciosas galletas de avena, tienen el dulzor exacto con miel y la avena horneada es crujiente son un gran postre, siempre las como con una taza de té que preparan en el mismo café.

Llegó a la tienda, pocas personas se encuentran ahí, son las 8:00pm solamente somos siete contando al rubio que siempre está detrás del mostrador con una sonrisa y que suele ser quien me prepara el té, ahí mismo sobre una pequeña canasta de toque rústico se encuentran seis grandes galletas siempre sobre un fino papel decorados con flores.

-Buenas noches- saludo

-Buenas noches, bienvenido al café Ojos de gato- responde con voz tranquila

-Un té de azar y tres galletas de avena por favor

-Si, ¿Algo más?

-No, gracias

-En un momento se lo entrego-

Pague y fui a buscar una mesa una junto a la enorme ventana que daba hacia la ciudad, mientras el entraba por una puerta a la cocina para supongo preparar el té.
Me quedo mirando la enorme ciudad que puede verse desde aquí, me siento tranquilo es otoño y por el suelo hay hojas que van de aquí para allá con el viento no se porque me siento así aquí, será la atmósfera, el día o la estación, los cuál me da curiosidad ya que cuando paso por la mañana este lugar parece un campo de guerra, está lleno, ruidoso y una vez pude escuchar al rubio soltar chistes riéndose el solo de ellos al igual que su voz tranquila que ahora me muestra no parece igual al de las mañanas.

-Aquí tiene- me entrega un té y tres grandes galletas

-Gracias- me dispongo a comerlas y como cada semana vengo el no me entrega azúcar para acompañar mi té, sabe que el té lo bebo así, me sonríe y se va caminando de vuelta al mostrador, limpiando un poco ya casi en hora de cerrar y poco a poco solo estamos el y yo.

Termino mi orden y vuelvo al mostrador suelo comprar tres galletas más para llevar a mi casa y poder comerlas al día siguiente, siempre corro con suerte pues siempre hay tres más, creo que son muy populares siempre que llegó están las galletas exactas que como, tres aquí y otras más para llevar. Siempre son seis.
El las lleva a una pequeña cajita de cartón delgado y le coloca un pequeño lazo azul parecido al de sus ojos, me entrega mi pedido pago y me retiro.

Lo puedo ver cómo me sigue con la mirada y al salir por la puerta me menciona...

-Vuelve pronto- sonriéndome como siempre y haciendo una ademán de despedida con su mano

-Volvere... Fye...- susurro ya fuera del café y haciendo media sonrisa dispuesto a ir a mi casa

       ~El dueño del café~

Cuando llegó por primera vez probó uno de los postres de la carta, no dijo nada y lo termino pero si expresión era de haber probado no algo malo si no algo que no era su gusto, no me ofende, hay quienes prefieren sabores más amargos, más insípidos o aún más dulces, su expresión seria con el seño fruncido y el té que bebe sin azúcar me dan a entender que lo dulce no es lo suyo.

El día que no abría el café me levanto temprano para mí nueva receta, salgo de mi casa a comprar ingredientes mientras pienso que podría realizar, comprare algo que aún no tengo claro, paso por afuera de un gran dojo y por la ventana de este puedo ver su gran porte y su clase con niños pequeños, todos parecen tenerle un gran respeto, si voz grave a dar las órdenes enseñando a una una gran espada de bambú que mueve con gran agilidad.

Un samurai digo entre mi y sigo mi camino después de entretenerme un poco viendolo, seguro come cosas sanas es una gran disciplina.

Llegó a la tienda de Yuko una tienda donde puedes encontrar de todo, solo aquí encuentro los productos de mejor calidad para mí café, pasando por los pasillos llegó al de productos "sanos" y una bolsa de avena está ahí, dice que es la mejor me quedo pensando es sano, en lugar de azúcar usaré un poco de miel y tal vez pequeños frutos secos, un gran precio sale en la cuenta pero siento que lo valen.

Todo el día me puse a realizar galletas hasta que saliera la perfecta un tamaño adecuado y con el dulzor específico, memorice la receta pues no estaba escrita. Colocándolas en una pequeña canasta hago seis.

Desde que las puse en el mostrador han sido ignoradas por todos los clientes, pero no me importa estás galletas son para el, los demás siempre ordenan mis postres más coloridos, con más crema, chocolate fruta o azúcar son deliciosos. Pero estás lo están esperando al igual que yo. Si alguien quisiese una podría decir que estaban apartadas.

Lo veo ingresar por la puerta no hace falta que la campanilla suene para saber que es el, como samurai entre con pasos sonoros y hay una cierta elegancia al caminar al mostrador, sobre su espalda siempre lleva su espada de bambú y sobre su mano una mochila supongo ahí guarda su uniforme.

-Un té de arandano y...- se queda pensando si pedir o no uno de mis postres hasta que su mirada se posa sobre la pequeña canasta sobre el mostrador

-Son galletas de avena, miel y frutos secos, son deliciosas un dulzor específico-

Parece que entiende y se anima a pedir solo una, asiento para el costo y se sienta en la misma mesa que suele hacer.

Entro por la puerta a preparar el té de forma cuidadosa está vez no le llevo azúcar, quitó el domo de cristal de la canasta y sobre un plato a juego con la taza coloco una galleta llevándole la orden hasta su mesa.

-Gracias- menciona con su voz grave

-Disfrute- sonrió, no se porqué el me hace sonreír así tan genuino

Regreso al mostrador a acomodar lo que esté fuera de lugar dentro de poco será hora de cerrar.

Al dar el primer mordisco su cara parece decirlo todo y come la galleta sin desagrado y con satisfacción, al terminarla me mira y me pide dos más, después de terminarlas junto a su té, decide llevar tres más.

Siempre que el viene solo hay seis, porque las hago para el siempre come tres y se lleva tres, no pide más.

Todas la mañanas cuando se que el vendrá me levanto más temprano para preparar las galletas y estén recién hechas pues aún tengo que preparar los demás postres.

Este día no fue la excepción, y me despedí de el con un vuelve pronto, sonriéndole y el me miró y me dio una media sonrisa, salió y pude notaría labios moverse pero no se que dijo.

-Kuro- mencioné para mí

Había escuchado su nombre cuando pase fuera del dojo-, Kurogane, reí un poco sin burla era una risa risueña.

-Kurosensei, Kurosamurai, Kuro... -Al tomar la canasta para limpiar el mostrador antes de irme llegó a mi -Kurogalletas, un gran nombre para ellas; después de todos están son solo para ti-

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