Joaquín es un omega que está a punto de casarse con Andrés, un hermoso Alfa hijo del dueño del bufete de abogados más famoso de la CDMX, tras las locuras de su rubio amigo y diciéndole que éste necesitaba una despedida de soltero, terminará conocien...
Emilio despierta, la cabeza le duele, está desnudo con las sábanas enredadas en su cuerpo. Mira a todos lados, pero no hay nada.
Y se lamenta.
El olor a manzanilla y lavanda prevalece en aquel lugar, pero no hay ningún olor dulce y empalagoso.
Todo ha sido parte de su imaginación, con pasos lentos y adoloridos recoge su ropa que está acomodada en una silla.
Su celular tiene varias llamadas perdidas de Niko, igual irá al departamento para tomar una ducha y cambiarse de ropa.
Llama a Juan y éste no contesta.
Cuándo llega le cuenta a Nikolás que ha caído en celo, exactamente 2 días para ser precisos.
Ambos cocinan algo, puede notar extraño a Niko, pero lo deja pasar y cómo siempre el rubio vá a casa de Polo.
Emilio enciende la televisión, un programa de deportes se reproduce, pero él no presta atención.
Sólo piensa en aquella ilusión que generó su cabeza. Tal vez Andrés tiene razón, Joaquín ya no es su omega y tiene que darse por vencido.
A la mañana siguiente, llega a su oficina, revisa algunos contratos y luego toma aquella carpeta dónde estaba las transacciones de Nathan Vázquez.
Su secretaria lo llama por el teléfono, al parecer alguien quería visitarlo con urgencia.
El chico que aparece es un beta, se hace llamar Diego.
"Hay algo que tengo que mostrarte" pero Emilio frunce ceño.
"¿Quién eres tú?"
"Soy amigo de Joaquín" El chico le entrega un sobre, un documento y una foto estan ahí. Emilio reconoce a la persona que está al lado de Nathan Vázquez, su padre.
Lee el documento y mira a Duego sorprendido.
"No puedo ser" susurra "¿De dónde sacaste ésto"
"Sólo me pidieron que te lo dé" El beta sale apresurado antes de que el Alfa le haga más preguntas.
"Trato ilegal de omegas" la piel se le hiela y tiene ganas de vomitar, su padre está en algo turbio.
Juan entra a la oficina y puede notar por el aroma que Emilio está enojado. El oji-café no reconoce a aquel hombre que se hace llamar su progenitor.
"¿Dime que no es cierto?" Juan mira a su hijo apenado y con arrepentimiento.
"Lo siento hijo, pero tengo mucho que explicarte"
Emilio está empezando a colapsar, nada tiene sentido.
Y muy al fondo quiere correr y huir muy lejos. Por ahora no lo hará ya que necesita respuestas y muchas aclaraciones.
También piensa en Joaquín y su pequeño cachorro. Que no sea lo que su cerebro está pensando.
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