Septiembre 6
7:46 p.m.No podía respirar con el vestido que me había escogido Allegra, era ajustado al cuerpo y escotado, estaba prácticamente desnuda. Así me sentía.
El primo de Allegra, nos recogió para la exposición, en un BMW negro, de su empresa. Nos subimos con cuidado para no dañar los hostigantes vestidos. Escuchamos música todo el trayecto. Al bajarme estaba un poco mareada, pero lo disimulé bien.
-Detesto esto, ¿Cómo fue que me dejé convencer por ti?-le pregunté a Allegra.
-Porque no podías dejarme venir sola. Eres una muy buena amiga.-dijo dándome una palmadita en la espalda en agradecimiento.
-No creo que vaya a aguantar mucho, lo sabes ¿verdad?-la miré a ver si había entendido.
-Hazlo lo mejor que puedas.
Todos en la exposición estaban vestidos de etiqueta al igual que nosotras, era lo requerido (increíble, ¿no?). Algunos camareros paseaban de un lado a otro, brindándole a los invitados los aperitivos: queso, aceitunas, jamón y por último ¨ camarones ¨. Mientras que otros estaban ofreciendo bebidas: como Sidra o Vino.
Estaba tan nerviosa que decidí aprovechar esta oportunidad para beber, no era fan del Vino, así que opte por la Sidra. Era exquisita pensé yo, o quizás fue mi falta de experiencia en lo que bebidas se refiere.
Uno de los invitados se acercó a mi mirándome de arriba abajo, me dio unas ganas terribles de vomitar, que tuve que apartar la mirada y apartarme un poco. El se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer y enseguida trato de entablar una conversación conmigo.
-Muy bonita foto, ¿no?-pregunto acercándose más.
Mire la fotografía enmarcada. Era la de los superhéroes encima de la carroza, el cuadro se titulaba ¨ Globalización Carnaval ¨, así le había puesto Allegra.
-Sí.-fue lo único que pude responder.
Otro camarero pasó por mi lado llevando una bandeja con copas de Sidra, agarré una (devolviendo la que tenía vacía) y continué bebiendo. Aquel extraño no paraba de mirarme con curiosidad. Tenía unas ganas terribles de huir, mire buscando a Allegra, pero no podía verla en ningún lugar. Y en algún momento perdí el equilibrio por un segundo, a lo que aquel asqueroso desconocido aprovecho la oportunidad para tomarme del brazo. Gentilmente lo aparte, dándole las gracias, lo que sirvió para huir al baño pues no me sentía bien, creo que era la bebida. Necesitaba refrescarme un poco, me eché agua por el rostro y detrás del cuello, y esperé a que se me pasara el malestar. A los diez minutos salí de nuevo a enfrentarme con la multitud. Y el desconocido se había esfumado, gracias a Dios.
Como en una hora ya me había tomado como mínimo unas seis copas, y comencé a ver a todos alrededor como monstruos de historietas. Un señor muy mayor estaba contemplando unos de los cuadros muy cerca de mí, parecía estar disfrutando demasiado el arte. En su mano derecha sostenía una copa de vino, lo que me parecía ser sangre, entonces le mire detalladamente. Vestía un extravagante y antiguo esmoquin color vino, su piel era pálida casi transparente, sus ojos inyectados en sangre, y sus colmillos sobresalían de sus labios. Era una versión anticuada de Drácula. Se giro hacia mí y sonrió.
-Es usted una joven muy apetitosa-dijo Drácula.
-¿Qué?-pregunte aturdida.
-Que es usted una joven muy hermosa. ¿Se siente usted bien, señorita?-mi mente se aclaro por unos minutos y pude ver que era solo un señor mayor que tenía un gusto extravagante.
-Sí, gracias por preocuparse, es solo que... no acostumbro a beber.-dije sonriéndole, parecía ser un señor encantador.
-Las jovencitas no deberían beber, les deja un mal sabor en la sangre.-dijo él.