Capítulo II: Quisiera dormir.

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-¡¡¡¡¡SAN LANG!!!!!

¿Cómo?, ¿Cómo?, ¿Cómo?, ¡Solo fue un pequeño descuido! ¡Y el resultado tan fatal!

Todo paso tan rápido pero para Xie Lian sintió el tiempo congelarse junto con el latir de su corazón.

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-Gege.

-¿Qué pasa, San Lang?

-Aún creo que puedo convencerlo que dejé todo en mis manos.

Entre risas habló Xie Lian - San Lang, como un dios es mi deber atender las súplicas de mis devotos.

-Y como su mayor devoto debo servirle a su alteza.

-San Lang, no quiero que hagas todo por mí, también quiero hacer cosas por ti.

-Gege, usted hace más que eso. Ya con el simple hecho que permanezca a mi lado me hace rebosar de felicidad.

Tomando una de sus manos, beso cada nudillo de sus dedos, haciendo sonrojar hasta el cuello al dueño de aquella mano.

-¡S-San Lang!

Xie Lian solo pudo apartar la mirada ante ese gesto coqueto, por parte del rojo y solo se río suavemente ante su reacción. No importaba cuántas veces hacían ésto, para Xie Lian siempre le daba un vuelco en el corazón más si estaba desprevenido. Y así soltó su mano.

Y así retomaron el camino para realizar su misión.

-Gege, al terminar con esto, al regresar ¿Qué le gustaría hacer?

-Uhm...bueno, podemos platicar tu caligrafí...

-¡Dormir!

Con una mirada confundida.
-¿Qué? ¿Desde cuando te has vuelto tan perezoso, San Lang?

-Gege, no se burle de mí. Sólo me vino el querer abrazarlo mientras usted está entre mis brazos durmiendo y observar cada detalle.

Xie Lian olvidaba que tan descarado se ponía Hua Cheng por momentos.

Llegando a una pequeña aldea a lo lejos pudieron observar que la gente del lugar estaban en medio de una celebración exótica por no llamarlo una especie de ritual.

Ya con la cercanía se pudieron darse cuenta de que lo que tratará, de algún modo a lo largo de la existencia de Xie Lian, había visto muchas cosas un tanto... fuera de lo común, bueno, ya había visto cosas sin igual, como en la Ciudad Fantasma.

-Bueno, esto es...

-Horrible.

-No, tiene su propio encanto.

-Es un desastre.

Se podía observar una cifra considerable para una pequeña aldea, un grupo de mujeres extremadamente hermosas con trajes exóticos de distintos colores con cascabeles atados a los pies y parte del exótico traje, bailando, algunas con el cabello recogido otras dejando que su larga y negra cabellera les acompañase con el movimiento de sus pasos tocando panderetas en círculos frente a un fogón.

No Esta Vez, Viaje Al Pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora