Llamada perdida...

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Me estaba buscando (quizás no era él, y/o no era a mi), tenía miedo de llamar, no sabría qué decir. Quizás cuando tuviera más coraje lo haría, mientras tanto quería esperar.

Estaba recostada encima de la cama, pensando. Me quede mirando fijamente el papel, no creía lo que estaba escrito. Mis ojos repasaban las letras escritas continuamente, tanto, que ya me empezaba a molestar.

- Lilian, ¿puedo hablar contigo? –pregunto Allegra sentándose junto a mí, en la cama.

- Sí, claro.

-No has llamado, ¿no?

-No.-respondí.

-¿Y qué esperas para hacerlo?-volvió a preguntar

-No lo sé, no se... si deba hacerlo.-tenía demasiadas dudas.

-Te daré un consejo como la amiga que soy: -dijo.-...deberías llamar, y saber de una vez y por todas, si lo que has estado sintiendo por aquel chico es real, no pases tus días con esa indecisión. Eres una buena amiga, y una maravillosa persona con todos tus defectos, quién no te querría; pero quién en este mundo no tiene defectos ¡Por Dios! Esta es la señal que has estado esperando, ¿no crees? Decídete de una buena vez, lánzate...puede que él sea la persona indicada, nadie lo sabe, arriésgate.... ¿sí?-asentí y de la misma manera en que soltó todo aquello desapareció del cuarto, dejándome sola.

Completamente sola.

No paraba de mirar aquel ya estrujado papel, quizás de mirarlo tanto me daría la respuesta que necesitaba. Allegra tenía razón, era estúpido de mi parte no llamar, que perdía con hacerlo; pero era el miedo lo que me detenía. No sabía si estaba preparada para enfrentarme a una situación como esa. ¿Y si termino con otra decepción?

-¡Basta!

-¡Detente!

Por supuesto que no estoy preparada, pero eso no cambia el hecho que sienta algo extraño por él. Mi antigua relación no tiene que regir mi destino, ni a mis acciones. Yo soy mi propia dueña.

Que estúpido sonaba todas esas palabras en mi cabeza. Una parte de mi quería llamar; y la otra, muy testaruda tenía miedo. Él de seguro no debe estar interesado en mí; pero me estaba buscando... ¿Para qué?

Quizás...si veía su fotografía una vez más, solo una vez... me ayudaría a tomar una decisión.

Ver su rostro una vez más, no me dio la respuesta que esperaba, si es que esperaba alguna. Terminé más confundida. Debería llamar y dejar de plantearme constantemente si hacerlo o no.

-¡Arriésgate!

Tome el papel y marque.

Un timbre...

Dos...

Tres...

Y... nada.

Suspiré.

Qué esperaba, que a la primera saliera al teléfono. Debe haberse dado por vencido. Las lágrimas querían salir, ni siquiera podía tragar. Necesitaba salir, dar una vuelta por el barrio, y seguir caminando hasta que mis pies no dieran más. Recogí mi bolso, y salí prácticamente corriendo. Creí oír a Allegra llamarme, pero no quería hablar con nadie. Solo quería caminar. Parecía como si fuera lo único que me mantenía en pie, estaba huyendo. Esconderme debajo de una piedra era lo que quería, sería la mejor solución.

Caminé, y caminé.

Cuando me fijé por donde iba, estaba parada frente al malecón, el mar estaba en calma. Mis pies se habían detenido a mirarlo. Crucé y me senté en el muro, hacia el mar, a pensar. Cuanta calma, cuantos sentimientos.

Suspire.

Lo hacía a menudo.

Necesitaba escribir, algo, cualquier cosa. A veces escribiendo lograba desahogarme. Busqué en el bolso un bolígrafo y un papel, pero todo lo que encontré fue el bolígrafo. Bien. El muro parecía el lugar perfecto para escribir, a lo mejor el lo vería. Este sería un mensaje para él... Esperaba que estuviese bien redactado, el inglés no era mi fuerte.

El mensaje había quedado bien, lo repasé varias veces para que durara más. De pronto escucho risas cercanas a mí. Me doy la vuelta, y veo a dos chicos mirándome.

Bien. Era aterrador.

Guarde el bolígrafo en el bolso y caminé por el muro hasta que no pude pasar por las pequeñas columnas intermedias, me tiré. Por suerte caí bien. Mire a todos lados, seguían caminando detrás de mí; pero despacio, aproveché eso para cruzar.

Multitud.

Gracias a Dios los perdí de vista. No sé si me estaban siguiendo en verdad, pero era mejor si huía. Tanta huida me recordó que tenía sed. Me tomé una Malta, hacía tiempo que no tomaba una. Di una vuelta buscando una librería, a ver si tenía suerte y encontraba algo interesante. Estuve un buen rato dando vueltas, ya con los libros en el bolso.

Volví al malecón.

Había salido en otra parte de él, como precaución, no quería encontrarme con aquellos tipos.

Pasó media hora, y mirar al mar me estaba aburriendo. Saqué del bolso uno de los libros que compre, siempre cargo conmigo algún libro para momentos como este, en que estoy aburrida.

Lo abrí,

Y me puse a leer...

Ambos MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora