Joaquín es un omega que está a punto de casarse con Andrés, un hermoso Alfa hijo del dueño del bufete de abogados más famoso de la CDMX, tras las locuras de su rubio amigo y diciéndole que éste necesitaba una despedida de soltero, terminará conocien...
Esa misma pregunta se hacía desde ya hace mucho tiempo.
¿Acaso se tiene que parecer al perfecto Andrés Vázquez?
Y ese es el caso, Joaquín debe estar con aquel maldito Alfa, ambos han desaparecido al mismo tiempo y eso le duele demasiado.
Cómo pudo ser tan tonto.
Nikolás a veces le deja comida en el microondas, el rubio la mayor parte de su día la pasa en la casa de Polo y Emilio lo entiende, él también extraña a Joaquín.
El departamento se está tornando triste y vacío. Y el olor dulce y agradable ha desaparecido por completo.
El Alfa lo pensó tanto tiempo, quiere dejar la promesa que le hizo a su padre, pero no le quiere fallar de nuevo.
Muy al fondo Emilio piensa que si se convierte en aquel Alfa respetable y admirable tal vez Joaquín regrese a su lado con su pequeño cachorro.
Hasta incluso Vanessa y Uberto no saben el paradero de su hijo, pero el Alfa sabe claramente que ellos mienten.
Los días son torbellinos de emociones, dónde las cosas a veces se tornan malas ó días en los que hasta su compañero de clases le hace una broma y ríe hasta llorar.
Lo único que quiere es no vivir una vida monótona y sin sentido.
Él trata que sus sentimientos no se transformen grises, no quiere perder aquella pequeña chispa que dejó encendida Joaquín, aquella la que le hizo tomar las riendas de su vida.
"¿Estás listo?" Emilio viste una traje negro con camisa blanca y está viendo un punto fijo en la ventana de la oficina de su padre.
"¿Estás seguro de ésto?" Respondió con otra pregunta un poco después.
"Por eso te lo preguntaba a tí, debes de querer ésto ó no te servirá de nada" Emilio lo analiza por un rato, sus clases van bien y su padre está a punto de hacerlo socio minoritario del bufete. Era una especie de premio.
Juan intenta buscar algún rastro de arrepentimiento en el rostro de su hijo, pero no hay nada, su hijo parece una coraza de piel sin emociones, la partida del omega lo ha cambiado.
Emilio suspira, el sabor amargo de 6 meses consumiéndose por completo.
"Lo haré" dice finalmente, ya no tiene nada que perder.
Ambos se dirigen hacía la sala de juntas y la reunión comienza de inmediato, caras largas y rostros serios, algunos aplauden entusiasmados de tener al hijo de Juan Osorio, otros simplemente se lamentan ya que sus acciones van a bajar.
Una vez terminada la reunión todos comienzan a retirarse.
"¿Ya te vas?" Pregunta Emilio al ver que su padre guarda los documentos en su portafolio.
"Sí, tú puedes hacer el papeleo para Mcgregor, por ahora yo tengo que comprar algunas cosas, sobre todo el jodido chocolate" Emilio frunce el ceño con la intención de preguntar, pero aquellas palabras quedan olvidadas una vez que comienza a redactar cláusulas.
A la familia de Emilio no le gusta el chocolate.
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