La Carta

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Hay veces en las que me darían ganas de decirle lo que siento, pero de alguna manera moriría en el intento, no se expresarme de una manera en la que podría decírselo, empezé a practicar, primer intento:

-Hey, Niña de bellos ojos, me gustas demasiado....

Pensé, es muy lindo, pero no podría decirlo... tampoco quería sonar tan frío, quería que sea algo inolvidable, algo que podamos recordar por una eternidad. No tenía muchas ideas, me daba una preocupación, decidí ir a un lugar a inspirarme, y es que en esta ciudad no habían muchos, solo aquel bosque lleno de hojas naranjas y amarillas, que reflejaban el otoño, con el canto de las aves, y el brillo de el sol, me dirigí hacia aquel lugar.

Llegué a aquel bosque, escuché el canto de las aves como una bonita melodía, y el reflejo de aquel brillante sol que me daba en los ojos, los grandes árboles, y las hojas de otoño... generaron un millón de ideas en mi cabeza, ensayaba para hacer una supuesta declaración, pero ninguna me gusto tanto como para decírselo, ¿acaso es que esto podía funcionar?

-Amira, eres aquella chica de la que te hable, me gustas demasiado, tu bella mirada cautiva mi corazón...

Definitivamente no servía para expresarme en físico, era mi primera vez así que pensé, ¿Una carta podría funcionar?, ahora si me sentía seguro de lo que hacía, aquel día tomé un lápiz, y un papel y me puse a escribir :

-Amira, se que te preguntaras porque alguien como yo, Naín, te escribiría una carta así de repente, solo nos hemos conocido 10 meses, ya casi acaba el año, empezaban a caer los copos de nieve, tan blandos como tu piel, y helados como mis manos. Quería expresar un sentimiento que tengo hace muchos meses, desde que te vi aquel día, tus ojos marrones como el café, y lindos como la que los poseía, cautivo mi corazón, perdón si estoy escribiendo esto, pero llevo tiempo queriendo decirlo... y creo que este era el mejor momento...-

Doble aquel papel, y le puse un corazón, al día siguiente tenía la carta en el bolsillo pero me daba inseguridad entregárselo. Era momento de decirlo y esperar su respuesta... en el receso, cuando hacía frío, y mis manos helaban... me le acerque y le dije:

-Amira, ten esto...

Ella me miró y yo saqué el supuesto papel que tenía, ¡No lo tenía! debió haberse caído mientras venía, para disimular... arranque una flor amarilla como el sol, con manchas blancas como los copos de nieve y se la entregue.

Aquella miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora