Pijamada. Parte 1.

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¡Hola a todos! :D ¿Cómo están?Dx Espero que mejor que yo, ya que por dos días seguidos se nos fue la luz en el sector en el que vivo. En el primer día se fue por 11 horas, y en segundo por cerca de 3. DX ¡Dios!

Es por eso que les entrego este capítulo tarde. :S Lo siento. u_u Y es posible que se vuelva a ir un par de días más. Mmmphf.

Tenemos a tres personajes invitados, que como se darán cuenta, son los invitados a la pijamada de la princesa demonio. :3

._. Ya dicho eso, hay que aclarar una cosa, Colin Wilkes sufre de dos fobias: claustrofobia (Esto es el miedo a lugares pequeños o reducidos), quiroptofobia (Esto es miedo a los murciélagos, la misma fobia que sufre Bruce Wayne) y problemas de abandono, paranoia y violencia. Fuera de eso, es un chico amable y simple, que no puede dormir si no tiene a su osito de felpa Rory. :3

._. Me estoy dando cuenta de que "Pijamada" va a tener más de tres capítulos. :I

Sin más que decir, disfruten el siguiente capítulo. ;D

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Relatos épicos de una Batifamilia disfuncional.

Capítulo 37: Pijamada. Parte 1.

- Señor Wayne. Puede pasar por favor.- Le indicó la secretaria.

Bruce Wayne, dueño de las Empresas Wayne, soltó un leve suspiro cuando se alzó del asiento que estaba afuera de la oficina de la dirección. Dentro de sí, ya esperaba esa llamada en específico, en especial por como su hija se comportaba últimamente. ¿Porqué hoy tenía que ser lunes?

- Gracias.- Le respondió a la secretaria y tocó a la puerta de la oficina del director.

- Adelante.- Oyó del otro lado de la puerta y entró.

Lo que vio ahí le hizo revolvérsele el estómago. Su pequeña hija se hallaba sentada, cruzada de brazos con el uniforme sucio y los cabellos alborotados, y lo que pareciera un raspón en la mejilla. Estaba seguro que tanto Dick como Alfred les daría el soponcio de verla así. Pero no era la única así, también estaba otra chica de cabello negro y ojos verdes, posiblemente uno o dos años mayor que Damiana, en el mismo estado que el de su hija, nomás que ésta sonreía y parecía no importarle lo que ocurría a su alrededor.

Había otros seis niños, de los cuáles los dos más pequeños y delgados se hallaban separados del resto. Todos parecían estar en las mismas condiciones, cabellos alborotados, algunos rastros de sangre en sus rostros, uniformes sucios y uno de ellos tenía la camisa rota. Los cuatro más grandes lucían enojados y un poco temerosos, posiblemente a causa del castigo que les fuera imponer, compartiendo los mismos sentimientos que sus respectivos progénitores.

Uno de los más jóvenes tenía el cabello castaño, ojos azules y de inmediato detectó que la actitud del chico era similar a la de la otra niña presente. Pero lo que más le sorprendió fue saber quién era el adulto guardián del chiquillo.

- ¡Oh, Bruce!- Lo saludó el reportero de lentes, cabello negro y ojos azules.- No pensé que te vería aquí.-

- Clark.- Saludó con una leve inclinación de cabeza, imaginando lo que el otro le diría más tarde.

El último niño, pelirrojo y de ojos azules, se veía un poco mejor que los demás niños, sin embargo, lo más peculiar era que su guardián era una monja. Y eso, complicaba más las cosas.

- Buenas tardes, Señor Wayne.- Le saludó el director.- Lamento que nos veamos en esta penosa situación.-

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